Tormenta política en Bélgica y Francia por el megacontrato de trenes para CAF
SNCB solventa la petición de explicaciones de empresas, políticos y sindicatos, mientras Alstom y Siemens sopesan recurrir
La elección por unanimidad hace casi dos semanas de la guipuzcoana CAF como opción preferente de la sociedad pública de ferrocarriles belga (SNCB) para un contrato de más de 1.700 millones de euros ha generado una tormenta política entre Francia y el Benelux. Una de las consecuencias de la elección de SNCB, en un marco legal europeo que conviene no perder de vista, es que un gigante como la francesa Alstom pierde otra batalla. Una que puede dar trabajo para 12 años.
El contrato del siglo
Los ferrocarriles belgas aspiran a renovar más de la mitad de su flota para 2032 y han puesto varios planes en marcha. Entre ellos, sustituir centenares de trenes regionales AM30, unas unidades eléctricas que transportan cada día a miles de personas dentro de Bélgica y hacia estaciones francesas (Lille, Maubeuge…), Alemania (Aquisgrán) y enclaves de los otros dos países del Benelux como Roosendaal, Maastricht, y la propia Luxemburgo.
La SNCB abrió el proceso y la noticia la precipitó el medio económico Trends-Tendances el lunes 3 de marzo: la empresa belga ha elegido a CAF para reemplazar hasta 600 trenes durante 12 años. Un contrato por el que la constructora de Beasain podría ingresar desde 1.700 millones iniciales a unos 3.400 millones de euros, por unidades que pueden atender la demanda de entre 54.000 y hasta 170.000 asientos y circularán a velocidades máximas entre los 160 y los 200 kilómetros por hora.
La constructora guipuzcoana, que podía tirar de su modelo CAF Civity para satisfacer las necesidades del citado AM30, se perfila así para lograr su primer contrato estatal en Bélgica, donde las primeras unidades podrían rodar a finales de 2029.
Aun así, el país no es nuevo para la empresa de Beasain: ya trabaja con operadoras como la sociedad pública de transporte flamenca, De Lijn, y la Compañía de Transporte Intercomunal de Bruselas, conocida como STIB/MIVB.
Alstom protesta y remueve
El origen de la reacción es una carta que el jefe de Alstom en Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo (Benelux), Bernard Belvaux, remite a dirigentes políticos en la que advertía de las posibles consecuencias si al final su empresa no se hacía con el citado contrato.
La carta del responsable de Alstom venía marcada por la doble vara habitual en muchos patrones europeos, que acostumbran a loar las grandezas del mercado único cuando obtienen contratos en otros Estados miembro de la UE; pero cargan desde una posición proteccionista contra ese mismo mercado único cuando otra empresa de un estado miembro se lleva un contrato en su país.
La empresa gala basó su aparente incomprensión en que la oferta de CAF presentaba un coste superior en unos 100 millones.
La polvareda que Alstom y la política francesa, con declaraciones del que fuera ministro de Economía galo hasta diciembre, Bruno Le Maire, ha sido tal, que la sociedad pública belga se ha visto obligada a pronunciarse.
Licitaciones “chovinistas”
Un paso más allá ha ido la federación sindical ACV-CSC Metea, que aglutina a cerca de 1,5 millones de trabajadores en los sectores del metal y del textil. A su juicio, la decisión de la ferroviaria belga deja “800 puestos de trabajo directos” en el aire en una filial que tiene carga garantizada hasta abril de 2026.
“Hoy en día los consejos de administración se esconden demasiadas veces detrás de marcos legales”, lamentó el sindicato, que reclamó a las direcciones de las empresas introducir principios “chovinistas” en las licitaciones.
La SNCB responde
Pese a las amargas quejas de Belvaux, que como la federación sindical también recordaba a las autoridades políticas que Alstom emplea a centenares de personas en la planta de Brujas y en el centro de excelencia Charleroi (su alcalde, Thomas Dermine, también se ha sumado a la polémica y el ministro de Movilidad, Jean-Luc Crucke, insiste en que hay plazo para recursos), lo cierto es que el criterio de la empleabilidad no estaba incluido en esta oferta de carácter europeo.
Sin entrar en ningún choque con Alstom ni citar a la empresa, la sociedad pública belga ha publicado un comunicado en el que explica el proceso por el que, por unanimidad, designa a CAF como candidato preferente.
En él, SNCB recuerda que no podía “conceder una ventaja a la producción local, en el marco europeo, bajo ninguna forma, con el fin de atribuir una puntuación más alta a un licitador que, por ejemplo, garantice cierta producción local”.
“La legislación europea no lo permite”, resume en su comunicado la sociedad pública, que también echa abajo la otra queja de Alstom: “La SNCB estipuló de antemano en el pliego de condiciones y con total transparencia que la elección se haría en función de la mejor relación calidad-precio”.
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No solo importaba el precio
“La opción preferente no tiene por qué ser la oferta más baja, sino que la diferencia de puntos obtenida por una oferta mejor en lo cualitativo puede compensar la diferencia con una oferta más barata. Esto es lo que ha pasado aquí”, resume la SNCB, que defiende que “aunque la diferencia de puntos pueda parecer mínima, para la SNCB es muy importante”.
“De hecho, una oferta de mejor calidad podría, por ejemplo, reducir los eventuales problemas a la hora de ejecutar y cumplir el contrato”, zanja la sociedad pública belga, que deja un aviso entre líneas ante las protestas de Alstom: “Hemos informado a los oferentes de las ventajas y desventajas de sus respectivas ofertas”.
Más allá de la carta enviada, queda por ver si Alstom termina de plantear algún recurso contra la decisión –el miércoles anunció que “se reserva el derecho”–, como también estudia otra competidora como Siemens Mobility.
Antecedente marroquí
La polémica, de la que CAF es ajena, ha sucedido pocas semanas después de que la constructora guipuzcoana se llevara su primer contrato en Marruecos, al que también aspiraba Alstom.
A finales de febrero CAF, con una cartera de trabajo con un valor de 14.695 millones de euros, se impuso a la coreana Hyundai, en una operación que recibió el impulso del Gobierno español, que se mostró dispuesto a realizar un préstamo de 750 millones al reino alauí si la empresa de Beasain se hacía con este contrato.
Este megacontrato troceado se enmarca en la renovación de la flota de trenes marroquí, con la vista puesta en el Mundial de fútbol de 2030, con un paquete de un centenar de trenes interurbanos y regionales, así como otra parte de trenes de alta velocidad, contrato en el que sí se impuso Alstom hace unos meses.
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