Los diez rostros de la estela funeraria
Diez caras y dos cuerpos enfrentados forman la Estela de Luzuriaga, también conocida como Estela Funeraria de Urkamendi, que se ha expuesto recientemente en la entrada del ayuntamiento de Zizurkil. Cada una de ellas es única en el mundo, pero los rostros tallados en esta antigua estela discoidal la hacen aún más especial ante los ojos de aquellos que se detengan a observar la pieza atentamente. Comencemos desde el principio.
Las estelas discoidales son antiguos monumentos funerarios y existen dos tipos principales. Las del primer tipo eran colocadas en la cabecera de las tumbas, en el exterior de las ermitas e iglesias. Las del segundo en cambio, se postraban en el borde de los caminos, para señalar muertes trágicas o violentas ocurridas en algún lugar cercano. Las opciones eran infinitas: una muerte causada por un rayo, un robo con fatal desenlace, el ataque de bandidos, un asesinato y un largo etcétera. La estela encontrada en Zizurkil pertenece a este segundo grupo, pero lo que hace especial a la de Luzuriaga en particular, es que jamás se ha encontrado una con rostros dibujados en ella. No hay registro alguno en el mundo.
En 1991 el etnólogo Antxon Aguirre Sorondo publicó la obra Estelas Discoidales de Gipuzkoa. Origen y significado, en la que recogía 48 ejemplares descubiertos entre 1920 y 1991. Otros estudiosos hallaron tres nuevas estelas en 1994, lo que sumaba 51 monumentos. El arqueólogo Luis de Barrio trabaja desde hace unos años desde Lurrailan intentando poner al día el Inventario de Estelas Discoidales de Gipuzkoa. Hasta la fecha, ha localizado 17 nuevas estelas, aunque ha constatado que 13 de las estelas anteriormente catalogadas se encuentran en paradero desconocido. "Desaparecen por equivocación, o porque alguien se las lleva como herramienta sin saber lo que significan, se confunden con piedras viejas, o se parten inocentemente para colocarlas como adorno a la entrada del caserío -explica del Barrio-, o puede que las haya tapado la maleza y por eso no las haya podido encontrar".
Por suerte, la Estela de Luzuriaga de Zizurkil seguía en el almacén. Tras ser catalogada por Aguirre Sorondo se guardó, y ha estado escondida durante un cuarto de siglo. Tan pronto la localizó, Luis del Barrio advirtió al Departamento de Cultura del Ayuntamiento del tesoro que albergaban escondido, y les propuso limpiarla y adaptarla para ser presentada al público. La estela se encontró en buen estado, pero era necesario limpiar el polvo y la cal cuidadosamente. Los tallados habían sido marcados suavemente con tiza, como es el procedimiento habitual, y los restos aún permanecían. El Ayuntamiento se encargó de fabricar el soporte de hierro que ahora la mantiene en pie.
A primera vista, los rostros y los cuerpos son imperceptibles. Es por ello que el Ayuntamiento está preparando una placa identificativa, en la que los visitantes puedan entender más fácilmente e interpretar, en la medida de lo posible, lo que tienen ante ellos. No hay forma alguna de datar el monumento funerario. "Puede tener 200 años, o 400, pero lo que sabemos seguro es que tiene más de 100 -explica Luis del Barrio-, pero es imposible saberlo con exactitud".
Los expertos tampoco se atreven a interpretar las figuras grabadas, más allá de lo tipificado en las estelas discoidales. Tuvo que ser una muerte trágica, pero no hay registro de ningún acontecimiento de este tipo en la zona. Aquellos diez rostros encontrados en Luzuriaga, junto al caserío Urkamendi, seguirán siendo un misterio durante siglos. Un misterio, tras décadas dormido y ahora desempolvado, expuesto por fin, al público.