donostia- Hace poco más de una semana ha comenzado el vaciado del embalse de Artikutza, una presa que se encuentra en malas condiciones y que el Ayuntamiento de Donostia, propietario de los terrenos y de la instalación ubicadas en el término municipal de Goizueta (Navarra), ha decidido anular. La presa está en desuso desde el año 1992 y tiene problemas geológicos y de filtraciones, que la hacen insegura. Pero su reparación hubiese costado dos millones de euros, por lo que el Consistorio aprobó su anulación en diciembre, según recordó el concejal de Medio Ambiente, Alfonso Gurpegui.

Para desaguar el contenido del embalse, los operarios han cebado los cuatro tubos de sifón de la presa de modo que, por gravedad, han empezado a vaciarse los 1,6 millones de metros cúbicos de agua del embalse. A medida que vaya bajando el nivel, los cuatro tubos que funcionan por presión arrojarán menores caudales por lo que el desagüe será más lento. Entonces, se pondrá en funcionamiento una de las válvulas que, a modo de grifo, permitirá desaguar más cantidad de modo controlado.

La operación de vaciado será lenta. En los pocos días que lleva desaguando el embalse se ha conseguido reducir la altura del agua unos 23 centímetros, aunque las lluvias del pasado fin de semana han vuelto a elevar el nivel. Por ahora, según explicó Gurpegui, se desconoce cuánto tiempo tardará el vaciado total de la presa, aunque los especialistas municipales creen que durará “varios meses”. El corporativo explicó que el agua que sale del embalse irá a parar al arroyo de Enobieta (nombre que también se da a la presa) y terminará en la presa de Añarbe, que es la que suministra agua a Donostia en la actualidad, ya que la de Artikutza dejó de estar en uso en 1992 y solo ha funcionado como reserva en los últimos tiempos.

Los terrenos de Artikutza fueron comprados por el Ayuntamiento de Donostia hace casi cien años, en 1919, con el fin de abastecer las crecientes necesidades de agua de la capital guipuzcoana en plena etapa de esplendor y de inicio del veraneo. Los brotes de cólera que atacaban la ciudad, a causa del agua contaminada por las heces del ganado, hicieron que se vallara la finca para impedir que se ensuciara el cauce. Entre 1948 y 1949 se construyó la presa, pero problemas técnicos hicieron que no se pudiese llenar más que hasta la mitad de lo previsto. Más tarde, las dimensiones del embalse de Artiku-tza se quedaron cortas y se construyó en 1975 la presa de Añarbe, de 33,6 hectómetros cúbicos de capacidad. Artikutza tiene solo un 5% de este volumen, por lo que su importancia para aportar agua a la comarca ha quedado en segundo plano.

obra en el muro Una vez que ya no quede agua embalsada en Artikutza, donde antes de la presa había arroyos y lagos, se abrirá un agujero en el muro para que no vuelva a estancarse el agua en el lugar. Para ello será necesario llevar a cabo un proyecto de obras, que, si todo va según lo previsto, podría ser realidad a lo largo de 2018.

La eliminación de la presa alterará las actuales condiciones medioambientales y el Gobierno de Navarra ya ha solicitado la elaboración de un Estudio Simplificado de Impacto Ambiental, con el fin de conocer cómo evolucionará la flora y fauna de la zona, En concreto, el departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento pretende conservar un grupo de alisos surgidos tras la puesta en marcha de la presa.

La finca de Artikutza, de 3.645 hectáreas, destaca por su riqueza medioambiental y, como tal, está protegida. Cuenta con hayedos y robledales así como otras especies introducidas, como el pino silvestre y el roble americano. También acoge al desmán de los Pirineos, una especie de rata de agua en peligro de extinción.