Hernani - El 24 de junio se celebrará un doble aniversario, ya que aparte de los 50 años de Usabiaga, se conmemorarán los 25 años en el conjunto de Rafa García. Usabiaga repasa lo que ha supuesto para él medio siglo como integrante de la banda de música.

¿Cómo comenzó a tocar la tuba?

-De chavales empecé a estudiar un poco de solfeo. Entré con la intención de aprender a tocar la trompeta, pero en aquel momento hacían falta tubas y me recomendaron que cogiera la tuba. Así que cogí la tuba y hasta hoy.

¿Qué aporta la tuba a la banda?

-La tuba lo bueno que tiene es que es como un acompañamiento, hay muy pocos solos de tuba; pero una banda sin tuba no es una banda tampoco, como no lo es sin bombo y sin platillos. Es un instrumento que es imprescindible, pero no es notorio como lo son el clarinete o el saxofón.

¿Empezó a tocar un instrumento con el horizonte puesto en la banda de música?

-No fue ese el objetivo en un principio, pero empecé con la tuba a los quince años y ese mismo año, antes de hacer el año, empecé también a tocar en la banda y seguí, y seguí hasta hoy. Empecé en la banda sin más y continué en ella hasta cumplir cincuenta años.

¿Cómo fueron los inicios en la banda de Hernani?

-No se puede decir que tocara la tuba, yo iba con la intención de tocar, pero tocar, no tocaba; porque eso requiere una experiencia. Al principio fue difícil, porque me perdía en la partitura, pero con el tiempo lo vas cogiendo. Los inicios son siempre difíciles, porque había que estudiar mucho.

A pesar de lo duro que fue el principio ha conseguido llegar a los 50 años.

-50 años hago la víspera de San Juan (el 23 de junio), porque empecé a tocar con la banda una víspera de San Juan del año 1965.

¿Cómo es el ambiente en la banda?

-Muy bueno y goza de muy buena salud ahora, porque en otra época hemos pasado muchas calamidades. En 50 años pasan muchas cosas, pero ahora estamos muy bien. Los chavales de ahora vienen muy bien preparados y tocan de verdad. Han estudiado más. Hace dos años la banda cumplió 150 años y lo celebramos todo lo que pudimos. Tampoco se podían hacer muchas cosas, porque el presupuesto era pequeño, pero se hizo lo que se pudo.

¿De qué equipamientos disponía Hernani cuando empezó a aprender música?

-Antes aquí no había ni conservatorio. Había una academia pequeña al lado del ayuntamiento y allí aprendíamos solfeo como podíamos. No había los medios que hay ahora. Si querías ir al conservatorio tenías que desplazarte hasta San Sebastián y yo con quince años estaba ya trabajando y no podía ir.

¿Qué ha sido para usted lo más duro de tocar en la banda?

-Lo más duro para mí fue cuando era joven, porque todos los domingos había bailables. Mi mujer todavía hoy en día me lo echa en cara, porque siendo novios ahí tenía que estar ella esperando a que termináramos de tocar. Además, los conciertos generalmente son los domingos, tienes que tocar una hora al mediodía, pero pierdes todo el día prácticamente. Aunque hace años solía haber muchas más actuaciones de la banda; tocábamos en procesiones, en el Corpus Christi...

¿Cómo espera que sea su último concierto, el del 24 de junio?

-Supongo que será como otro cualquiera, tampoco le vamos a dar más importancia de la que tiene. Será más emotivo. Todos los de la banda me dicen que me voy a arrepentir de dejar la banda; pues a lo mejor sí que me arrepiento. Pero llevo ya 50 años y uno se cansa. Ha llegado el momento de dejar paso a los jóvenes. Tiene que haber un relevo, es ley de vida. Además, los jóvenes vienen mejor preparados que nosotros. Con 50 años ya voy bien servido.

¿Continuará en contacto con la banda, a pesar de su jubilación?

-Sí, seguiré unido a la banda de algún modo, pero tocando no. Esta semana ya me han comentado que si organizan alguna comida o sidrería contarían conmigo y para comer sí que pueden contar conmigo. Seguiré ligado a la banda. Aparte de eso, estoy dentro de la Junta Directiva y aún me queda un año hasta que se cambie. Así que este año voy a seguir en la directiva.

Su txoko preferido de Gipuzkoa. Me gusta mucho el monte Santa Barbara.

Un paisaje idílico. Las vistas desde Santa Barbara. Si subes hasta la ermita, ves el mar.

Un monte. Santa Barbara.

Una playa. Ninguna, no soy de playa, soy de río.

Unas fiestas. Los sanjuanes, las fiestas del pueblo.

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