Síguenos en redes sociales:

Gran corrida de toros de Palha

Aguilar y Ureña salen a hombros de azpeitia y el tercer toro de la tarde es premiado con la vuelta al ruedo

Gran corrida de toros de PalhaJ. Colmenero

UNA gran tarde de toros es esa en la que la gente sale de la corrida hablando de toros. Esa en la que los aficionados se quedan a la salida de la plaza para comentar los mejores momentos antes de esparcirse por las calles que rodean el coso y hablan de toros antes que de toreros, incluso habiendo estado estos bien de verdad. Eso fue lo que sucedió ayer en Azpeitia.

Gran corrida de toros a manos del hierro portugués de Palha. Seis toros de bellas estampas, magníficamente presentados, todos luciendo la lámina adecuada, toros de esos que presumen de seriedad cuando enseñan las puntas de los pitones, los pechos poderosos, los cuartos traseros rematados. Seis toros, en definitiva, de los que salen para adelante. Todos con fijeza, con recorrido, portándose en los tercios; algunos con las caras altas, como los dos primeros; algunos cortitos de embestida como el cuarto; otros humillando y sacando brío en la embestida, caso del tercero de la tarde, premiado con la vuelta al ruedo, o el quinto que tomaba las telas casi galopando.

El más bravo, sin embargo, fue el que cerró plaza, que acudió tres veces al caballo, cumplió con creces en banderillas, donde ya sacó mucho poder, y quedó sin verse en la muleta por deficiencias, comprensibles, de su matador. En fin, una tarde para no olvidar que garantiza la continuidad de Palha en Azpeitia y la de los toreros más necesitados: Alberto Aguilar y Paco Ureña.

El toro del zortziko fue un toro que salió del caballo perdiendo las manos, quizás pegado en exceso. En manos de Ureña el toro pasó por todas las etapas de desarrollo hasta convertir su trote incómodo y protestón en docilidad para pasar a entregarse a una muleta arrastrada, cosidito, realizando todo el recorrido que marcaba el brazo mandón del torero. Dominio. Belleza. Ureña es un torero que torea muy poco pero que ayer demostró tener una cabeza preparada para este oficio. No obstante, su segundo lo descubrió, le dejó sin argumentos. Era mucho toro ese para cualquier torero y más para uno al que todavía le falta cierta experiencia. Fue una pena que no diera el paso a dejarlo llegar de largo para enseñarle al de negro quién mandaba en la plaza. O que no se doblara con él desde el primer momento para conseguirlo.

El caso de Aguilar es diferente. Aguilar tiene la capacidad de estructurar una faena a un toro complicado como el segundo de la tarde, en combate de tú a tú medido en cinco asaltos que fueron las series que le dio por la derecha. Hubo valor en la lidia pero falló la espada. Con el quinto salió a por todas, a mandar, a coger su sitio y aguantar el apretón ligando las series. También Aguilar cortó dos orejas tras esta faena.

Ferrera bailó con los menos potables, los de las caritas más altas, pero que también sirvieron. Gustó su toreo en el uno a uno, dirigiendo la embestida del animal y buscando el sitio para cada lance. Por supuesto, también sus banderillas.

Cabe destacar la afición del público de Azpeitia que supo premiar a toros y a toreros por igual y quejarse cuando en el ruedo algún peón no supo hacer las cosas dentro de lo establecido.