Deba. La empresa constructora Umpro, propietaria del edificio que albergó en su día el hotel Miramar de Deba, ya ha iniciado los preparativos necesarios para la inminente demolición del viejo inmueble, construido en su configuración actual en el año 1961, es decir, hace exactamente medio siglo.

Por razones de seguridad, la mayor parte de los trabajos para el derribo del viejo hotel (ocupa algo más de una tercera parte del edificio ubicado en la primera línea de playa) se llevarán a cabo "de forma manual"; toda vez que la maquinaria no se usará hasta la parte final de la operación, esto es, "hasta que solo queden por derribar las plantas más bajas", explica el alcalde de la localidad costera, Jesús Mari Agirrezabala.

Visiblemente satisfecho por el inicio de una actuación que comenzó a gestarse hace más de una década y que ha tenido que superar infinidad de obstáculos y trámites administrativos (a nivel local, territorial, autonómico y estatal), el primer edil avanzó ayer que la demolición del inmueble y la posterior retirada de los escombros generados "deberá estar completada para el próximo día 15 de mayo"; fecha que dará inicio a la nueva temporada de baños.

Una vez finalizada esa primera fase del proyecto para la sustitución del viejo hotel por un nuevo edificio residencial, la ciudadanía de Deba y los visitantes podrán disfrutar con total normalidad de la playa durante los meses de verano.

No en vano, la empresa promotora de la actuación no iniciará la construcción de las 28 viviendas previstas (con sus respectivos trasteros y garajes) hasta mediados de septiembre, "cuando finalice la temporada estival".

Un largo camino El edificio actual del hotel Miramar de Deba (con planta baja y siete alturas) se levantó en el año 1961, tras la ampliación de una edificación previamente existente.

Durante sus tres primeras décadas de funcionamiento, el hotel Miramar, con una gestión de tipo familiar y 70 habitaciones, gozó de buena salud; pero todo cambió en los años 90 del pasado siglo XX, cuando comenzó a consolidarse un turismo de tipo estacional, cuya presencia apenas se dejaba notar en Deba durante los dos o tres meses de verano.

En esa tesitura, la supervivencia en condiciones de rentabilidad para un equipamiento hotelero como el de Miramar, con un número importante de habitaciones, se antojaba cada vez más difícil.

Los peores augurios se cumplieron en torno a los años 1995 y 1996, cuando la familia propietaria del hotel tomó la decisión de abandonar la actividad y vender el inmueble.

Consumado el cierre, a finales de los años 90 el Consistorio local planteó a los dueños del edificio la posibilidad de dotarle de un uso mixto, destinando las plantas bajas para hotel y las ubicadas en los niveles superiores para viviendas.

Sin embargo, esa propuesta no prosperó, a pesar de que inicialmente surgió un promotor interesado en llevarla a cabo.

Al ver que la posibilidad de dar un uso mixto al edificio se desvanecía, el Ayuntamiento de Deba volvió a tomar cartas en el asunto en los años 2002 y 2003. Así, en pleno proceso para la revisión de las Normas Subsidiarias de la localidad, los responsables municipales contactaron con la familia propietaria y le realizaron una oferta económica similar a la que tenía concertada con el promotor anterior, "para construir Viviendas de Protección Oficial".

Según explica el propio alcalde, "la familia no aceptó la propuesta del Ayuntamiento porque le pareció que no era suficiente y optó por realizar una especie de subasta ante posibles promotores interesados".

A partir de ahí, varias empresas constructoras contactaron con el Consistorio debarra para interesarse por las posibilidades urbanísticas existentes para ese solar.

Ante esas consultas, la entidad local mostró su disposición a realizar ante las diferentes instituciones las gestiones oportunas "para regularizar y posibilitar un proyecto de tipo residencial a través de la revisión de las Normas Subsidiarias".

Eso sí, el Ayuntamiento advirtió a las empresas interesadas de que la consecución de ese objetivo conllevaba un considerable incremento del valor del inmueble (al pasar de uso hostelero a residencial); por lo que, de prosperar la propuesta, el Ayuntamiento debería percibir a cambio 1,2 millones de euros y un local de 275 metros cuadrados en la planta baja del futuro edificio de viviendas.

Esa propuesta del Consistorio se recogió en un convenio urbanístico aprobado por el Pleno municipal en julio de 2005 "por mayoría absoluta y sin votos en contra". Fue, recuerda Agirrezabala, "poco después de que Umpro, la promotora actualmente propietaria, materializara la compra del inmueble".

El último lustro Una vez consumada la venta del hotel Miramar en 2005, la nueva empresa propietaria y el Ayuntamiento debarra unieron sus fuerzas y trabajaron conjuntamente para superar las diferentes dificultades que fueron surgiendo y hacer valer el convenio rubricado entre ambas partes tras recibir el beneplácito del Pleno.

En un primer momento, la promotora se decantó por construir viviendas rehabilitando de manera integral el edificio; una de las dos opciones que se contemplaban en la revisión de las Normas Subsidiarias (la otra era sustituir el hotel por un nuevo inmueble residencial).

Sin embargo, la rehabilitación del edificio, la opción más atractiva para el promotor (posibilitaba una edificabilidad máxima de 4.127 metros cuadrados, frente a los 3.493 metros cuadrados de la sustitución), se encontró con un informe contrario del departamento de Costas del Ministerio de Medio Ambiente que, en abril de 2010, alertó de que las alteraciones previstas en la rehabilitación, "excederían de lo previsto en la Ley de Costas".

Así las cosas, a los responsables de la empresa propietaria del viejo hotel Miramar no les quedó otra alternativa que abordar un proyecto para sustituir el edificio, demoliéndolo, por otro de nueva construcción. Todo ello, con la particularidad de que la Ley de Costas obliga a los promotores a retranquear el futuro edificio 20 metros hacia atrás, es decir, fuera de la línea de dominio público marítimo-terrestre.

Ese cambio de alineación implica que el futuro edificio residencial invadirá la zona de servidumbre del ferrocarril, por lo que la puesta en marcha del proyecto no ha sido posible hasta recibir el visto bueno de ETS, que impuso una serie de condiciones para su ejecución (entre ellas la construcción de un muro de contención para evitar ruidos y riesgos y un vial peatonal).

El Ayuntamiento de Deba recibió el pasado día 4 de marzo el documento por el que la entidad ferroviaria dependiente del Gobierno Vasco le autoriza para ejecutar las obras del futuro edificio residencial, que arrancarán en septiembre.

Una vez materializado el proyecto urbanístico, el aspecto que ofrecerá esa zona de Deba mejorará de manera considerable.