El debate lleva varios meses abierto y se ha avivado con las revisiones a la baja de la previsión de crecimiento de la economía española por parte de BBVA y Banco de España esta semana -el Fondo Monetario Internacional lo hará a nivel mundial la próxima-. ¿Se acercan de nuevo los nubarrones de la crisis? La mayoría de los analistas no ven indicios de ello. Es más, consideran que el BCE está actuando en la dirección adecuada y con la rapidez que exige la situación. 

Otra cosa es que haya países -un tercio de la economía mundial, según el FMI- encadenen dos trimestres consecutivos de contracción. Es decir, que entren en recesión técnica. Incluso en ese caso todas las estimaciones apuntan a que se trataría de un bache y que el balance del conjunto del año será positivo. La palabra crisis no aparece en la agenda de nadie por ahora y hay cierto optimismo de cara al tramo central y final de 2023.

Será con todo un test exigente para la fortaleza de las economías y la vasca está entre las que están mejor situadas para afrontar el reto. El Departamento de Economía ha rebajado la previsión de crecimiento este año desde el 6,4% inicial hasta el 4,4%, pero el ritmo sigue siendo alto. Y de cara a 2023 la corrección de las estimaciones es similar, se pasa de 4,1% al 2,1%, la mitad. Sin embargo, el listón supera los dos puntos porcentuales, el nivel por encima del que el tejido productivo vasco genera empleo. 

Afiliados

Además, Euskadi llega bien armada a ese frente. Los datos de afiliación a la Seguridad Social hechos públicos esta semana así lo certifican. En un contexto general frío para el conjunto del Estado, la economía vasca ganó en septiembre 6.596 afiliados a la Seguridad Social y solo seis comunidades ganaron cotizantes el mes pasado. 

Entre ellas, Madrid (45.272) y Catalunya (20.602), que por el tamaño de su economía permitieron salvar los muebles al Ministerio en la estadística. El balance conjunto fue positivo, con un incremento de casi 29.300 afiliados. En una lectura estríctamente númerica, Euskadi concentró casi una cuarta parte de la creación de empleo en septiembre. El análisis objetivo, medir el peso de la CAV dentro de las comunidades que ganaron cotizantes el mes pasado, apunta en otra dirección: el repunte de la fuerza laboral vasca supone el 7,4% del crecimiento. 

Más allá de los números y las comparaciones, lo cierto es que el mercado del trabajo vasco avanza dentro de los parámetros habituales, condicionados pero sin caer en la trampa de la incertidumbre. 

En los últimos doce meses, Euskadi ha ganado algo más de 17.400 cotizantes a la Seguridad Social en los últimos doce meses, lo que supone un avance de casi un 2% que se ajusta como un guante a la estructura de la economía vasca. 

Cerca del récord de afiliación

El peso industrial y la menor exposición al empleo estacional que genera el turismo, hace que la CAV sea menos explosiva a nivel estadístico que otras comunidades. En cambio, cuando se baja la persiana del verano, quedan en evidencia las economías del Estado que se mueven mejor por el alambre de las actividades ligadas al sol y la playa.

En medio de una caída generalizada a nivel estatal del número de cotizantes sobre todo en el sector servicios, Euskadi ha mantenido el tono en todos los segmentos, solo ha registrado una ligera caída en la construcción que no ha impedido que el balance interanual del ‘ladrillo’ siga siendo positivo. Es más, crece por encima de la industria y el sector primario.

La economía vasca ha batido este año en dos ocasiones -mayo y junio- su récord de afiliación a la Seguridad Social, pero julio y agosto han frenado la evolución. Tras un buen mes de septiembre, en estos momentos la CAV cuenta con una fuerza laboral de 975.980 personas y las perspectivas son positivas, porque el último trimestre del año siempre se cierra con buenas noticias. 

Octubre -que tradicionalmente impulsa el mercado laboral por el inicio de las actividades extraescolares, entre otras cuestiones-, noviembre y diciembre -la campaña de Navidad es un estímulo de contratación- son buenos meses para la empleo. El cambio de ciclo llega en un momento en el que la inercia es positiva aunque el estado de la vía no permite que el tren avance muy rápido.