Como cada 6 de enero desde que nació el primer nieto, las familias Albeniz y Prieto se reunieron ayer en el domicilio de los aitonas, en el donostiarra barrio de Egia, para abrir conjuntamente los regalos de todos ellos. Asier y Ander Prieto, de cinco y dos años respectivamente, y sus primos Unai y Josu Albeniz, de siete y cuatro, recibieron presentes en sus propios domicilios, pero tuvieron que aguantar hasta después de comer para abrir los obsequios más deseados, los que se juntan cada año con el barullo de la celebración que tiene lugar en casa de los aitonas, una fiesta especial que sube el nivel de nervios de los pequeños hasta conseguir que coman "en un minuto", según Ain-tzane, una de las madres que participan en la fiesta.

El patriarca de la familia, el aitona Josu, se confiesa defensor de los Reyes: "Son lo mejor". Y recalca tajante: "Me gustan todas las tradiciones, lo que pasa es que a la gente le comen el coco y no piensa. Los Reyes son una bonita tradición religiosa, que no española ni vasca ni francesa ni china. Son los que llevaron los regalos al niño Jesús. El Olentzero era otra cosa muy diferente, aunque lo han cambiado".

Con edad de abuelo y espíritu de chaval, reconoce que él es uno de los que más regalos ha recibido y hace un alto en la partida del nuevo juego para la Play Station para charlar con este periódico. Al "quinto niño", como él se define, le han traído lo que ha pedido: un juego para disfrutar con sus nietos, además de algunas sorpresas.

Los cuatro niños, por su parte, tras dejar toda la casa llena de papeles de regalo por los suelos, se concentran en sus nuevas propiedades. Los Reyes, con ayuda de las madres, se las han visto y deseado para poder cumplir con las peticiones que figuraban en las cartas, algunas de ellas agotadas y otras difíciles de hallar. Entre la docena de paquetes que se abrieron en este domicilio de Egia destacaron distintos juguetes relacionados con Spiderman, en superhéroe que vuelve a estar de moda entre la población infantil. Muñecos de la familia Gormiti, clásicos juegos de construcciones y otros juguetes y obsequios para adultos fueron saliendo de sus paquetes, grandes y pequeños, colocados cuidadosamente junto a los letreros con los nombres de cada miembro de la familia. Y la tradición se renovó otro año más.

Atrás quedó la tarde de la cabalgata, a la que los cuatro primos acudieron juntos, y la noche de nervios que impidió dormirse a más de uno, que no logró conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada.