GIpuzkoa está siguiendo muy de cerca la construcción del nuevo campo del Athletic de Bilbao, el futuro San Mamés Barria. Más allá del debate sobre si es conveniente sufragar una instalación deportiva de esa magnitud en tiempos de crisis, la manera en la que las diferentes instituciones están dispuestas a financiar el nuevo campo rojiblanco ha suscitado las críticas del Ayuntamiento de Donostia, y la afición realista también está muy atenta a este proceso. No en vano, las entidades públicas han abordado de manera muy desigual la construcción del nuevo San Mamés y la edificación del estadio de Anoeta en su día.

La polémica estaba servida desde el momento en que las exigencias de algunas instituciones para financiar el campo donostiarra desaparecieron a la hora de prestar su apoyo al nuevo San Mamés. La sensación de una diferencia de trato a la Real y al Athletic está latente en el ambiente. Lo cierto es que, más allá de posibles agravios comparativos, o de odiosas comparaciones, los procesos de construcción de ambos estadios fueron y están siendo muy diferentes.

Anoeta

Campo, estadio y ciudad deportiva

La construcción de Anoeta surgió de la necesidad urgente de contar con un nuevo campo de fútbol en Donostia. El viejo Atocha se estaba viniendo abajo, casi literalmente, y tenía serios problemas para superar las exigencias de la UEFA. En la legislatura de 1987-1991 el Ayuntamiento de Donostia comenzó a moverse para levantar un campo mientras la Real Sociedad continuaba en Atocha. Eusko Alkartasuna y Euskadiko Ezkerra formaban entonces el gobierno municipal donostiarra, encabezado por Xabier Albistur.

Dentro de ambos partidos políticos había varias voces contrarias a tener que gastar una suma considerable de dinero público para que luego fuera una entidad privada, como la Real, quien se aprovechase de la obra. Desde el Ayuntamiento, finalmente, se decidió emprender un proyecto que fuese más allá del fútbol, y que se plasmó en la ciudad deportiva de Anoeta. Los planteamientos iniciales del Consistorio contemplaban la construcción de un campo, un pequeño estadio de atletismo, las piscinas del Paco Yoldi, la reforma de los polideportivos de la zona y la reurbanización de todo el complejo.

Desde la Diputación de Gipuzkoa, compuesta por Eusko Alkartasuna y encabezada por Imanol Murua, dieron su visto bueno al proyecto, pero la ayuda de la entidad foral no era suficiente para completar la obra. El gobierno municipal acudió entonces al Consejo Superior de Deportes (CSD) y al Gobierno Vasco. El Ejecutivo autonómico, formado por el Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista de Euskadi, y el CSD, que depende del gobierno estatal, tampoco contemplaron con buenos ojos la idea de financiar una instalación así para regalársela a la Real.

Por aquel entonces, el CSD quería promover el atletismo e impuso la construcción de las pistas a cambio de entrar en el proyecto, y el Gobierno Vasco se sumó después a esta exigencia. Aceptar esta condición se convirtió en la única solución posible para financiar el proyecto, y la idea del campo de fútbol dio paso a la del estadio de atletismo.

En una de las primeras exposiciones públicas de la obra, en febrero de 1988, el propio viceconsejero de Deportes, Javier Zubiarrain, revelaba que la víspera habían tenido una discusión "de dieciséis horas" sobre la posibilidad de hacer un campo de fútbol y un miniestadio de atletismo, pero al final se impuso la opción del "estadio de elite de Euskadi". En esa misma rueda de prensa, Albistur dejó claro que el CSD no había estado "dispuesto a construir un campo de fútbol a un equipo profesional".

En los planteamientos iniciales, Ayuntamiento, Diputación, Gobierno Vasco y CSD iban a pagar a partes iguales un presupuesto de 1.750 millones de pesetas para el estadio (unos 10,5 millones de euros), 500 millones para obras de urbanización (unos tres millones de euros) y 200 millones para el futuro miniestadio (1,2). En total, unos 2.450 millones más el IVA (14,7 millones). Las cuatro instituciones contemplaron un gasto total final de 4.000 millones, incluyendo la reurbanización de la zona (unos 24 millones de euros).

Como en toda obra, los costes finales se dispararon. El Ayuntamiento acabó asumiendo el mayor desembolso y junto a la Diputación sufragó más del 50% de la obra. Además, los tres millones de euros que la Real tuvo que pagar por el alquiler del campo también acabaron destinándose a la edificación del estadio.

Al contrario que en la actualidad, en aquel momento se pensó que las pistas de atletismo aumentarían las opciones de acoger un partido de alguna competición mundial o continental. La tragedia de Heysel de 1985 todavía estaba presente en el recuerdo, y el reciente Mundial de Italia había acogido partidos en estadios de atletismo, como Delle Alpi (que se está demoliendo en la actualidad) o el Olímpico de Roma.

Finalmente, el estadio se inauguró el 29 de julio de 1993 con la disputa de un Campeonato de Europa Junior de Atletismo. Dieciséis años después, las pistas han acogido también un Mundial de Veteranos, que reunió a más de 7.000 atletas en Donostia, un Campeonato de España absoluto y cuatro meetings entre 2001 y 2004. Además de numerosos conciertos, el coliseo donostiarra también ha albergado varios partidos de rugby, aunque en el proceso de gestación del estadio no se podía imaginar siquiera las repercusiones de la futura profesionalización de este deporte.

El encargado de organizar todos los acontecimientos al margen de los encuentros de la Real ha sido una entidad controlada por el Ayuntamiento, Anoeta Kiroldegia. El club txuri-urdin es un simple inquilino del estadio y, además, en su día la Diputación puso como condición que los locales del recinto fueran utilizados por otros agentes deportivos. Sin olvidar que el estadio también acoge una casa de cultura que es competencia del Consistorio donostiarra.

San Mamés

No sólo un campo

El pasado 18 de septiembre, el presidente del Athletic de Bilbao, Fernando García Macua, se reunió en Vitoria con el lehendakari Patxi López. El mandatario rojiblanco le expuso el proyecto de construcción del nuevo campo bilbaino junto al recinto actual, con la intención de que el Gobierno Vasco se sumase a la sociedad San Mamés Barria, promotora del estadio y futura propietaria del mismo. Esta entidad está compuesta por el propio club, la Bilbao Bizkaia Kutxa y la Diputación de Bizkaia, y espera la incorporación del Ayuntamiento de la capital vizcaina y del Ejecutivo autonómico.

El nuevo campo de fútbol tendría una superficie de 112.000 metros cuadrados y un aforo de 53.000 espectadores -5.000 menos de los previstos debido a la crisis-, comenzaría a erigirse en 2010 y podría estar terminado cinco años más tarde. Su coste total sería de 207 millones de euros. El Gobierno Vasco aportaría 55 millones; los mismo que Diputación y BBK; el Athletic, 42; y el Ayuntamiento de Bilbao no aportaría dinero contante y sonante, sino que renunciaría a cobrar las tasas municipales y los impuestos correspondientes, que equivaldrían a unos 18 millones de euros.

El club rojiblanco pagaría realmente 25 millones y el terreno valorado en los 17 millones restantes, al igual que la Diputación aportaría únicamente 40 millones y parcelas para la construcción.

Las instituciones vizcainas insisten en que el nuevo campo no sólo supondría un estadio mejor para el Athletic y para Bilbao, con la posibilidad de acoger eventos de la FIFA o la UEFA y ser una posible sede para el Mundial de 2018. Además, Diputación y Ayuntamiento recuerdan que los terrenos del actual San Mamés (y no los contiguos) servirían para levantar nuevos edificios para la Universidad del País Vasco. Así, maquillan la construcción del estadio dentro de un proyecto urbanístico más amplio y aún no presupuestado.

Las diferencias en el planteamiento de San Mamés Barria y de Anoeta ya se han revelado. En primer lugar, el Athletic, a diferencia de la Real, tiene un mayor peso en el proyecto del campo bilbaino gracias a los terrenos que posee, mientras que el club txuri-urdin no tenía ninguna baza en la negociación.

En segundo lugar, las instituciones vizcainas -el CSD no participa en este proyecto- no están teniendo las mismas exigencias que sus homólogas guipuzcoanas: No sólo estaban en contra de otorgar al campo otros usos públicos, sino que todas, más o menos explícitamente, reconocen estar encantadas de facilitar al Athletic una instalación que pueda explotar a su antojo para que obtenga más ingresos. Tampoco hay que olvidar que el Ayuntamiento de Donostia terminó siendo quien más pagó por las obras de Anoeta, mientras que el Consistorio bilbaino no figura entre los principales inversores.

La única entidad que participó en la construcción del estadio donostiarra y que podría estar presente en San Mamés Barria, el Gobierno Vasco, sí ha exigido que el estadio bilbaino tenga también usos públicos, y se ha mostrado en contra de que la gestión caiga exclusivamente en manos del Athletic.

Por el contrario, a diferencia de lo sucedido con Anoeta, el Ayuntamiento y la Diputación competentes en este caso sí son partidarias de que el club rojiblanco se haga cargo del recinto. Es más, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, reconoció abiertamente que uno de los objetivos de la instalación es que el Athletic pudiera obtener beneficios: "El Ayuntamiento cedió más terrenos al Athletic para que pudiera sacar money, money, dinero". El alcalde bilbaino reiteró después que al club "se le daban 8.000 metros cuadrados para construir oficinas, alquilarlas y sacar un dinero." Más claro, agua.

Patxi López llegó a sugerir que el campo tuviera pistas de atletismo, pero, no tardó en recular. Por supuesto, tras la experiencia del campo donostiarra, de tartán, ni hablar.

Pero la gestión del campo (pública o en manos del Athletic) no es lo único que está en el aire. Aún está por decidir si la propiedad del estadio será privada o pública, o el reparto de las acciones de la entidad.

Polémica

Cruce de declaraciones

La financiación de San Mamés Barria se ha convertido así en materia de debate político. Las críticas y los recados entre políticos de todo signo han cruzado la A-8 en ambos sentidos. El alcalde de Donostia, Odón Elorza, calificó como "un auténtico disparate" que el Gobierno Vasco esté dispuesto a pagar 55 millones "en tiempos de crisis" cuando "los ayuntamientos están reclamando que se invierta en actuaciones sociales". El primer edil donostiarra, además, recordó que la fórmula para sufragar el nuevo campo bilbaino -recalificando terrenos y renunciando a cobrar las tasas municipales- "nunca se ha dado en San Sebastián", y consideró el proyecto un "agravio comparativo" respecto a otras iniciativas en las que la ciudad ha tenido que poner dinero.

La respuesta del diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, fue pedir a Elorza "que ande un poquito más tranquilo" y que abandone "planteamientos provincianos", porque "lo que es bueno para Bilbao es bueno para Euskadi". El mandatario, sin embargo, también recordó que el proyecto "es mucho más que fútbol o Athletic", y también supone "regeneración urbana, incentivación de la construcción en la actual coyuntura de crisis y empleo directo e inducido".

Pero el principal caballo de batalla está siendo el uso público o particular del futuro campo. Los acuerdos de San Mamés Barria estipulan que la gestión corresponderá al Athletic, pero la portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, dejó claro que si el Ejecutivo participa "será para que el campo tenga principalmente un uso público". El propio José Luis Bilbao salió al paso mostrando su lado más hooligan para defender los intereses rojiblancos y afirmó que el campo "se va a hacer sí o sí". El Athletic, por su parte, pretende que se tome en cuenta que, cuando sus socios aprobaron el proyecto, éste recogía que sería el club se haría cargo del estadio, y desde el Ayuntamiento de Bilbao se propuso como "arreglo" la construcción de un polideportivo.

La semana pasada, sin embargo, el portavoz del PSE, José Antonio Pastor, recordó que el capital público de San Mamés Barria era superior al 50%, lo que, por ley, debería situar la obra dentro del Sector Público Vasco. Ayer mismo, el secretario de Lehendakaritza, Manuel Salinero, reiteró que la entrada del Gobierno Vasco en el proyecto se producirá sólo cuando todos los agentes "tengan claro" que el recinto no estará en manos del Athletic. Salinero precisó que el club vizcaino gestionará el campo de fútbol, pero que "sería imperdonable" que el resto de la instalación no tuviera un uso público.

En torno a San Mamés Barria, en cualquier caso, todavía va a haber mucho que decir.