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Editorial

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Ucrania, en tercer plano

La prolongación del conflicto, la actualidad de los nuevos focos de tensión y la constante inestabilidad que genera la errática política exterior estadounidense eleva el coste para Ucrania

Ucrania, en tercer planoN.G.

Más allá de las solemnes declaraciones de respaldo a la independencia e integridad de Ucrania, que regularmente salen de reuniones de la OTAN o la UE poco o nada resolutivas, lo cierto es que la invasión de Ucrania ha pasado a un tercer plano de las prioridades internacionales, salvo para quienes la padecen. De hecho, la decepcionante aportación estadounidense ha reforzado las posiciones más duras en el lado ruso, con un Vladímir Putin reclamando que Kiev asuma la pérdida de terreno en el campo de batalla mientras las tropas rusas siguen tratando de ampliar el terreno ganado en regiones que desbordan ya la tradicional reivindicación de las regiones rusófonas. Hoy, Ucrania se ha visto reducida a excusa argumental para un debate manipulado sobre rearme, que tiene la arbitrariedad del relato de Donald Trump convertido en el centro de una reflexión sobre gasto que atrapa a los aliados europeos. El fracaso de la presunta mediación norteamericana ha significado llevar el objetivo de la paz en la región, la restauración de la autoridad ucraniana sobre su territorio soberano y el resarcimiento por el daño sufrido a manos de la invasión rusa al capítulo de las quimeras. Washington se ha desentendido ante la evidencia de que no hay voluntad rusa de abandonar la agresión ni ucraniana de rendirse. Esta crisis se ha visto desbordada en las prioridades de la Administración Trump por el respaldo a Israel, primero justificando el genocidio que perpetra en Gaza y, ahora, con un apoyo medido y que dilata una implicación bélica en la campaña contra Irán. Ucrania no va a ocupar en la agenda del otro lado del Atlántico el protagonismo que no le den los socios europeos de este lado. La diversificación de focos de tensión favorece la pérdida de ese protagonismo y los principios del derecho internacional siguen guiando la respuesta ética y estratégica de Europa, pero chocan con la lentitud de los efectos de su presión sobre Moscú. No obstante, esos efectos afloraban la pasada semana en las advertencias de las propias autoridades económicas del país sobre el riesgo de recesión económica en Rusia. La paz pasa por no cejar en el empeño de no asumir los hechos consumados de una victoria militar sobre el terreno. Pero Ucrania sigue esperando y padeciendo el largo desgaste de la pérdida de atención.