Urola Garaia es una comarca estrechamente vinculada al hierro. Durante siglos los vecinos se han dedicado a transformar este metal y esta actividad, a su vez, ha dado forma a la comarca. No es casualidad que el propio Eduardo Chillida decidiera hacer algunas de sus obras en la fábrica Patricio Echeverría de Legazpi ni que la sala de exposiciones del centro de interpretación de La Antigua se haya estrenado con una muestra de trabajos realizados en hierro por un artista local: Daniel Ibarzabal.
Este zumarragarra ostenta un cargo directivo en la empresa Grupo Iberoamericano de Fomento y en sus ratos libres se dedica a la escultura. Se aficionó al arte de la mano de su difunto suegro, el artista canario Manuel Padorno. Empezó a experimentar con otros materiales, pero acabó trabajando con el hierro.
La exposición que ha abierto en Zumarraga es un homenaje a varios artistas, a la naturaleza y a la condición de cruce de caminos de Zumarraga. La obra Ilargi es un homenaje a Jorge Oteiza. "Recuerda a las esferas desocupadas que él hacía. La he colocado sobre una traviesa, como un guiño a la importancia del ferrocarril en Zumarraga".
Eguzki 4 es su obra "hermana" y también un homenaje al escultor canario Martín Chirino. "Es uno de los escultores vivos más importantes que tenemos y para homenajearlo juego con el óxido".
Tratándose de un escultor que trabaja con el hierro, no podía faltar una referencia a Chillida. "Zuhaizti son dos esculturas en una. Los protagonistas son el espacio y el viento. Se trata de un diálogo entre dos árboles".
Estos tres artistas, junto con el que fuera su suegro, han sido sus maestros. "Es de los escultores de la generación anterior a la nuestra, junto con Manuel Padorno, de los que más me he nutrido. Después, he buscado mi propio camino. Todavía lo estoy buscando. De ahí que la exposición se titule Caminos de hierro".
Además de los mencionados homenajes, el artista zumarragarra ha incluido en la muestra árboles de viento, flores, un elogio del silencio e incluso una vista de la costa vasca desde el mar. "Siempre vemos la costa desde el interior, pero la costa vasca tiene un montón de rincones mágicos que solo pueden verse desde el mar".
También ha incluido una obra que se puede calificar como autobiográfica: Harremanak 4/17. "A los 17 años me fui a Estados Unidos. Todavía tenía los pies anclados a Zumarraga, Gipuzkoa y Euskal Herria, pero empezaba a tener los brazos abiertos al mundo. América me ha influido tanto que tengo una serie. Nunca he dejado de ir a Norteamérica, ahora mi hija estudia allí, y casi todos los meses voy a Centroamérica y Sudamérica por motivos laborales", concluye.