"Colaborar con el polideportivo Hondartza nos va a permitir que nos conozcan muchos hondarribiarras"
Jon Amutxategi tiene 39 años y aunque es zarauztarra de nacimiento, se considera ya casi "hondarribiarra de adopción", ya que lleva 15 años viviendo en esta ciudad. Hace dos años abrió Justiz Golf Eskola, que ayer mismo firmó un acuerdo de colaboración con el Consistorio
Hondarribia. Jon Amutxategi era ayer un hombre satisfecho, tras la firma del acuerdo que Justiz Golf Eskola ha sellado con Hondarribia Lantzen, la sociedad pública municipal de la que depende el polideportivo Hondartza.
¿Qué supone para Justiz Golf Eskola el convenio firmado con el polideportivo Hondartza?
El acuerdo consiste en ofrecer a los más de 6.000 socios que tiene el polideportivo la posibilidad de venir aquí y recibir una clase de hora y media para conocer un poco lo que es el golf. Será los domingos en horario de 15.00 a 16.30 horas. A partir de ahí, si la persona quiere seguir aprendiendo, tendrá un 10% de descuento en el precio de nuestro cursillo de iniciación de diez semanas, que tiene un precio de 195 euros para los no socios. Para nosotros no hay una contraprestación económica directa, pero sí darnos a conocer entre muchos hondarribiarras. Ganamos en publicidad y alcance, ya que todavía hay bastante gente que no nos conoce o que confunde el Golf de Jaizkibel (el Real Club de Golf de San Sebastián, que está en Hondarribia), con Justiz Golf Eskola.
¿Es caro hacerse socio de su escuela? ¿Sigue siendo el golf el deporte de una élite social y económica?
Venir aquí a aprender y practicar no es nada caro. La entrada de un día, con los palos incluidos, cuesta 5 euros, 2,5 euros en el caso de los menores de 16 años, y el paquete de 25 bolas, sale por un euro. Igual o más barato que una sesión de cine. Y si uno se hace socio, por 210 euros anuales, puede venir cuando quiera y solo paga las bolas. El golf ya no es un deporte tan inasequible y elitista como antes, y la prueba está en recintos como el nuestro o en los campos públicos de Iparralde.
¿Por qué no hay campos de golf públicos en Gipuzkoa? ¿Falta mucho para alcanzar la cultura que este deporte tiene en otros países?
En Gipuzkoa, están los tres clubes privados de Jaizkibel-Hondarribia, Basozelai y Zarautz, en los que es muy costoso hacerse socio. El problema de nuestro territorio es la orografía, que es muy complicada, y también el precio del suelo, que escasea. Por eso es difícil lanzar aquí un proyecto de campo público. Hay países como Francia, Estados o Suecia en los que la tradición de campos públicos de golf es muy grande. Es curioso que el Estado español se venda como paraíso del golf ante los extranjeros, y sin embargo, la cultura de campos públicos está a años luz.
Hace dos años que abrieron su centro, rodeados inicialmente de cierta polémica. ¿Qué balance hace de la andadura de Justiz Golf Eskola?
Es verdad que al principio hubo ciertos recelos, sobre todo por parte de grupos ecologistas. Creo que el tiempo ha demostrado que esta instalación se integra perfectamente con el entorno de Jaizkibel y no resulta agresiva. Con el propio Ayuntamiento las gestiones para el proyecto también fueron complicadas, porque querían cuidar mucho el aspecto ambiental. Hoy todo eso ha pasado y contamos con 220 socios y 65 niños que están aprendiendo y con los que vamos a empezar a competir, algo que nos hace muchísima ilusión. Al fin y al cabo, también queremos que cale esa cultura del golf y que surjan deportistas.
Hondarribia tiene a un crack de este deporte como Txema Olazabal. ¿Tienen alguna relación con él?
Txema es un grandísimo golfista y una persona excepcional, que se vuelca con nosotros siempre que puede. No faltó a la inauguración, viene a menudo a practicar y ha tenido detalles como dar una pequeña clase a nuestros socios en nuestra fiesta de fin de año.