TODOS tenemos canciones especiales. Canciones que nunca dejarán de emocionarnos. Normalmente son melodías relacionadas con momentos dulces de nuestra juventud que nos acompañan durante toda nuestra vida. Que nos ayudan a revivir algunos de los mejores instantes de nuestra existencia. Estas canciones alcanzan un valor especial en nuestra vejez. Ayer los mayores del geriátrico Txindoki de Lazkao recibieron la visita de uno de los cantantes que ha interpretado la banda sonora de sus vidas: Manolo Escobar. Le entregaron un premio para agradecerle el haber puesto música a algunos de los momentos cumbre de su vida.
Manolo Escobar comenzó su carrera hace ya muchas décadas, por lo que lleva toda la vida con ellos: primero por la radio y, después, también en el cine y la televisión mediante sus películas. De hecho, los films protagonizados por el artista almeriense tienen mucho éxito en todos los geriátricos.
La música y las películas son algunos de los principales entretenimientos de los mayores, pero lo que más agradecen, sin duda, son las visitas. Así, las monitoras de animación pensaron regalarles la visita de alguien especial y organizaron una votación: "¿A quién os gustaría entregar un premio?", les preguntaron. Los mayores, con la sabiduría que otorga la edad, lo tuvieron claro: a alguien que les había brindado grandes momentos a través de la música y el cine. El más votado fue Manolo Escobar y la segunda que más votos recibió fue Concha Velasco.
mucha música
Hermanamiento entre culturas
No se lo pusieron fácil a los trabajadores del centro gerontológico, pero estos lo dan todo por ellos a diario y en esta ocasión tampoco les han fallado. Escobar recibió encantado la invitación y, aprovechando que este fin de semana actúa en el Kursaal, ayer visitó Lazkao. La llegada del artista andaluz levantó una gran expectación en la localidad goierritarra y el centro gerontológico se quedó pequeño. Acudieron personas de todas las edades y algunas tuvieron que seguir el acto desde el exterior.
Mucho antes del horario previsto el edificio era ya un hervidero. Escobar llegó con puntualidad y fue recibido por el director del centro, Joseba Badiola, y los trikitilaris. No en vano, los lazkaotarras quisieron que el homenajeado conociera el folclore vasco y convirtieron el evento en un hermanamiento entre culturas.
Tras reponerse de la sorpresa provocada por un irrintzi, el andaluz se sentó entre aplausos y algún que otro "¡olé!". Después, los dan-tzaris del grupo Oin Arin le bailaron el aurresku y todos los asistentes vieron un documental sobre la vida del premiado editado en el propio geriátrico. Seguro que muchos de los mayores desconocían, por ejemplo, que el padre de Escobar abrió el primer cine de El Ejido (localidad natal de su familia), que en él actuaban de niños el artista y sus hermanos y que tras emigrar a Catalunya trabajó en la metalurgia y en una empresa química. Fue precisamente en una localidad catalana, en Platja d'Aro, donde conoció a su mujer: la alemana Anita Marx. Esta le ayudó a impulsar su carrera musical.
Todo esto se contó en el documental elaborado por los lazkaotarras. Después, los jóvenes músicos y la coral de adultos de la escuela Lazkao Txiki interpretaron la canción de Xabier Lete Xalbadorren heriotzean y la nana Haurtxo txikia. El director explicó al ilustre invitado que Lete ha fallecido este último año y que Xalbador era un bertsolari.
A continuación, llegó uno de los momentos álgidos de la tarde: los profesores de la escuela de música tocaron la versión del Porompompero que en su día popularizó el grupo Gozategi, con letra escrita por los propios lazkaotarras. Cantaron, en euskera, que a gusto se irían a Benidorm con su amigo. Para entonces Manolo Escobar estaba ya visiblemente emocionado y aún se emocionó más cuando recibió el premio Txindoki de la mano de dos residentes: Transi y su tocaya Manoli. Escobar comentó que el premio va a estar "para siempre" en el mejor lugar de su casa.
Los músicos locales finalizaron su actuación interpretando el Agur Jaunak, pero aún se pudieron escuchar más canciones. Las interpretó, por supuesto, el propio homenajeado. Escobar manifestó que "nunca" hubiera pensado que siendo él de Almería, un lugar tan alejado de Gipuzkoa, fuera a encontrar "tantos amigos" en Lazkao. "Me llevaré vuestro recuerdo en lo más hondo de mi corazón", dijo antes de pedir un vaso de agua e interpretar sus canciones Madrecita María del Carmen y Estaba enamorada. Esta última melodía la cantó con Natalia Mellado, joven guipuzcoana que lleva cantando con él desde hace ya casi una década y que ayer le acompañó en su visita a Lazkao. Para finalizar, los artistas y los residentes tuvieron ocasión de charlar distendidamente mientras degustaban diversos pintxos.
Todos los mayores disfrutaron de lo lindo con la presencia del artista, pero si alguien simboliza a la perfección el ambiente que se vivió ayer en el geriátrico de Lazkao es la residente Juliana Ezkerra. Esta mujer nació en Etxarri-Aranatz, se crió en Lizarraga y va a cumplir próximamente 90 años. Hace 27 años se quedó viuda y vino a vivir a Lazkao, a casa de su hija Maite Mendizabal.
Ezkerra manifestó que le gustan "mucho" las canciones y las películas de Escobar. "Tenía costumbre de cantar mientras cuidaba a los cerdos y algunas de las melodías que cantaba eran de Manolo Escobar", recordó. La navarra afincada en Gipuzkoa incluso tenía preparado un regalo para el homenajeado. "Pensaba que cantaría la canción del carro y tenía intención de ofrecerle el mío", dijo refiriéndose a su andador.
De todos modos, no se llevó ninguna decepción. Todo lo contrario. El andaluz interpretó su canción favorita: Madrecita María del Carmen. "He cantado con él, pues todavía me acuerdo de casi toda la letra. También he cantado muy a gusto Haurtxo txikia y Agur jaunak", concluyó.