Quedan escasos días para que comience la campaña electoral que dirimirá los designios de la futura composición del Congreso de los Diputados y fruto del mismo el alumbramiento de un nuevo Gobierno español. El Estado español afronta unas elecciones parlamentarias, no presidenciales, aunque por momentos pueda parecer lo contrario. Una cuestión de vital importancia a no olvidar dado que los y las futuras representantes elegidas en las urnas llevarán con ellos y ellas la responsabilidad de defender durante la legislatura los proyectos de quienes les han votado. Así, se impone más que nunca la necesaria advertencia de que, desde Euskadi y Navarra, es obligada la presencia de siglas que deben defender la agenda vasca y de la comunidad foral para los cuatro próximos años. Caer en la trampa de que tanto PSOE, con Pedro Sánchez, como Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, son las únicas opciones en liza es llevar a la sociedad vasca y navarra a una pérdida de relevancia política por cuanto que sus identidades quedan diluidas en un discurso homogéneo, en un café para todos y todas inadmisible. Defensa del autogobierno, cumplimiento del traspaso de las transferencias pendientes y la mejora de la economía son tres ejes irrenunciables para guiar el trabajo de la legislatura. Una posición de mínimos ante los que, sin embargo, no todas las fuerzas políticas se están colocando de la misma manera. La errática campaña de EH Bildu colocando al PNV como un partido alineado con la derecha y ultraderecha española ha evidenciado la entrada de la izquierda abertzale en un terreno de juego marcado por socialistas y populares para convertir el 23-J en una pugna sólo conformada por dos ejes. La respuesta ante tal batalla debe ser siempre que la prioridad son Euskadi y Navarra y las sociedades que las conforman. Y ser la pared donde choca el muro del autoritarismo representado por Vox. El bochornoso fracaso de plante a la entrada de la formación de Santiago Abascal al Gobierno de Extremadura da muestra de hasta dónde está dispuesto a llegar el Partido Popular. El eje no es, por tanto, situarse a izquierda o derecha. La defensa de las agendas vascas se va a jugar en términos de consolidación o reducción del autogobierno. Ese es el verdadero terreno de juego del 23-J y no cualquier otro que se quiera presentar.