Isidro Lángara
El delantero tiene en su haber marcas que las estrellas mediáticas de hoy en día no han podido batir
FUERTE, musculoso, rematador y con un potente disparo. Así recuerdan a Isidro Lángara los que lo vieron jugar. Agradecido, bondadoso, amigable, feliz y vividor, quienes tuvieron el placer de conocerlo personalmente. Siempre tenía la portería entre ceja y ceja, el gol en mente. Era de los que pensaba que la estrategia defensiva acababa con la belleza del fútbol.
Isidro nació en Pasaia tal día como hoy, hace cien años. En la niñez, su ilusión era darle a la pelota. Dio los primeros pasos de su carrera futbolística en modestos equipos regionales mientras compatibilizaba el trabajo en una algodonera. Comenzó su andadura a los diez años en el Bildur Gutxi andoaindarra. Después fue jugador del Siempre Adelante de Pasaia y del Esperanza de Donostia, antes de recalar en el Tolosa CF. Pudo fichar por la Real, pero no quiso, porque el delantero titular del equipo realista era su ídolo Cholín, y pensaba que no le iba a quitar el puesto.
En 1930, a los 18 años y tras no encontrar un equipo guipuzcoano interesado en él, fichó por el Real Oviedo, después de que el gerente de Aguas Insalus, de visita comercial en la capital asturiana, lo recomendara a uno de los directivos del club, Luis Botas. Tras realizarle una prueba, el joven goleador convenció al técnico oviedista, Patricio O'Connell, que calificó al jugador como un "diamante en bruto". Después del examen, Óscar, el portero, se revisó las manos. El club asturiano, que jugaba en Segunda, desembolsó 9.810 pesetas para fichar al jugador, de las cuales 3.000 fueron a parar a las arcas del Tolosa, mientras que 4.000 se abonaron al jugador. Su madre se asustó al ver el primer sueldo, pensando que su hijo había robado un banco. El salario era de 800 pesetas. Eran tiempos en los que el dinero no había irrumpido en el fútbol.
Su debut con el Oviedo llegó un 27 de diciembre frente al Atlético de Madrid, al que hizo dos de los cuatro goles que dieron la victoria a su equipo por 4-1. En los 18 encuentros que disputó, marcó un total de quince goles. En la siguiente campaña, consiguió 22 goles en 16 partidos, consagrándose incluso a nivel estatal.
Esto hizo que le llamaran para la selección española. Por aquel entonces existía la costumbre de que el seleccionador convocase a un jugador local. Lángara fue el elegido por José María Mateos para disputar un España-Yugoslavia en la inauguración del estadio Carlos Tartiere, actual campo del Oviedo. El encuentro finalizó con el resultado de 2-0, con goles de otro guipuzcoano, Luis Regueiro, y el mismo Isidro. En total anotó 17 goles en 12 partidos, siendo el delantero con el mejor promedio de goles de la historia de la selección.
En la campaña 1932/33 el conjunto ovetense logró el ascenso en el que, una vez más, el ariete fue fundamental. En Primera División el rendimiento de Lángara fue extraordinario, ya que fue el máximo goleador de la categoría tras anotar 27 goles en 18 encuentros.
Sus números le abrieron las puertas de la selección y fue llamado para el Mundial de Italia del año 1934. El estreno mundialista llegó un 27 de mayo en Génova, en donde se enfrentaron a la gran favorita, Brasil. Los españoles consiguieron el triunfo por 3-1 y Brasil cayó eliminada. Iraragorri marcó a los 17 minutos. Lángara amplió la ventaja anotando dos goles en el 25' y en el 28'. Leónidas conseguió el único tanto de los cariocas en la segunda parte. Después se vieron las caras con Italia, la anfitriona, con quien sucumbieron dadas las presiones ejercidas por Mussolini para que la selección de su país fuera campeona mundial. Los italianos lesionaron a los hombres más importantes de la selección estatal, incluido Lángara. España se tuvo que volver a casa, pero fueron recibidos como héroes. Alcalá Zamora, presidente de la República, condecoró a los jugadores con la medalla al Mérito Deportivo.
Durante las próximas dos temporadas se escribió la etapa más gloriosa del Oviedo, que quedó en tercer lugar. Los azules conformaron la delantera eléctrica, formada por Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín. Al igual que en la temporada 1933/34, en los siguientes dos años, Isidro fue Pichichi. El Barcelona tenía apalabrado su traspaso, pero en el año 1936 estalló la Guerra Civil, los equipos se descompusieron y la Liga quedó suspendida. A lo largo de su estancia en el equipo asturiano, anotó 81 goles en 61 partidos.
Durante parte la guerra, Lángara combatió en el frente republicano, aunque antes fue capturado acusado de pertenecer al bando fascista. Lángara no hizo el servicio militar. Se tomó unas fotos junto con sus compañeros de equipo, con fusil en mano, como prueba de que había realizado la mili. Años más tarde, un periódico publicó la foto y un día que se encontraba junto con algunos de sus compañeros comiendo en Lekeitio lo llevaron preso, y fue retenido en un barco. El PNV de Andoain se enteró y lo sacó de allí. Una vez fuera, Lángara se escondió durante un mes en Bilbao, en el bar del abuelo del exárbitro Iturralde, que también ejerció labores de colegiado.
selección de euzkadi
Exilio en México y Argentina
A partir de ese momento, el Gobierno Vasco promovió la creación de la selección de Euzkadi, y organizó una gira europea con el objetivo de realizar una labor propagandística en favor del Gobierno Vasco y la República, y recaudar fondos. El combinado euskaldun deparó gran expectación, ya que el grupo reunía a varios de los mejores futbolistas de la época, como Iraragorri, Gorostiza, los hermanos Regueiro y Zubieta. También a Isidro.
La gira comenzó en Francia, donde vencieron al campeón de liga, el Racing de París. El presidente del club francés, de origen judío, ofreció un contrato millonario a Lángara y a Luis Regueiro, pero fue este último quien rechazó la oferta. Años más tarde se supo que los nazis fusilaron a todos los componentes del club. De esta manera prosiguieron con la gira, jugando ante equipos como el Lokomotiv o el Spartak de Moscú y a las selecciones de Noruega o Dinamarca. En uno de los partidos disputados en la capital soviética, Isidro marcó un gol desde el centro del campo y el colegiado le revisó las botas.
Cuando Bilbao cayó en manos franquistas, la selección decidió emigrar a Cuba y Argentina, antes de recalar finalmente en México, donde se inscribió en la Liga bajo el nombre Club Deportivo Euzkadi, quedando en segundo lugar.
Terminado el conflicto bélico en 1939 con victoria franquista, la selección se disuelve. Cada jugador cobró 10.000 pesetas por los servicios prestados. El capitán de la selección vasca, Ángel Zubieta, animó a Lángara para que viajara a Argentina y fichara por el San Lorenzo de Almagro, a lo que el delantero accedió.
El debut con el conjunto bonaerense fue el mismo día de su llegada a la ciudad, un 21 de mayo de 1939. Su avión aterrizó por la mañana, mientras que por la tarde disputó su primer partido con la elástica azulgrana ante el River Plate. No defraudó. A los siete minutos, anotó el primer tanto para su equipo. Seis minutos más tarde Peucelle puso el empate, pero Lángara logró tres goles más para su equipo. De ahí en adelante, se convirtió en ídolo de la hinchada, que lo llamaba dinamitero.
Aquella temporada, Lángara marcó 35 goles, a pesar de haber llegado con la temporada comenzada. Fue el máximo anotador del torneo, logro que repitió la siguiente campaña, con 34 tantos. De esta manera se convirtió en el primer futbolista en ser pichichi en tres países distintos, algo que igualarían Di Stéfano y Romario. Durante los cuatro años que vistió la camiseta del San Lorenzo no ganó ningún título, pero disputó 121 partidos en los que convirtió 110 goles. Incluso ostenta el récord de anotar siete tantos en un mismo partido. Nadie lo ha igualado.
Antes de volver a su tierra, Isidro jugó tres temporadas en México, con el Club Deportivo España, ganando dos títulos: la liga y la Copa. En el año 1946 puso fin a su exilio y volvió al Oviedo. Tal era la expectación, que el tren proveniente de Euskadi, tuvo que pararse dos kilómetros antes de Oviedo, en la localidad de Colloto. Completó una notable temporada, pero la figura de Zarra le eclipsó.
Lángara regresó a México, donde se retiró como jugador. En 1950 inició su etapa como entrenador: primero en el Unión Española de Chile; después en el Puebla mexicano, al que haría campeón de Copa en 1953; y finalmente dirigió al San Lorenzo durante el año 1955.
En esa época vivía en una casa de campo, y pasaba los fines de semana en casa de Luis Regueiro. Eran buenos amigos. Lourdes Regueiro, hija del futbolista, señaló a este periódico que su padre cuidaba a Luis como si fuera un hijo. De hecho, todos los hijos le llamaban tío Isidro. "El tío pasaba con nosotros las navidades y junto con mi padre cantaba canciones vascas", recuerda. Su canción favorita se llamaba Dos arbolitos.
A principios de los años 90, Lángara volvió a Andoain, donde vivió junto con su sobrina y su marido Jesús. Él mismo cuenta que llegaba gente de cualquier parte del mundo con la intención de sacarse una fotografía con Isidro. "Solía dormir hasta las once o doce y la gente le esperaba", relata Jesús. También se reunía con el padre de Luis Miguel Arconada para ver los partidos de la Real. Lángara falleció el 21 de agosto de 1992 víctima de Alzheimer.
Esta fue la vida de una leyenda llamada Isidro Lángara; una leyenda que sigue viva 100 años después.