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Editorial

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Las Juntas Generales ante Ucrania

La adhesión de todos los partidos a la solidaridad con el pueblo ucraniano se resquebraja si se trata de ayudarle militarmente, cuando se apela de forma inflexible a la vía diplomática como única alternativa

Las Juntas Generales ante UcraniaN.G.

Natalia Mykhaylevska y Valentyna Zaichenko han comparecido esta semana en la Comisión de Derechos Humanos de las Juntas Generales de Gipuzkoa para informar a nuestros representantes políticos de la situación de su país tras más de tres años de invasión y de guerra. No es la primera vez que miembros de la Asociación Ucrania-Euskadi intervienen en la cámara territorial guipuzcoana desde que estalló el conflicto. La suya es una presencia necesaria para sacudirnos el riesgo de la indiferencia ante una tragedia que acontece a miles de kilómetros de nuestro país pero cuyas víctimas reclaman atención y solidaridad. Además, lo que ocurre en Ucrania tiene implicaciones directas sobre la paz y la seguridad europeas, una preocupación que ya forma parte de la agenda comunitaria a través del incremento de las partidas de gasto para la defensa. En su comparecencia, las representantes de la asociación ucraniana agradecieron la solidaridad de sociedad vasca y sus instituciones, traducida en la acogida de miles de exiliados y en la entrega de material de primera necesidad para enviarlo a las zonas castigadas por la guerra. Pero reivindicaron con más fuerza todavía el derecho que asiste a su país para responder militarmente a la agresión rusa, al tiempo que demandan el apoyo europeo para que siga enviando armamento a su ejército y castigue a Rusia con más sanciones económicas. La unanimidad que la ayuda humanitaria encuentra en todo el arco político guipuzcoano se resquebraja cuando se trata de apoyar el derecho de Ucrania a su legítima defensa. La apelación inflexible a la vía diplomática esgrimida desde la izquierda (EH Bildu y Elkarrekin Podemos, en este caso) parece ignorar la realidad de un conflicto que no se detiene para favorecer el diálogo y la negociación. Todo lo contrario, lo que muestran los hechos es que el agresor juega con los tiempos a la espera del momento más favorable para sus intereses, que pasa por el abandono europeo al esfuerzo para sostener al ejército ucraniano en la defensa de su territorio. “¿Dialogar hasta el último extremo quiere decir hasta que acaben con el último ucraniano?”, fue la legitima interrogante que dejó en el aire Valentyna Zaichenko durante su intervención. Ayudar a Ucrania frente al invasor no es excluyente con trabajar al vía diplomática. Pero reducir la intervención de Europa a la vía diplomática deja a Ucrania a merced de Rusia.