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Editorial

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La Europa de Von der Leyen

La Europa de Von der LeyenN.G.

Con la reelección de Ursula Von der Leyen como presidenta de la Comisión el pasado jueves la Unión Europea (UE) lanza una nueva legislatura. El liderazgo del Ejecutivo de la Unión constituye un termómetro del grado de cohesión interna entre las corrientes ideológicas y los intereses particulares de los Estados miembro. A la luz de los resultados, la UE destila la obligación de aparcar divergencias y matices para encarar retos colectivos y amenazas severas a la integridad del proyecto y de la convivencia en democracia. Así cabe interpretar el compromiso de la presidenta al advertir de su beligerancia contra la polarización y lo que calificó de amenazas al “estilo de vida” europeo. Hiló fino Von der Leyen para concitar el voto favorable de sensibilidades discrepantes pero ahora le tocará ser firme y sin ambigüedades en materia de valores democráticos y convivencia, de defensa del modelo de bienestar. Von der Leyen anunció su intención de confrontar con la demagogia y los extremistas ante la Eurocámara que acoge mayor representación del populismo que ha sido capaz de marcar la agenda política en los últimos años. Para dotar de credibilidad y superar la retórica, tendrá que ofrecer orientaciones concretas y mecanismos efectivos en los ámbitos que fijó como ejes de su acción. Ahí están los procesos en marcha de sostenibilidad energética –en la que abogó por las energías renovables–, climática –donde es imperioso desterrar el negacionismo– o geoestratégica –con una importancia del acceso a materias primas, financiación y suministro energético en ningún caso menor que la que se otorga a la seguridad europea–. El guiño al problema de la vivienda retrata una situación que trasciende cuyo calado social anima a disponer por vez primera de un comisariado europeo. El lanzado al Mediterráneo debe concretar una estrategia de estabilidad más allá de la gestión de fronteras y la migración. Y en la agenda persisten la viabilidad del sector primario europeo, desde el equilibrio entre su supervivencia económica y la accesibilidad a sus productos a precios asequibles, o las transformaciones socioeconómicas que imponen la digitalización y el reto demográfico. La mejor aportación de la Comisión será encarar esta agenda por encima de las miradas de ámbito estatal y sus propias necesidades particulares.