Irun. Los socios de la AFI han estado más de dos décadas en su sede de la calle Fueros, en el sótano del número dos. Tras años de espera y de reiteradas peticiones al Ayuntamiento de Irun, la próxima semana estrenan su nueva y flamante sede en la calle Izaga. "Estamos como un niño con zapatos nuevos", confiesa Gerardo García.
En la nueva sede van a ganar espacio, sin duda. ¿Pero qué más?
Ganamos espacio, porque pasamos de unos 40 metros cuadrados en la calle Fueros a casi 100 en Izaga, y sobre todo, ganamos visibilidad social. Creo que la AFI es conocida por los ciudadanos, saben que organizamos el Concurso Ciudad de Irun y el Concurso Fotográfico de San Marcial, en fiestas, además de colaborar con otras muchas entidades. Pero por fin, vamos a estar a pie de calle, van a saber dónde encontrarnos. Eso es algo vital para cualquier asociación. La nueva sede nos permite abrirnos a la ciudadanía, con la capacidad de organizar allí exposiciones, hacer proyecciones o tener más espacio para nuestro cursillo anual de iniciación a la fotografía. La primera exposición la inauguramos el día 6, junto con el propio local.
¿Ha sido complicado el camino hasta conseguir esa sede?, ¿están satisfechos con lo que tienen?
No ha sido un camino fácil, porque somos muchas las entidades que pedimos al Ayuntamiento tener una sede mejor. A nosotros nos ha llegado el momento ahora, incluso en plena crisis, y la obra de adecuación del local se ha hecho con un presupuesto muy ajustado. De hecho, la hemos completado nosotros. Incluso nuestros socios han puesto horas de trabajo y también algo de dinero. Y Maialen Arocena nos ha pintado un precioso mural en la fachada. Que nadie piense que nos han dado un local de lujo. El Ayuntamiento ha hecho todo lo que ha podido en estos momentos y le estamos muy agradecidos. Estamos satisfechos del resultado, aunque algún socio ya ha dicho eso de que ya se nos queda pequeño.
Hablemos del curso de fotografía que organizan cada año. ¿Cómo ha sido la acogida en este 2011?
Seguimos en la tónica habitual, mucha demanda y una oferta que tenemos que limitar en plazas. El cursillo es una de nuestras actividades más importantes, porque los socios de AFI lo impartimos por amor al arte, nunca mejor dicho. Enseñamos las bases técnicas y además, transmitimos a la gente lo que para nosotros es nuestra pasión. Disfrutamos mucho con el curso, que además es hacer cantera para la AFI, porque de ahí surgen socios cada año. Nos gustaría poder hacerlo dos veces al año, pero no podemos abarcar lo que eso exige.
¿En su cursillo han desechado ya definitivamente la fotografía analógica?, ¿qué opina del cambio a lo digital que se ha vivido?
La fotografía analógica ha quedado atrás en el cursillo, incluso en la nueva sede ya no tendremos un laboratorio de revelado, porque son muy pocos los socios que lo utilizarían. El cambio a lo digital, como todo en la vida, ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas. ¿Lo bueno? Ver la foto en el momento de hacerla, el hecho de que la inversión económica puede ser importante pero que luego, con las tarjetas de memoria, el gasto es mínimo. Además, con las posibilidades que abre el retoque fotográfico por ordenador, un fotógrafo disfruta en el momento del clic y también después, porque se abre un amplio campo de expresión y creatividad. ¿Lo malo de la fotografía digital? Los vicios de la inmediatez, el ir tirando fotos todo el rato. La fotografía pierde el valor que tenía antes, cuando tenías que cuidarte mucho de lo que retratabas, porque cada clic suponía su buen dinero en rollos y revelados. Ahora podemos hacer fotos de todo y de cualquier manera.
¿Y cómo se combate eso?
Lo que debemos hacer es fotografiar con criterio. Estudiar y pensar qué queremos y cómo lo queremos. Y sacar la foto como si estuviéramos con la vieja cámara analógica y sus carretes. Es lo que tratamos de inculcar a los alumnos de nuestros cursos: que se tomen su tiempo, que midan la luz, que piensen en el encuadre, que hagan la foto, como si no fuera a haber ninguna más. Aunque luego se podrá retocar y corregir en un ordenador, si es necesario. Pero que el clic siga siendo un momento único y mágico, como lo era antes.