No gano para zapatos
Pendientes como las de Aldakonea o Konkorrenea hacen de Egia un lugar difícil para sus vecinos, que sufren en sus pies la dureza del terreno. Allí se rompe más calzado, sobre todo de mujer. Los zapateros del barrio explican lo que supone vivir en cuesta.
ALDAKONEA, Konkorrenea, Aldapa... Cuestas que impresionan y hacen que la gente tire de freno -de tacón en este caso- y se eche hacia atrás por miedo a resbalarse. Día tras día. El calzado de mujer es el que más sufre, sobre todo cuando el tacón es más alto. Pura física. Lógica aplastante para los dos zapateros del barrio. Egia, por sus pendientes, es uno de los que más roturas de calzado presencia día a día en Donostia. Su orografía es un desafío constante, incluso en arterias principales como las calles Egia y Virgen del Carmen, también en cuesta. Las mujeres, en todo caso, son las más damnificadas.
Pili es hija de zapatero y propietaria de un establecimiento de reparación de calzado en la calle Virgen del Carmen, junto con su marido José Ramón. Hacen un símil entre los zapatos y los coches. "El freno del zapato es el tacón. Tú vas pisando y haciendo fuerza, y el tacón frena para que no te caigas. El miedo natural de la persona es no caerse, y en zona de cuestas, frenamos mucho más. Cuanto más pendiente, por supuesto, el efecto es mayor. Y en Egia cuestas hay muchas".
La rotura del fleje o cambrillón -la estructura metálica que sujeta la planta del calzado- es la más específica en barrios con cuesta, en los que Egia se lleva la palma. Es la más difícil de reparar, la que requiere de mayor trabajo y "la menos agradecida", narran los expertos.
La rotura de la tapa del tacón es más frecuente, y aunque en zona de cuestas se da con mayor frecuencia, puede producirse en cualquier tipo de terreno, también en zonas llanas. Es una avería típica de las jóvenes. "Las chavalas no rompen flejes. No tienen tanto miedo al caminar y no se echan para atrás. Además, se mueven a la moda y no les da tiempo a romper el fleje", añade José Ramón, esposo de Pili y también zapatero. Las personas mayores son más conscientes del peligro y van más segurolas, por eso hacen más presión en el tacón y fuerzan la estructura".
Otro de los problemas cotidianos que tienen los vecinos de Egia es el de los resbalones. Sobre todo cuando llueve. La asociación de vecinos Egia Bizirik ha reclamado al Ayuntamiento en varias ocasiones -lo ha vuelto a hacer recientemente- que aplique algún producto antideslizante en estas calles, algo que ya se hizo en el pasado y que pronto perdió su efecto.
Los zapateros añaden que hay otro problema añadido al suelo: la circulación. "El tubo de escape de los coches suelta porquería y la grasilla ésa crea una capa en las aceras. En Egia hay mucha circulación y es un agujero. Cuando empieza a llover, las aceras se convierten en una pista de patinaje en cuesta. Los que vivimos aquí, nos fijamos mucho en eso. Entonces, a una persona que anda con miedo, si le sumas los materiales con los que hoy en día se está haciendo el calzado, que no son tan adherentes como antaño, haces una mezcla explosiva".
"las cuestas impresionan"
Suela nueva, por si acaso
José Ramón reconoce que mucha gente del barrio, nada más comprarse calzado nuevo, acude a los zapateros para poner una suela que no resbale. "A priori, no saben si resbala o no, pero las cuestas que hay en el barrio impresionan y antes de comprobar si resbala o no, cambian la suela. Luego hay sitios más conflictivos que otros. Las tapas del tacón, de todos modos, resbalan todas. Las hacen de un plástico muy duro y patinan siempre. Es importante poner una cubierta de goma. Así se evitan las caídas, porque es con lo que se frena. Y más en un barrio como éste".
En todo caso, Egia es más de flejes que de otra cosa. Los profesionales recomiendan "el menor tacón y lo más ancho posible", porque la presión que se hace en el zapato con un tacón alto es enorme".
Cándido, zapatero en la calle Egia e hijo de otro profesional del gremio, incide en otro aspecto relevante. En su opinión, la baja calidad del material tiene la mayor culpa de las roturas, que, por supuesto, aumentan en zonas de cuesta como Egia: "Ahora hay mucha porquería de zapato. Así de claro. El precio del calzado de calidad, decente, no ha subido todo lo que debería, en proporción. Los zapatos están casi al mismo precio que hace quince años y, claro, la calidad es peor".
material de peor calidad
Subir Konkorrenea exige más
"Antes se reparaba el zapato por desgaste. Se colocaban suelas y tapas nuevas cada temporada y el calzado se aprovechaba de un año para otro. Era como las cubiertas del coche. Se gastaban y se cambiaban. Un buen zapato aguanta dos, tres y hasta cuatro reparaciones. Los de ahora, no, porque son de malos materiales y vienen mal fabricados", añade.
Según Cándido, "obviamente, si tú vives en un sitio llano, no se castiga tanto el calzado. Con el coche sucede igual. Si tienes que subir montañas, se gastan más las ruedas, porque se frena más. La persona que está subiendo la cuesta de la calle Konkorrenea un día sí y otro también, está forzando más y está gastando más zapato. Si éste es de mal material, la rotura está asegurada", explica este profesional.
Coincide con sus competidores de la calle Virgen del Carmen en que se rompe "más zapato de mujer que de hombre": "Sobre todo, porque el varón anda apoyado sobre más superficie de calzado, más talón, más suela y más todo. Imagínate un zapato de un centímetro de tapa, de esos de aguja que se han puesto de moda ahora...".
Según Cándido, hoy en día "no se lleva a cabo la fabricación artesanal que se hacía antes. Ahora todo son productos inyectados, con calor o con moldes. Es calzado más hueco, menos sólido. Todo se hace con PVCs y poliuretanos, que con el tiempo caducan, aunque no se hayan utilizado. Si el material fuera mejor, no se rompería tanto el calzado y no se resbalaría tanto".
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