El de herrero es uno de los oficios más antiguos del mundo, pero en nuestro entorno está desapareciendo. Uno de los últimos que queda en Gipuzkoa, si no el último, es Ricardo Mediavilla. Como no podía ser de otra forma, es de Legazpi: el pueblo de las ferrerías. Este artesano elabora tenazas a la carta para algunas de las forjas más importantes del entorno. Sus herramientas se utilizan en México, Tailandia, Angola, India...
Mediavilla aprendió el oficio de la mano de su padre. Ricardo Mediavilla padre se encargaba de arreglar aperos de labranza en un pueblo de Palencia. Cuando el campo se empezó a mecanizar, vio que le esperaba un negro futuro y decidió venir a Legazpi: el pueblo donde un herrero, Patricio Echeverría, había montado una gran fábrica de herramientas. “En cuanto vieron cómo trabajaba, le contrataron sin pensárselo dos veces. En Palencia no tenía más que un fuelle y una fragua y, cuando vio la maquinaria que había en la fábrica de Legazpi, se quedó alucinado. Estuvo muy considerado. Quisieron ponerle de encargado de la gran forja, pero consideraba que para ese puesto hacía falta tener más estudios y declinó la oferta”, explica su hijo.
El protagonista de este reportaje también trabajó para Echeverría. “Toda la vida he trabajado en la forja. Patricio Echeverría, lo que hoy es Bellota Herramientas, fue una universidad de la forja. Yo empecé con 14 años, de la mano de mi padre, que por aquel entonces era oficial de herrería. Siendo un crío, el encargado me dejaba utilizar toda la maquinaria para forjar. Yo lo tomaba como un juego. En los 80 la empresa de Patricio se desmanteló y pasé a GKN”.
Su pasión por la forja le llevó a montar un taller artesanal. “Me gusta la forja artesanal, por lo que le compré la maquinaria necesaria a la empresa Patricio Echeverría. El martillete, la fragua y la prensa están hechas allí mismo. El martillete tiene más de 100 años. Según cuentan, Patricio empezó así. Me imagino que este taller sería de su gusto”.
Mediavilla explica por qué resulta más rentable encargar las tenazas a un artesano que hacerlas en serie. “Son tenazas hechas a la medida de la pieza que el cliente quiere estampar. Yo mismo tengo que hacer el diseño para que pueda agarrar la pieza donde ellos quieren. Es un trabajo totalmente artesanal, porque no saldría rentable hacerlo de otra manera. Son series pequeñas. Calculo que habré hecho 500 tenazas distintas. Una empresa que se dedica a hacer una sola pieza sí podría hacer un troquel, pero en este caso no resulta rentable. Mis tenazas se utilizan para hacer 3.000-4.000 piezas y después tengo que hacer otra para la siguiente pieza”.
Además, la calidad del material forjado es mejor que la del material laminado. “Las tenazas forjadas son mucho más elásticas: los mangos, al apretarlos, se arquean pero no se doblan. Hacen un efecto muelle. Si se doblaran, la pieza se caería”.
El legazpiarra utiliza acero del tipo F114. “He hecho pruebas con el F111, que tiene menos carbono, menos dureza, y la tenaza se deforma mucho antes. Hace falta un material que sea duro, pero no tanto como para romper la estampa. En CIE Automotive, por ejemplo, la pieza se lleva con la tenaza hasta la prensa. A veces la prensa falla y pilla la tenaza. Si ésta es muy dura, puede mellar la estampa. Y ésta puede costar 5.000 euros. En cambio una tenaza, vale lo que vale. Es mejor que la prensa rompa la tenaza”.
Otros trabajos Mediavilla, además de elaborar tenazas, realiza labores de restauración. “Restauré las bisagras del palacio Igartza de Beasain, restauro balconadas... También trabajo con el escultor Juan Mari Burguera, que tiene el taller al lado del mío. El trofeo que se entregó en la Vuelta al País Vasco que finalizó en Legazpi, lo hicimos aquí. Además, colaboro con el Museo de la Máquina Herramienta de Elgoibar y con el museo Oiasso de Irun”.
Le da pena que el oficio de herrero tienda a desaparecer. “En Bellota Herramientas no queda ningún martillete como el mío, cuando antes había filas enteras. El de herrero es un trabajo precioso. Es increíble que un material tan duro se pueda moldear tan fácil, por medio del calor. Como si fuera plastilina”.