unque la concienciación para el ahorro energético no es un tema nuevo, desde hace unos meses ha cobrado más importancia que nunca. La crisis por la escasez de suministro de gas a nivel mundial ha disparado los precios de la electricidad en 2021 y 2022, con un aumento inédito de las tarifas por kilovatio/hora que ha fijado varios nuevos récords en la serie histórica. Lo cierto es que, en los últimos tiempos, a medida que se acerca el fin de mes la preocupación por cuánto pagaremos en la próxima factura de la luz ocupa una parte mucho mayor de la que debería en nuestras mentes.

Pero más que echarnos a temblar, la mejor manera de afrontar una situación como la de la subida de los precios de la energía es vigilando, controlando y tratando de reducir u optimizar nuestro consumo diario.

La primera serie de consejos tiene que ver con el consumo de los electrodomésticos. Desde marzo de 2021, se estableció en España un nuevo sistema de etiquetado que permite identificar de manera muy ágil qué dispositivos son los más eficientes en su consumo energético. Se trata de una escala que puntúa cada electrodoméstico con una letra que va desde la A a la G, siendo la primera la que indica el mayor grado de eficiencia. Los electrodomésticos que llegan a la parte superior de la tabla (con un grado A+++), presentan un consumo energético inferior al 25% en comparación con los de grado G.

Pero si hacer un cambio de electrodomésticos no es una opción, también pueden realizarse algunas comprobaciones sencillas para optimizar los actuales. En el caso de las neveras, por ejemplo, se recomienda mantenerlas alejadas de fuentes de calor (evitando que trabajen de más para mantener el frío) y controlar su temperatura (unos 5 grados es suficiente para las neveras y unos -18 grados para los congeladores). También sería deseable limpiar la parrilla trasera de la nevera al menos una vez al año y nunca meter platos calientes directamente sin antes esperar a que se enfríen de forma natural. Descongelar el congelador de vez en cuando es otra forma de ahorrar, pues la escarcha crea una capa aislante que puede hacer que aumente el gasto eléctrico hasta en un 20%.

Las lavadoras son otro de los aparatos cuyo uso podemos optimizar con acciones como reducir la temperatura del lavado de la ropa (bajandola de 60 a 40 grados se reduce el consumo en un 25%, por ejemplo). Otra recomendación clásica desde la instauración del sistema de franjas horarias es realizar los lavados en las llamadas horas valle. Llenar la lavadora en cada uso y realizar un buen mantenimiento de la máquina y de sus filtros es, sin duda, otra de las claves del ahorro. En cuanto a la secadora, no hay mucho que recomendar: en la mayoría de los casos es mejor evitar su uso.

Criterios similares pueden aplicarse al lavavajillas, que debería usarse solo cuando esté lleno. Algunos de los más modernos tienen una opción eco que puede reducir el consumo hasta en un 45%.

Pasando al capítulo de los dispositivos electrónicos, aquí también tenemos mucho margen de mejora, comenzando por manías tan comunes como la de no desenchufar los cargadores de los dispotivos de las tomas de corriente al terminar de cargar. Adquirir la costumbre de despejar los enchufes cuando no se están utilizando puede ayudar además a evitar que los dispositivos se queden en modo suspensión.

En esa misma línea, también es recomendable apagar el ordenador siempre que no se vaya a utilizar, ya no solo para ahorrar energía, sino también para prolongar la vida de su disco duro. Por último, aunque este consejo es un poco más avanzado, también cabe la posibilidad de conectar nuestro router a un temporizador para que se apague automáticamente por las noches, evitando un gasto totalmente superfluo.

Iluminación sostenible

El último bloque de recomendaciones tiene que ver con la luz y, como es evidente, la más importante es siempre aprovechar al máximo la iluminación natural. Evitar el uso de iluminación artificial en habitaciones que no se están utilizando también es una de esas nociones que forman parte del sentido común.

Pero, por otro lado, en este apartado también hay recomendaciones que no son tan obvias, como la sustitución de las bombillas que habitualmente tenemos en casa, halógenas o incandescentes, por las que usan tecnología led, que además de tener una vida útil bastante más longeva, consumen hasta un 80% menos de electricidad para ofrecer la misma iluminación. Aunque supongan una inversión inicial, a la larga las bombillas led suponen un ahorro notable.

Para finalizar, un consejo que no tiene tanto que ver con los hábitos en el hogar sería el de revisar las tarifas de la compañía que nos suministre la energía y compararlas con las de otras empresas. Algunos parámetros clave a tener en cuenta serían el precio del kilovatio-hora y la potencia contratada.

Si, partiendo de cero, se adoptan todos estos consejos, el impacto en la factura de la luz a final de mes debería ser considerable. Pero la clave de todo cambio que se desea como permanente es la gradualidad y la constancia, así que una última recomendación: adoptar los cambios poco a poco, pero de forma regular. n