El euskera, la lengua propia y nacional de los vascos que hoy celebra su Día Internacional, continúa su imparable proceso de normalización e impulso de su utilización dentro del actual contexto de diglosia en el que aún se encuentra como idioma minorizado y sujeto a fuertes presiones, conflictos y juegos de intereses políticos de diversa índole. Con todo, el avance del euskera en las últimas décadas ha sido extraordinario. Nunca ha tenido mayor número de hablantes activos y de personas con conocimiento suficiente del idioma como para hablarlo, leerlo y entenderlo, en especial entre la población más joven, y nunca como ahora ha habido una producción y una oferta cultural y editorial comparables, lo que ha ampliado su prestigio social. En este sentido, la salud de nuestra lengua es buena, aunque no es ajena a los riesgos de un mundo cada vez más globalizado, desafíos que se ciernen también sobre la inmensa mayoría de las lenguas del planeta. Gran parte de esta situación, que puede calificarse de exitosa, es debida a las políticas de euskaldunización, alfabetización y normalización que se han llevado a cabo en los últimos años, con el sistema educativo en su conjunto como punta de lanza, basadas en un amplio consenso social. La ciudadanía apuesta de manera clara y decidida por el euskera. No obstante y por desgracia, la lengua vasca no ha estado nunca alejada del conflicto. En los últimos tiempos se están multiplicando diversos ataques, en especial a la implementación de políticas públicas de normalización y fomento del euskera. Varias sentencias judiciales –la última de ellas, en Nafarroa– han cuestionado vía recursos de la derecha –PP, UPN y Vox– e incluso de sindicatos –UGT y CCOO– las necesarias políticas de promoción de la lengua, lo que unido a expresiones de desprecio como se ha visto con la iniciativa de utilización de lenguas cooficiales en el Congreso de los Diputados y en Europa, han provocado la indignación y la movilización del mundo euskaltzale. Es imprescindible blindar el euskera y sacarlo del conflicto y de la instrumentalización como excusa para hacer política de baja calidad en periodo preelectoral. Al mismo tiempo, es preciso seguir trabajando en la normalización e impulso de la lengua vasca, como demanda la ciudadanía para garantizar su supervivencia de cara al futuro.