hondarribia. La de Lucio Saggioro no es la imagen tipo del sacerdote a la que muchos están acostumbrados. Es joven, viste su hábito de monje capuchino, lleva el pelo largo y tatuajes en los brazos. Está "muy contento" de la acogida que le han dispensado en Hondarribia.
La primera pregunta es casi obligada. ¿Cómo acaba un italiano de la región de Venecia como capellán del santuario de Guadalupe?¿Tenía referencias de Hondarribia y de Gipuzkoa anteriormente?
Soy misionero itinerante desde el año 2009 y he viajado por todo el mundo, ayudando y trabajando en diversas comunidades cristianas, desde Australia y los Estados Unidos a Palestina, Bosnia, China o La India. Cambiaba de lugar cada dos meses. He viajado mucho, siempre junto a un compañero, para probar que lo que dice el Evangelio es verdad: que si vives para anunciar a Jesucristo, Dios te provee de todas las necesidades materiales. Nunca me ha faltado un techo para dormir ni qué comer, siempre me han acogido. Hacía tiempo que tenía ganas de buscar un lugar en el que fuera yo el que diera la acogida a la gente. ¿Mi relación con Gipuzkoa? Cuando hicimos el camino andando de Lourdes a Fátima pasando por Santiago, conocí al obispo monseñor Munilla, que se ofreció para ayudarme, si lo deseaba, en esa nueva misión. En octubre de 2010 recalé en la parroquia de Fátima de Errenteria, donde trabajé muy a gusto con los grupos de tiempo libre, el Gaztedi Txiki... Fue una muy buena experiencia y me llevé un grato recuerdo de Gipuzkoa y de su gente. Luego, estuve un año formándome en Catalunya y ayudando allí a un cura que atendía 24 parroquias en el Pirineo. Más tarde, el obispo me llamó y me ofreció venir a Guadalupe. Ni me lo pensé casi, porque solía venir aquí en mis tiempos de Errenteria y me decía que estar rodeado del mar y la montaña, que me encanta, sería casi como un sueño para mí. Y aquí estoy.
¿Cómo se siente?¿Cómo le han acogido los hondarribiarras?
La acogida ha sido estupenda, ni me lo hubiera podido imaginar así. La gente me para en la calle, me saluda, me pregunta... Desde mis tiempos en Errenteria, tengo el concepto de que los vascos sois una gente muy acogedora y muy cariñosa. Tanto allí como ahora aquí, me siento muy a gusto. Nunca, en ningún otro lugar del mundo, tuve una acogida tan rápida y cálida.
Se ha estrenado en su cargo, por así decirlo, justo en fiestas, con las novenas a la Virgen de Guadalupe y el Alarde y el cumplimiento del voto, el 8 de septiembre. ¿Cómo vivió esos primeros días?
Di mi primera misa en la novena del 31 de agosto a las 8.00 de la mañana, y me impactó ver el santuario lleno a rebosar de gente. Días antes, ya intuía que iba a ser algo muy especial. Veía cómo engalanaban la iglesia con flores y también vinieron a contarme y explicarme todo lo que para los hondarribiarras significa la Virgen de Guadalupe y el voto que le hicieron tras el asedio de 1638. Me ha impactado y emocionado la devoción de los hondarribiarras por su patrona y el sentimiento con el que viven sus fiestas. ¡Calculo que en nueve días habrán pasado 20.000 personas por las novenas! Y ya que la trainera del pueblo lleve el nombre de su Virgen, es algo maravilloso. Además, me hizo mucha ilusión que vinieran incluso amigos de cuando estuve en Errenteria. Me parece muy bueno que se conserven las tradiciones, que son parte de la cultura, y ver que se hace de una forma viva, al mismo tiempo.
¿Qué tal se las apaña con el euskera?¿Qué le ha parecido?
Estuve tres meses antes del verano en Maizpide, el barnetegi de Lazkao, para aprender al máximo. Es un idioma difícil, sobre todo porque no se parece a ningún otro. Yo hablo italiano, francés, portugués, español y catalán y cuando entré allí en abril, en una clase con gente que llevaba en el barnetegi desde octubre, fue enseñarme el nor, nori, nork y querer morirme. Para mí es importante poder comunicarme con la gente también en euskera. En estos meses, he aprendido mucho, incluso en el barnetegi me enfocaron a lo básico de mi tarea, enseñándome cosas relacionadas con la misa, como el Gure Aita. Si al principio lo sufrí, debo confesar que ahora disfruto de seguir aprendiendo y de poder hablar en euskera. Voy al euskaltegi municipal dos días por semana.
¿Tan viajero como es, se ve usted en Guadalupe por muchos años?
Si el obispo, que es mi jefe y el que manda, así lo quiere, espero estar mucho tiempo en Hondarribia. Es una ciudad bellísima y la gente es encantadora y muy auténtica. Eso sí, dos meses al año, seguiré en mis misiones itinerantes. En enero y febrero me marcharé a Brasil, a trabajar allí en otra comunidad cristiana. Creo que mi experiencia aquí será enriquecedora para aquellos a los que serviré allí; y de Brasil y de todos los lugares en que he estado, me traigo vivencias que seguro que enriquecen a los de aquí.