"Algunos suelen tener las abejas en pleno monte, pero ellas también necesitan un entorno acogedor"
El apicultor urretxuarra Félix Urtzelai fue homenajeado junto con al azpeitiarra Joxe Etxeberria en la fiesta celebrada el primer domingo de abril en Zegama. Urtzelai lleva toda la vida entre abejas, pues su abuelo también era aficionado a la apicultura
urretxu. ¿Dónde nació?
Nací en Urretxu en 1932, pero cuando tenía cinco años mis padres regresaron a Legazpi: al caserío familiar Azkuene. Es la casa que tiene un campo de fútbol, en la carretera de Urretxu a Legazpi. Mis dos hermanos nacieron allí, pero yo, no sé por qué, en Urretxu.
¿De dónde eran sus padres?
La ama era de Urretxu y el aita de Legazpi, del caserío Zabalotegi. Este caserío lo compró Patricio Etxeberria para ampliar la fábrica. El aita trabajaba en el ferrocarril. Era cantero y solía contar que antes de empezar a trabajar en el ferrocarril había labrado las piedras de La Concha a siete pesetas la pieza. Siempre hemos tenido abejas, tanto en Zabalotegi como en Azkuene. El aita no se dedicaba a ellas, pero el aitona sí. En Legazpi había un maestro, Francisco Mari Agirre, que trabajaba de apicultor para la mayoría de los caseríos.
¿Con quién aprendió el oficio?
Aprendí por mi cuenta, pero siempre he tenido al lado alguien con buena mano para las abejas. Por lo demás, he trabajado con el hierro. Recuerdo que en su día hice una máquina para colar la miel. En casa utilizamos una sábana para colarla. A mi esposa le gusta mucho colar la miel y envasarla. Nunca he tenido muchas colmenas. Hoy en día tengo dos, pues el año pasado perdí una.
Ha ganado mucho premios con pocas colmenas.
En el concurso del día de Santa Lucía he conseguido el primer premio en dos ocasiones y el segundo en otra.
¿Cuál es el secreto?
En invierno hay que cuidar las abejas: hay que darles un poco de comida. Yo les doy azúcar. Lo compro donde Usabiaga y después lo cuezo. Preparo un caldo bastante grueso y se lo doy para comer. En primavera, en cambio, hay que hacerles trabajar. Si se les sigue dando azúcar, no se le puede llamar miel a lo que producen. Por otro lado, hay que luchar contra las enfermedades. Yo suelo recoger la miel a finales de septiembre o comienzos de octubre. Para entonces suele estar más espesa, más negra. Además, tenemos un bonito lugar para las abejas: lo tienen todo a mano, están protegidas... Algunos suelen tenerlas en pleno monte, pero hay que cuidarlas. Las abejas también necesitan un entorno acogedor.
Ha mencionado las enfermedades, pero parece que en la actualidad la gran enemiga es la avispa asiática.
Ha aparecido ya en la zona de Irun. Hace poco tuvimos una reunión en Zaldibia y nos enseñaron varios ejemplares. Da miedo. Los males llegan ya a todas partes. Qué se le va a hacer... Cosas de la globalización.
¿Qué tal fue el homenaje de Zegama?
Lo recibí muy a gusto, pero con sorpresa. Considero que otros han hecho muchos más méritos que yo. En esta misma zona, por ejemplo, los Leunda. Me imagino que me habrán homenajeado porque pronto voy a cumplir ya 80 años.
¿Pasaron un buen día?
Sí, a pesar de que hizo mal tiempo. Los zegamarras preparan con mimo esa cita. De todos modos, no voy todos los años: cuando la Real juega en casa mi esposa y yo solemos ir a Donostia. Tenemos una casita allí y somos socios de la Real. En este mundo todo depende del dinero y la Real está sufriendo. El Athletic consigue mantenerse en Primera con gente de aquí, pero también hay que decir que tiene muchos guipuzcoanos.
¿Es muy aficionado al fútbol?
No. Le he dedicado mucho más tiempo al metal que a la Real. Estudié en la Escuela de Artes y Oficios de Donostia. El director era socio de la empresa Madaya de Urretxu y empecé a trabajar en ella. Después trabajé en Orbegozo y junto con Jesús Iturbe fui socio de la empresa de cuchillos de Eli Apaolaza, hasta que nos pusimos por nuestra cuenta. Hacemos placas de fricción y vendemos en Eslovaquia, Alemania, Francia... El que Sidenor haya cerrado la planta de Legazpi nos ha hecho mucho daño. Les comprábamos la chapa a ellos y ahora tenemos que traerla desde Alemania y Francia.
¿Ha conocido anteriormente una crisis como esta?
No. Envidio a los franceses, pues siempre trabajan a favor de Francia. Aquí cada uno va por su lado: los catalanes a un lado, los vascos a otro, los españoles a otro... Así no se puede. Si no remamos en la misma dirección va a ser difícil salir adelante.
¿Todavía visita el taller?
Sí. Todos los días voy tanto por la mañana como por la tarde. Algunas veces paso dos horas y otras ocho. Siempre hay algo que mejorar.
¿Qué aficiones tiene?
En casa siempre hay trabajo. No me gusta andar de bares, por lo que en casa suelo estar a gusto. Yo mismo me encargo del jardín.