beasain - ¿De dónde viene su afición al fútbol?
El aita también fue futbolista. Jugó en el Ordizia y tuvo que dejarlo por una lesión, poco después de que el Espanyol le hiciera una oferta. Los tres hermanos hemos jugado a fútbol. En casa teníamos puertas de plástico, en lugar de puertas de cristal.
¿Dónde empezó a jugar a fútbol?
Jugué en Idiazabal y en Tolosa. El Tolosa estaba en Tercera y el salto del juvenil al primer equipo era grande. Vine a Beasain, que estaba en Preferente y estrenaba directiva, con Pello Gibelalde a la cabeza.
¿Qué tal le fue en Beasain?
El segundo año subimos a Tercera y un año después a Segunda B. Fueron años muy buenos. Había un gran ambiente en torno al equipo.
¿Cómo era Gibelalde como presidente?
Dirigía el club como una empresa: con los objetivos claros y poniendo todos los medios para conseguirlos. Era exigente. Si no se conseguían los objetivos, no le temblaba el pulso a la hora de hacer cambios. Ahí está su trayectoria: tiene mucho mérito que un equipo pequeño como el Beasain aguantara tantos años en Segunda B. Hubiera sido un buen presidente para la Real.
¿Cuánto temporadas jugó en su primera etapa en el Beasain?
Calculo que siete temporadas. En la última de ellas, ETB organizó un torneo y tuve ocasión de jugar con una selección de Segunda B. Gracias a eso, me llamaron del Sestao. Fue una gran experiencia, aunque dura: a mitad de temporada dejamos de cobrar y estuvimos encerrados en el vestuario. Jugamos la fase de ascenso a Segunda División en esas condiciones. La preparación y la alimentación son muy importantes, pero en el fútbol lo primordial es el equipo.
¿Cómo acabó el asunto?
Uno de los jugadores del Sestao había estado en el Rayo Vallecano y le propuso a Ruiz Mateos comprar el equipo. Vino a ver un partido. Es igual que en la tele. "Esto parece Bosnia", dijo cuando entró al vestuario. Estaba dispuesto a comprar el club, pero el Athletic le puso trabas. Al final, conseguimos subir a Segunda División. El último partido lo jugamos en Castellón y aquello fue una tremenda explosión de alegría. Tengo fotos en las que aparezco con una ikurriña al cuello, dando la vuelta al campo de rodillas, con el equipo detrás y la gente silbándonos y tirándonos objetos.
¿Cuánto tiempo estuvo en Sestao?
Año y medio. Seguíamos sin cobrar y en diciembre recibí una oferta del Las Palmas. Al principio dije que no, pues era uno de los que estaba negociando con el Athletic y sentía que tenía una responsabilidad para con mis compañeros. Fueron ellos los que me dijeron que no fuera tonto y me fuera.
¿Qué tal en Las Palmas?
Muy bien. Estaba en Segunda B, pero era un club totalmente profesional. Compartí piso con los dos hermanos Valerón. Los dos eran muy buenos y muy nobles. Conseguí que cantaran en euskera: geuria da ta, geuria da... Juan Carlos todavía se acuerda de aquello. Los amigos que se hacen en el fútbol son para siempre.
¿Jugó mucho en el Las Palmas?
Acabé jugando bastante, pero tuve la mala suerte de ascender a Segunda División: querían subir enseguida a Primera División y nos echaron a los menos conocidos para fichar a otros. Recuerdo que trajeron a Turu Flores.
¿Qué hizo tras dejar Las Palmas?
Fui a Ceuta. Acabó siendo la aventura más bonita. Los vascos estamos muy bien vistos allí. Hice muchos amigos e incluso me hicieron una peña: Peña asesuá Luis Garmendia. El equipo estaba en Tercera, pero al campo iban unas 6.000 personas. Mis padres flipaban cuando les mandaba fotos de la gente con mi nombre en sus camisetas.
¿Cuánto tiempo estuvo en Ceuta?
Una temporada. Recibí una oferta del Eibar, que estaba en Segunda División, y decidí que era el momento de acercarme a casa y acabar la carrera. En Eibar, acabé jugando bastante. Nos libramos de chiripa. La siguiente temporada, el entrenador no confiaba en mí y decidí volver a Beasain. Estaba en Segunda B. Durante la segunda temporada tuve una lesión y, como me dijeron que en un año se curaría, decidí no operarme y dejar el fútbol.
Ahora juega a fútbol 7 y forma parte de la directiva del Beasain.
El Zuma-Hine está formado por exjugadores del Beasain y tenemos un gran sentido colectivo. Eso hace que ganemos a equipos con jugadores que uno a uno son mejores que nosotros. La verdad es que disfrutamos mucho. En cuanto a la directiva, fue el presidente Koldo Zaldua el que nos empujó a meternos en ella. Me sentía en deuda con el Beasain. Quiero que otros vivan lo que he vivido yo en el fútbol, gracias a nuestro trabajo.
Los beasaindarras se identifican con su equipo.
Sí, pero hoy en día es muy difícil conseguir que la gente se acerque a ver al equipo del pueblo. Nuestro objetivo es que el pueblo se identifique aún más con el club. Estamos trabajando con los chavales y queremos que cada vez haya más jugadores de la comarca en el primer equipo.