lLa plaza del Ayuntamiento se ha convertido ya en plaza de toros. Siempre ha sido así a la llegada de las fiestas de Amabirjinak en Zestoa. Aquí no hay fiestas sin toros. La presencia del toro en la plaza no hace más que confirmar el alma de este pueblo. De ello dan fe Ekain y el macizo de Izarraitz, sempiterna cuna de toros bravos. Atrás quedó aquel junio en que el Ayuntamiento, gobernado por Bildu, quiso confirmar ante sus vecinos lo que ya se sabía: que para semejante viaje no se necesitaban aquellas alforjas. Ahí quedó la abrumadora mayoría expresada en las urnas y las consecuencias lógicas que, al menos en limpia teoría, debería conllevar el resultado pero no ha habido inflexión alguna, no ha supuesto el punto y aparte que todo el mundo esperaba.

Sí, efectivamente, habrá novilladas, pero a la misma hora, el Ayuntamiento, quien promoviera el referéndum para hacer más oficial, si cabe, la fiesta de los toros, le hace frente con una programación alternativa. Y, en este caso, hacen bueno aquello de "donde dije digo, digo Diego". En fin…

La plaza está preparada para los próximos eventos, con sus talanqueras granas, su empinado graderío soportado en las recias paredes del Consistorio y el patio de cuadrillas abierto a la espera de la llegada de los toreros, como lo expresa magníficamente el cartel, un dibujo a plumilla de Juan María Artano que se inspira en una fotografía de Gaizka Otamendi. Al fondo, los chiqueros; a su derecha, la cotizada grada del Koiote, el lugar para la Banda de Música… Ayer llegaron los Santacolomas y se enchiqueraron ante la atenta mirada de pequeños y grandes. Todo está en regla y la suerte está echada. Este sábado, día 8, será Alejandro Fermín quien haga el paseíllo y reciba los novillos de la ganadería de Adolfo Rodríguez, de Oropesa (Toledo).

Fermín ya iba de capa hace tres años en busca de tentaderos. Las vacas de Bernardino Piris o las del portugués Cunhal Patricio dejaron sus babas en la calzona del torero. Es un chaval que tiene gran aptitud artística y se empeña ahora, enrabietado, con el acero. Amor Rodríguez toreará el domingo y deberá afanarse si quiere plantarse bajo el dintel de la puerta de la madrileña plaza de Las Ventas, para la que es serio candidato. Los novillos, hermanos de los anteriores, no deberían suponer un mal trago para Amor. Forjado en la Escuela Taurina El Juli, pasó con nota el fielato del Bolsín de Candeleda y fue triunfador del IV Trofeo Fundación El Juli.

Fermín y Amor son dos toreros que hace unos años quitaron el rocío de la dehesa y miran con firmeza hacia la nueva etapa que se abre en sus carreras. Zestoa echará en estas fiestas "la casa por la ventana" al son del pasodoble Amparito Roca de aquel compositor catalán, Jaime Texidor Dalmau, al que, en este caso, le han metido en medio de una auténtica refriega dialéctica "sin comerlo ni beberlo". El balneario, con sus 200 años de historia, adquirirá el colorido y animación de sus mejores tiempos; los hoteles, restaurantes y bares hervirán de gente y en el ambiente flotará aquel bertso que Uztapide cantó en Lastur:

"…adituko zenduten Lasturko zezenak ez dirade izaten ganadu zuzenak. Ez izanagatikan mardul da gizenak ikaratutzen gaitu horien izenak, hoien berri nahiz jakin honuntz gatozenak".

Y aquí paz y allá gloria.