Donostia. Hace dos años, compartía con este diario los temores que le invadían al pensar en el futuro de su oficio. ¿Cómo ha evolucionado?

La evolución es clara: hace diez años éramos seis vidrieros y hoy quedo yo solo. De los tres que quedábamos hace dos años, el de Gros, Julián Unanue, acaba de cerrar y el de Irun, José Luiz Alonso, se ha jubilado. Creo que en la calle Virgen del Carmen hay un chico joven que trabaja con el cristal, pero no vidrios emplomados y en el registro de la Diputación no está censado como artesano. Está claro que no hay relevo generacional y si esto no cambia, dentro de unos años no habrá ningún vidriero.

En 2007 planteaba que las instituciones incluyesen en su plantilla a jóvenes artesanos para asegurar la permanencia del oficio. ¿Se ha hecho?

No, y sigo pensando que sería una buena manera no sólo de mantener el oficio, sino de asegurar la restauración de las vidrieras. He planteado esto al Gobierno Vasco y la Diputación, pero no me han respondido.

¿La crisis le ha afectado al trabajo?

Nuestro trabajo se centra cada vez más en las restauraciones de piezas, ya que año tras año se producen menos vidrieras. Como ejemplo, puedo decir que en vez de los 20 ó 30 escudos heráldicos que hacía antes, el año pasado sólo tuve un pedido.

¿Y en cuanto al número de encargos de las instituciones?

Está claro que las instituciones miran cada vez más el dinero y se lo piensan mucho antes de pedirte restauraciones. Pero sigo trabajando bien. El año pasado, por ejemplo, arreglé dos luceros del ayuntamiento, además de muchas puertas y escudos de particulares.

¿El cierre de los otros dos talleres le ha beneficiado?

Algunos clientes de Unanue y Alonso han venido a mí, pero todavía es pronto para saber cómo me afectará, éste es un oficio bastante peculiar.

¿Cómo está el oficio de los vidrieros fuera de Gipuzkoa?, ¿se relacionan entre ustedes?

¡Antes éramos pocos aquí y casi no nos conocíamos, como para relacionarnos con los de fuera! La verdad es que no hay muchos vidrieros y además, hay muchos camuflados; cristaleros y artesanos que se presentan como vidrieros pero no lo son.

¿Recibe pedidos de fuera?

Mi trabajo se centra principalmente en San Sebastián y Gipuzkoa, pero también me llaman de Francia, Madrid y otros puntos.

¿Cada cuánto tiempo necesita ser reparada una vidriera?

Depende de muchos factores como del tamaño, la calidad, de si está en el exterior o en el interior, si está en un lugar de paso... En cualquier caso, las vidrieras se mantienen muy bien. Como ejemplo, puedo decir que las del Buen Pastor que voy a arreglar ahora tendrán en torno a 100 años y no se han tocado hasta ahora.

¿En qué consiste el trabajo que va a realizar en la catedral?

Voy a restaurar dos piezas que están a unos 30 metros de altura y que se habrán estropeado con los últimos vendavales. Lo curioso es que para arreglar unas piezas tan pequeñas es necesario colocar unos andamios enormes porque las vidrieras están pegadas con cemento.

Entonces, ¿trabajará in situ?

Sí. Habitualmente me suelen traer las piezas al taller, pero a veces resulta imposible y he de moverme. Esperemos que no llueva porque si no, no podré trabajar. Con frío sí es posible restaurar vidrieras, pero si llueve es imposible porque hay que pintar, pegar piezas con silicona, etc.

¿En qué ha trabajado últimamente?

He hecho pequeñas vidrieras para Hendaia y otros puntos de Francia y me han pedido un presupuesto para restaurar las 24 de la iglesia conocida como Hospitalillo de Irun.

¿Le regatean los precios?, ¿ha tenido que rebajarlos por la crisis?

La gente regatea cada vez más y no te queda otra que ajustar los precios. Pero hay que dejar claro que casi siempre surgen imprevistos que hacen difícil acertar con el presupuesto. No tiras por lo alto para no ahuyentar al cliente. Si no miras con lupa, no te salen las cuentas.

De todas las piezas con las que ha trabajado, ¿cuál es su favorita?

Una de las vidrieras que más me gusta es la del portal del edificio que tiene el Gobierno Vasco en la plaza de Bilbao. Fue un trabajo bastante duro porque eran dos vidrieras ¡y cada una estaba compuesta por 250 piezas! Además, no eran formas rectangulares, por lo que todo fue más difícil.

¿Fue ése su trabajo más difícil?

Fue difícil, pero no sé si el que más porque hay casos parecidos como las enormes vidrieras de 50 x 50 de la catedral del Buen Pastor. Cada una se compone por cristalitos más pequeños que una uña y a veces hay que soltarlos uno a uno y volverlos a armar. Se requiere de mucha precisión.

¡Y paciencia!

Claro que sí.

¿Ha recibido algún pedido curioso?

Una vez tuve que ir a Burgos a cambiar una pieza de una vidriera y hace poco me llamaron de Bilbao para pedirme que hiciese una imitación de vidrieras, querían que pegase el plomo en el vidrio en vez de empalmarlo y eso es peligrosísimo porque puede despegarse. Les dije que no.

¿Es cierto eso que se dice de "en casa de herrero cuchillo de palo..."? ¿Tiene vidrieras en su casa?

La verdad es que el refrán acierta conmigo. Tengo muy pocas vidrieras en casa y todas son muy sencillas. Como sé que no me las pagarán, no me complico demasiado.