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La última bala de Fernando Alonso

2026 se presenta como la oportunidad definitiva del piloto asturiano para conseguir la tan ansiada victoria número 33 y el improbable tercer mundial, donde Adrian Newey tendrá un papel clave

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La llegada de Fernando Alonso a Aston Martin en 2023 generó mucha controversia. Tras un par de años sin mucho renombre en Alpine, la escudería francesa solo le ofrecía la renovación año a año, por lo que el asturiano decidió embarcarse en una nueva aventura en el equipo de Lawrence Stroll, quien le ofrecía un contrato multianual.

Si bien se veía que Alpine no iba a ser la estructura que lo catapultara de nuevo al éxito, Aston Martin estaba, quizás, aún peor, lo que llamó mucho la atención a los aficionados y aficionadas de la categoría reina.

Sin embargo, 2023 fue el año en el que los fans de Alonso volvieron a creer que un nuevo campeonato era posible, aunque esa ilusión durara apenas unos meses. El AMR23 nació siendo el segundo coche más rápido de la parrilla, permitiendo a Alonso sumar seis podios en las primeras ocho carreras y soñar con la victoria 33, todo era un espejismo.

La segunda mitad del año reveló la gran debilidad de la estructura: la incapacidad de desarrollo. Mientras rivales como McLaren o Ferrari evolucionaban, Aston Martin se estancó, perdiendo el rumbo con actualizaciones que desequilibraban el monoplaza. Lo que empezó como una amenaza a la hegemonía de Red Bull terminó con el equipo pidiendo la hora y cayendo al quinto puesto de constructores, salvado únicamente por la maestría del asturiano.

Y si 2023 fue el sueño del monoplaza verde, el siguiente año se catalogaría como pesadilla. El 2024 destapó las carencias reales del equipo. Se acabó la magia y el AMR24 era un coche traicionero que funcionaba en una ventana ridículamente pequeña. Lejos de arreglarlo, la gran actualización de Imola, aquella que se esperaba con gran esperanza, fue un desastre que hizo el monoplaza aún más impredecible. El bicampeón del mundo pasó de tener el podio asegurado a sudar tinta china solo para meterse en la Q3. Fue un año de caída libre en el que Aston Martin se quedó en tierra de nadie: demasiado lentos para alcanzar a los cuatro grandes y celebrando un noveno puesto como si fuera una victoria. Quedó claro que tener instalaciones nuevas y mucho presupuesto no sirve de nada si no sabes desarrollar el coche durante el año.

En este 2025 el equipo se despeñó hasta el séptimo puesto de constructores, superado por rivales con la mitad de presupuesto. Para Alonso fue un calvario, terminó décimo en el mundial con 56 puntos, peleando todo el año con un coche que nació lento y nunca mejoró. Lo único que evitó el ridículo total fue su rendimiento personal: le metió un humillante 24-0 a Stroll en clasificación. Otro año tirado a la basura, y una dolorosa sala de espera confiando ciegamente en que la llegada de Newey en 2026 obre un milagro.

Newey lo cambia todo

Adrian Newey es la última bala del ovetense. El magnate del equipo británico se ha hartado de su cuerpo técnico y ha decidido darle las llaves del equipo al mejor ingeniero de la historia de la Fórmula 1. Algo que deja una lectura clara: Newey llega para rescatar un proyecto estancado. Si el hombre que hizo ganar a Williams, McLaren y Red Bull no logra enderezar el rumbo, significará que Aston Martin no tiene solución y que el asturiano se ha equivocado nuevamente con la elección de escudería.

Él no llega para sugerir, llega para imponer su criterio. La estructura actual, que ha demostrado ser ineficiente, tendrá que plegarse a su forma de trabajar. Stroll no le ha dado un cheque en blanco para que sea uno más, sino para que sea el líder indiscutible del proyecto.

Newey tiene esa capacidad única de detectar oportunidades donde otros solo ven problemas, y eso es algo que ningún ordenador puede imitar. No es casualidad que haya hecho campeones a todos los equipos por los que ha pasado. Fichar al inglés es, básicamente, comprar la garantía de que vas a tener el mejor coche posible. Es el factor diferencial.

Pero el tiempo juega en contra. Alonso tendrá 45 años cuando llegue el momento de la verdad y ya no le valen las temporadas de transición ni las promesas vacías. El coche tiene que funcionar desde el primer día. O el ingeniero acierta a la primera, o habrán desperdiciado su última gran oportunidad. Los dos deberán ir de la mano si quieren cumplir sus objetivos, ganar un nuevo mundial y resucitar a Aston Martin, respectivamente.

Cambio de reglamento

2026 es año de cambio de reglamento y la revolución empieza en el motor. Se elimina el complicadísimo MGU-H y se pasa a un reparto brutal: 50% combustión y 50% eléctrico, todo alimentado con combustible 100% sostenible. Aquí es donde encaja la pieza de Honda. Aston Martin deja de ser un simple cliente de Mercedes que recibe un motor "empaquetado" para convertirse en equipo de fábrica. Los japoneses diseñarán la unidad de potencia a medida del chasis de Newey, una integración total que hoy es obligatoria para pelear por el título.

Pero donde Newey se va a divertir de verdad es con el chasis. Los coches serán más pequeños (20 cm más cortos y 10 más estrechos) para intentar bajar unos 30 kilos, pero la clave es la aerodinámica activa. Olvídate del DRS actual: ahora los coches tendrán alerones móviles delante y detrás que cambiarán de forma en plena vuelta. Tendrán un 'Modo Z' (mucha carga para las curvas) y un 'Modo X' (baja resistencia para volar en las rectas).

Además, cambia la forma de atacar. Se introduce el ‘Manual Override’, un sistema que da un chute de potencia eléctrica extra al coche perseguidor para adelantar, mientras que el líder perderá empuje a alta velocidad. Es un reglamento virgen, lleno de trampas técnicas y zonas grises que el cerebro inglés ha aceptado para reflotar a una escudería millonaria, pero sin ideas. Stroll pone el dinero, Alonso las manos y Newey, el cerebro.

Con todo esto, Fernando Alonso buscará devolver la ilusión a sus hinchas más acérrimos y disputar la que probablemente sea la temporada de su despedida en la Fórmula 1 tras una carrera brillante, pero llena de malas decisiones en cuanto a elección de equipos se refiere.