Dos sesiones parlamentarias –una ordinaria y otra de control– pueden no ser suficientes para anticipar el tono que adquirirá el debate político en el curso que acaba de comenzar en el legislativo de Gasteiz pero sí para constatar la amplitud y profundidad de materias que deberán afrontarse en la legislatura. Los enunciados y pronunciamientos de los partidos en las fechas anteriores no experimentaron grandes variaciones en la primera toma de contacto, pero sí ha habido ocasión esta semana de constatar proximidades y distancias a la hora de acometer los espacios de consenso con los que el lehendakari, Imanol Pradales, pretende liderar sus iniciativas. Los principales retos relacionados con la salud, los servicios públicos y los derechos de las personas ofrecen sobre el papel mimbres de acuerdo suficientes para que una mayoría reforzada catapulte las medidas a adoptar. La mayoría absoluta de PNV y PSE apela a la corresponsabilidad del resto de fuerzas sin que ello deba presuponer una adhesión acrítica pero sí una voluntad de encuentro que inevitablemente debe partir de la base social mayoritaria que sustenta al Gobierno. Introducir en su gestión la impronta de otras visiones que la enriquezcan no equivale a enmendar sistemáticamente el rumbo de estas o a desnaturalizarlas. La tentación política de hacer valer la influencia desde la oposición es legítima si se somete al límite objetivo de la dimensión propia y la orientación mayoritaria del criterio social acreditado en la composición del Parlamento. Sobre esa base, el posibilismo con el que se manifiesta en el arranque de legislatura EH Bildu merece una acogida, aunque también debe incluir voluntad de integración en las soluciones para la ciudadanía más allá de su habitual puesta en escena ideológica. La fiscalización del Gobierno es una función democrática; su desgaste sistemático solo es estrategia de parte y gobernar consiste en tomar decisiones al ritmo que demandan los problemas, no a la conveniencia de los partidos. Esa lección pueden o no interiorizarla los minoritarios PP, Sumar y Podemos –Vox se descalifica al querer laminar el sistema jurídico e institucional vasco–. Hay materia de calado para la participación de todos en términos de mejora de la calidad de vida y el bienestar ciudadano pero no cabe esperar sine die a quien no muestre voluntad real.
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