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Editorial

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El PP rompe otro puente

La desleal campaña del partido de Feijóo contra el reconocimiento europeo del euskera, el catalán y el gallego denota su obsesión por minorizar realidades culturales que no considera propias

El PP rompe otro puenteN.G.

El Partido Popular ha admitido por boca de su secretario general en Catalunya, que está buscando que otros gobiernos europeos tumben la iniciativa de reconocimiento del euskera, catalán y gallego en las instituciones de la Unión Europea. El Consejo de Asuntos Generales de la UE, órgano preparatorio de las cumbres de jefes de Estado y Gobierno, analiza hoy la propuesta del Ejecutivo de Pedro Sánchez sobre esa materia y el PP intenta evitar que las lenguas del Estado diferentes del castellano vean reconocido un estatus equivalente. La deslealtad es flagrante en varios aspectos. El primero de ellos tiene que ver, como habitualmente, con la instrumentalización de los órganos institucionales para la estrategia de consecución de poder en el Estado. El PP no puede incidir directamente en un órgano de participación de las administraciones estatales y actúa contra las iniciativas del Gobierno español para desgastarlo mediante el bloqueo de sus propuestas a través de gobiernos extranjeros. Un ataque evidente, por interés espurio, a la independencia y soberanía de la que alardea. Pero más dañina es su voluntad de atacar la imagen y posibilidades de visibilidad de las lenguas minoritarias del Estado. El PP sigue siendo incapaz de sumar consensos y diversidad cultural a su proyecto nacional. Se maneja en la laminación de la diferencia y la homogeneidad por aplastamiento. El silencio, en el mejor de los casos, la connivencia, en el más grave, de sus delegaciones territoriales acredita además que no considera propias las realidades culturales periféricas. Por cobardía o por convicción, estas actitudes no son una novedad. La judicialización del uso del euskera o el catalán en la educación y la administración es una constante. Bajo el barniz de los derechos de los castellano hablantes, la derecha nacionalista española persigue al resto de lenguas del Estado, a las que quiere en un segundo nivel respecto al castellano, como si su desarrollo fuera una merma para éste. Una mirada pacata, trasnochada e inculta que proyecta falsas amenazas sobre las que construir una sociedad temerosa de la diversidad, más manejable y más empobrecida culturalmente, más proclive al conflicto y la imposición que a la cooperación y el consenso.