Tras más de un año cerrado por las obras del ascensor entre Morlans y Aiete, el bidegorri entre esta zona y Lugaritz fue reabierto el pasado jueves y, desde entonces, algunos peatones han vuelto a circular por el túnel, motivo por el cual el Consistorio ha decidido recordarles que no deben hacerlo. Tal y como indican las señales existentes en la entrada, el túnel es de uso exclusivo para ciclistas, al contrario que otros túneles de carril bici en los que se permite la coexistencia, como en el de Txaparrene.
“En este caso, son tres las razones principales por las cuales las y los peatones no pueden circular por el túnel: porque pese a la presencia de cámaras, podría convertirse en un punto de negro; porque la velocidad permitida para la circulación de bicicletas es de 20 kilómetros por hora; y, por último, porque si a la velocidad le sumamos la estrechez del túnel, todo eso haría muy complicada la coexistencia entre peatones y ciclistas”, explicó ayer la concejala de Movilidad, Pilar Arana.
Inaugurado en 2009, este bidegorri tiene casi dos kilómetros de largo y 900 metros transcurren en dos túneles iluminados. Conecta el barrio donostiarra de Morlans y, por lo tanto, también toda la zona de Amara con Bera Bera, Lugaritz, Errotaburu y Lorea. Se trata de una infraestructura creada a raíz de la construcción de la variante ferroviaria de EuskoTren y la estación de Lugaritz, aprovechando la existencia de la antigua vía del tren, que se adecuó para realizar la conexión directa en bicicleta entre los citados barrios. Con motivo de la estabilización de la ladera necesaria para la construcción del ascensor inclinado hasta Aiete, el túnel se cerró en junio de 2017 y no se pudo volver a abrir hasta la semana pasada.
El Consistorio donostiarra recordó ayer que en la actualidad Donostia cuenta con una red de bidegorris que ronda los 75 kilómetros, por los que se realizan más de 20.000 desplazamientos diarios. - N.G.