LA histórica campana de la Cerrajera ha roto su silencio. Después de más de una década muda vuelve a marcar las horas del reloj que preside la antigua portería de UCEM, gracias a las habilidosas manos del bergarés, Mikel Lazpiur, que de forma voluntaria ha resucitado el emblemático reloj que durante muchos años estuvo presente en la vida cotidiana de un buen puñado de familias de Arrasate. Así que no es de extrañar que el tañido de la mítica campana haya sorprendido en las últimas semanas a no pocos vecinos. En algunos, incluso, ha avivado viejos y gratos recuerdos.
A Lazpiur se le despertó el gusanillo de reparar relojes a la temprana edad de siete años. "Estuve enfermo durante tres meses y el médico que venía a casa me trajo varios relojes", recordaba sonriente el lunes por la tarde. De esta manera comenzó a coquetear con una afición que ha heredado de su abuelo, que también practicaba este hobby -José Lazpiur regentó antes de la guerra una zapatería en la villa mahonera-, y de su propio padre, un manitas de la mecánica.
Desde pequeño este bergarés ha destripado no pocas maquinarias para volverlas a poner a punto. Sin embargo, confiesa que hasta la fecha no se había enfrentado a un aparato del tamaño del histórico reloj de la Cerrajera. "He arreglado relojes muy antiguos, pero ninguno tan grande y tan característico como este. Tenía muchas ganar de hacer algo así; ha sido bastante sencillo", aseguró Lazpiur que cuenta con un pequeño taller en su casa donde da rienda suelta a su afición.
el fallo
En la leva contadora de horas
Fue el pasado marzo cuando se embarcó en la misión de restaurar la pieza con la que la Unión Cerrajera coronó el edificio de su portería, de estilo racionalista, inaugurado en 1939. Para encontrar el problema que ha paralizado al reloj durante diez años, Lazpiur realizó primero una limpieza de su maquinaria retirando los restos de grasa vieja y suciedad. "Su estado general era bueno exceptuando dos poleas del cable de la pesa situada en el exterior de la cabina que están oxidadas y gripadas. Estas fueron sustituidas por técnicos de la brigada municipal que también han conectado la energía eléctrica que estaba desconectada", explicó Lazpiur.
Tras engrasar los cojines de los ejes y las paletas de la ancora, se empezaron a hacer las pruebas para estudiar los fallos. "Se detectó que el tope del rastrillo de sonería no entraba en el canal correspondiente de la leva contadora de horas por no estar en la posición correcta en el momento del disparo del mecanismo de la sonería. El problema se resolvió desmontando la leva y montando un diente del engrane más adelante", detalló Lazpiur.
Los años de experiencia le han convertido a este bergarés en todo un maestro. El tañido de la campana del reloj de la Cerrajera vuelve a dar las horas. Lo hace cada 60 minutos, además de a las y medias.
Lazpiur insistió en que era complicado prever por cuánto tiempo iba a estar activado el reloj, no obstante, señaló que en caso de estropearse una de sus piezas, ésta podría fabricarse "en diversos talleres del entorno". Se ha quedado tan satisfecho con el resultado que no duda en sumarse a otra aventura de este tipo. No en vano, dice que ya le ha echado el ojo a algunos de los relojes que hoy en día están parados, por ejemplo, el de la iglesia del barrio arrasatearra de Gesalibar o el de la de Osintxu.
Por su parte, el alcalde, Inazio Azkarraga-Urizar, destacó el "valor histórico y sentimental" del reloj de la Cerrajera, para cuya recuperación el Ayuntamiento ha recibido muchas peticiones. "Conocía las habilidades de Mikel y le hicimos la propuesta. Hay que agradecer el trabajo que ha llevado a cabo, además voluntariamente, sin coste alguno para las arcas locales", subrayó el primer edil arrasatearra.
Se restauró
En 2001
El simbólico reloj, de más de 500 kilos de peso, es un modelo fabricado en los años 30 del siglo pasado por los maestros de la desaparecida firma gasteiztarra, Viuda de Murua. Tiene dos etapas diferentes: una para movimiento de las agujas con sus pesas correspondientes bajo el mecanismo, y otra para la sonería con la pesa en el exterior del edificio, donde está el remontaje eléctrico.
Desde que en 1993 los últimos operarios de la Cerrajera abandonaron la portería, el reloj pasó a un segundo plano hasta que en 1996, con la implantación de Saiolan en el inmueble, sus manecillas volvieron a moverse aunque por poco tiempo.
En 2001, con motivo de la clausurada exposición industrial de la empresa cerrajera, el reloj, la campana y la sirena se sometieron a una minuciosa restauración. Entonces el Consistorio contrató los servicios del que fuera relojero del Ayuntamiento de Vitoria, Manuel Echeandía, que automatizó el mecanismo eléctrico. Pero tampoco se logró que funcionara de forma ininterrumpida. Ahora, gracias a Lazpiur, este testimonio de la otrora todopoderosa Cerrajera ha recuperado su sonido.