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“Me acuerdo cuando había escasez de puros Farias y las mujeres hacían largas colas para llevárselos a sus maridos”

El estanco Portalondo de Hernani acaba de cumplir 100 años y su titular, Arantxa Landaribar, desea adaptarse a los cambios del mercado para hacer otros 100

“Me acuerdo cuando había escasez de puros Farias y las mujeres hacían largas colas para llevárselos a sus maridos”

Hernani - En un emblemático edificio del Casco Histórico de Hernani, que data de la Edad Media y que sirvió como puerta de acceso al pueblo, se encuentra el estanco.

¿Cómo fueron los inicios del estanco Portalondo?

-Mi abuelo, Manuel Zubillaga, parece ser que hizo una solicitud, junto a mi madre, a una persona importante de Donostia para abrir este estanco, porque el estanco que estaba antes era de unos primos suyos y se cerró. Eso fue en 1918. Esta casa era de él, pero entonces el local era mucho más pequeñito. También tenía huertas.

Aparte de tabaco, ¿solían vender otros productos?

-Parece ser que además de tabaco vendían sal, papelería y dinamita para cartuchos y perdigones. También tuvieron administración de lotería que posteriormente dejaron. Aquí trabajó toda mi familia, porque había mucho trabajo. En el año 52 cogió el negocio mi madre. Mis hermanos y yo también empezamos a ayudar y en 1972 lo cogí yo como titular.

Entonces muchos familiares han trabajado aquí.

-Si el negocio ha durado tanto es porque los que han estado aquí han trabajado muy duro. Mi abuelo tenía que abrir la tienda todos los días, incluidos los festivos.

Supongo que tendrán muchas anécdotas.

-Me acuerdo cuando aquí se repartía el racionamiento. Cuando hubo escasez de puros Farias y todo el mundo fumaba Farias, en los años 50 y 60, también solía haber largas colas y venían las mujeres y los sobrinos desde la mañana a hacer la cola para comprar los puros para el marido. Un día con los empujones nos rompieron el escaparate de cristal. Mi madre no solía querer venir el día de la saca porque se ponía muy nerviosa.

Con motivo de su centenario han recibido dos homenajes.

-Sí, nos ha tocado a nosotros recoger lo sembrado durante tantos años. Un homenaje nos hizo la asociación de comerciantes Berriak y otro los vecinos del Kaxko. Fue muy bonito, una chica, Eli Pagola, nos hizo unos bertsos preciosos que los tenemos en el escaparate.

¿Cómo ha cambiado el negocio en los últimos años?

-Los clientes son cada vez más exigentes. En 1989 ampliamos el local mi marido y yo y en 2004 hicimos esa cava tan preciosa para que los puros se conserven perfectamente; antes los habanos los teníamos en las estanterías. Poco a poco hemos ido evolucionando, ampliando y mejorando. A veces traemos nuevos productos para ver si pican y a veces acertamos y otras no, tenemos que ir adaptándonos a los clientes.

Además, cada vez se fuma menos.

-El tabaco va a menos y tienes que hacer virguerías para salir adelante. Antes se vendía solo, no estaba mal visto fumar. Entonces tenías que pagar el pedido por adelantado, te venían inspectores cada dos por tres. Eran unas reglas muy duras, pero se vendía mucho y era otra alegría. Ahora la gente deja de fumar y además hay infinidad de variedades. Además, la gente tampoco escribe cartas. Es un poco triste, porque vas perdiendo clientes de toda la vida.

¿Cómo ve el futuro?

-No sé si podremos seguir otros 100 años, pero mientras podamos aquí estaremos.