Izaro Andrés está radiante. En una nube. Tal vez, en el pico de su carrera. La publicación del disco cerodenero a finales de 2023 le ha llevado, entre otros lugares, a tocar en Nueva York. Además, la artista de Mallabia (Bizkaia), de 31 años, le está cogiendo el gusto a los grandes recintos durante este verano: Sanfermines, el Jazzaldia donostiarra, el festival Sonorama de Aranda de Duero, el malecón de Zarautz el próximo 17 de agosto en su Semana Grande… El paso del tiempo parece remar a favor de Izaro y, lo más importante, disfruta como nunca.
Abarrotó la plaza del Castillo en los Sanfermines y días después tomó un vuelo para tocar en Nueva York. ¿Está siendo un verano cañón, como canta el grupo Alcalá Norte?
-Muy cañón. Desde que empezamos a girar en el mes de enero hemos estado subiendo una montaña, y con la llegada del verano siento que he llegado como a una especie de cima. Desde aquí se pueden ver las cosas con otra perspectiva, con paz, lo bonita que ha sido la subida… Es un momento en el que están pasando cosas superbonitas e increíbles, y las estoy afrontando con mucho gusto y serenidad. La banda y yo somos muy conscientes de ello y estamos muy orgullosas de lo que estamos viviendo. Tocamos en escenarios y plazas muy grandes donde las vistas son muy bonitas, y creo que a partir de septiembre empezaremos ya a bajar la montaña.
Le he escuchado decir que con la publicación del disco cerodenero quería volver a conectar con el público. ¿Siente que se le están abriendo más puertas?
-Sí. Realmente están pasando todas las cosas buenas que podían pasarme con el disco. Hasta cosas que nunca me hubiera imaginado.
¿Puede poner un ejemplo?
-El otro día en Nueva York me regañaron por no haberme inscrito a los Premios Grammy. No lo había hecho porque creía que no iba a ir a ninguna parte. Ya no puedo apuntarme, pero en el futuro lo haré.
Ha anunciado que va a terminar esta gira con un concierto en el BEC el próximo 31 de mayo. ¿Quería culminar a lo grande?
-La última canción del disco (Todas las horas que pasan) me sirve como lema en el que la vida va a pasar igual tomes riesgos o no, consigas cosas o no. Es algo inevitable. Desde esta altura, desde estas vistas, le dije a Sergio (Cruzado, su mánager) que estaba disfrutando de la gira y que quería que todo el mundo la viese. Pensamos que tenía que acabarse a lo grande para celebrarlo con nuestros fans más fieles y cercanos, y también con todo aquel que tenga un ápice de curiosidad y quiera vernos. Que entremos todas sí o sí por última vez.
Se habla poco de la importancia que tiene en su carrera Sergio Cruzado. ¿Cuál es su punto fuerte?
-Sergio es un hombre pegado a un teléfono (risas). Él confió en mí y me apoyó desde el principio y es la persona que me ayuda a tener los pies pegados a la tierra.
Cada lanzamiento discográfico va acompañado de un universo estético propio. ¿De dónde surge la necesidad de reinventarse constantemente?
-No lo puedo evitar. Estoy siempre creando mundos y es lo que tiene sentido para mí. Soy una cantautora centrada en mis propias vivencias y, mientras voy cambiando y creciendo, también cambian mi arte y la visión que tengo de las cosas. Cuando diseño un disco tengo que ver todo lo demás, lo que hay alrededor de las canciones.
Con el tiempo se ha abierto a más estilos, pero el hilo conductor de su trayectoria es la amplitud que da la música pop. ¿La melodía y la voz están al servicio de las canciones?
-Supongo que mis canciones son muy eclécticas y diferentes entre sí. Cuando saqué mi primer disco, en los inicios, hacia 2015-2016, la gente decía que los temas eran muy distintos y que ya encontraría mi camino. Y realmente es este mi camino: la continua exploración de sonidos pasados por un filtro pop. Es lo que lo mantiene coherente. Canciones diferentes unidas por el nodo del pop.
Su carrera comercial ha sido ascendente. Difícilmente se le puede achacar el típico argumento de que el primer disco era mejor.
-(Ríe). Qué guay. Es verdad que los fans disfrutan mucho con las nuevas canciones y, luego, cuando suena una canción más antigua, entran en una especie de nirvana. Me encanta que aprecien toda mi discografía en su conjunto: si miras en Spotify muchísimas canciones tienen muchísimas reproducciones. ¡Escuchan los discos enteros! Los discos y las eras de mi carrera están muy divididos entre sí. Está muy guay ser reconocida en eras.
Su gran prueba de fuego fue el macroconcierto en el velódromo de Anoeta en mayo de 2022. ¿Cómo lo recuerda?
- Lo recuerdo con mucho cariño y muchos nervios. Era la primera vez que hacía algo tan grande. Mi hábitat natural son los teatros y auditorios, así que para mí fue todo un reto salir a un espacio tan grande. Poder dar esos saltos y que vayan saliendo bien me confirma que también puedo estar a gusto en las plazas y lugares tochos. Es una experiencia totalmente diferente de la que también disfruto.
Empezó en la música porque una amiga le regaló una guitarra en una tómbola. ¿El azar es una pieza imprescindible en la trayectoria de Izaro?
- Creo que sí. Además, ha sido un azar insistente porque nunca pensé que esto podría ser un camino real para mí. No me había formado musicalmente para algo así. Yo ya escribía canciones desde pequeña en mi cabeza; pensaba que todo el mundo lo hacía y resulta que no era así. Pero hacer una carrera musical era algo ajeno e irreal hasta que mi amiga, que se llama Sara Rubia, me dio la guitarra y me puse a componer canciones.
Nuevos mundos
Cuando ya nos habíamos acostumbrado al universo cítrico de Izaro, va y cambia de tercio con el minimalismo cromático de cerodenero, su último álbum de estudio. A la artista de Bizkaia residente en Donostia, el díptico conceptual de Limones en invierno (2020) y Limones de oro (2022) la catapultaron a la fama.
Algunas de sus canciones más celebradas (Invierno a la vista, Delirios o Errefuxiatuena) corresponden a esta etapa ensombrecida por la pandemia, en la que colaboró con artistas a los que admira: Xoél López, Zahara, Amaral, Mikel Urdangarin, Eñaut Elorrieta…
Nunca fue una aspirante a estrella musical. Desde su primer álbum, Om (2016), Izaro no ha abandonado el amplio espectro del pop, pero ha demostrado estar por encima de las etiquetas, de las corrientes y de las modas.
El éxito no ha sido un fin en sí mismo, sino el resultado de un largo proceso. Cada etapa musical es distinta a la anterior, sobre todo en el plano artístico/estético, y ha abierto nuevos caminos para otras solistas vascas: Olatz Salvador, Verde Prato, Olaia Inziarte, Sara Zozaya, Idoia…
Izaro es la voz más conocida de una generación de mujeres que cantan en diferentes idiomas, se atreven con distintos géneros y están conectando con el gran público.
Su acierto consiste en la manera natural, nada impostada, en la que ha escogido y mezclado los ingredientes creando nuevos mundos. Sus mundos. ¿Qué será lo siguiente? ¿Volverá a los cítricos? Lo que es seguro: se avecina una nueva fantasía.