- La industria vasca lleva años advirtiendo de la falta de personal cualificado y en estos momentos se estima que será necesaria la incorporación al sector de 10.000 trabajadores anuales para atender las necesidades actuales y, sobre todo, las del futuro. La transición energética y la digitalización de los procesos productivos ya está en marcha y por ello crece la preocupación en torno a ese déficit de mano de obra, que puede convertirse en un freno para la revolución industrial 4.0.

No se trata de un problema solo de las materias que se imparten en las universidades y centros de Formación Profesional, que pese a sus esfuerzos no pueden trasladar inmediatamente los avances que se producen en las empresas. El principal obstáculo es el desapego de las nuevas generaciones a ciertos trabajos, que tienen mal cartel por clichés que asocian las fábricas a tareas físicas, sucias y hasta mal pagadas.

Las empresas vascas no se han quedado paradas ante esa situación. Se han acercado a los centros de formación para trasladarles su inquietud y necesidades. La lista de alianzas es amplia. Gestamp, Petronor o Iberdrola, entre otras, tienen en marcha programas en esa dirección.

Algunas iniciativas incluso alinean el mundo de la Formación Profesional con el universitario y las empresas. Es el caso del grado Dual de la Universidad de Deusto y el centro de FP Egibide en Gasteiz, un proyecto pionero en el Estado que permite a los estudiantes de Egibide lograr un título universitario de Industria Digital, con prácticas en gigantes como Mercedes-Benz, Michelin o Guardian.

Los responsables de una de esas líneas de trabajo cada vez más generalizadas en Euskadi, Ingeteam y Mondragon Unibertsitatea explican a este diario cómo ha alcanzado la madurez un curso centrado en la energía y la electrónica.

El director gerente de la Federación Vizcaina de Empresas del Metal (FVEM), Adolfo Rey, comenta por su parte cómo está intentando “despertar vocaciones” entre los jóvenes la mayor patronal sectorial de Euskadi. Una tarea que cuenta desde hace unas semanas con una nueva herramienta, Industria Erronka.

Se trata de visibilizar, a través de diferentes acciones divulgativas, las actividades manufactureras “como un destino atractivo para el desarrollo profesional” y, además, dinamizar la incorporación de la mujer a las fábricas.

“Los jóvenes no visualizan la industria como opción para desarrollar su vida laboral, y en definitiva su vida personal, hay prejuicios, cuando es un sector tecnológico, avanzado e internacionalizado que ofrece muchas oportunidades”, resalta Adolfo Rey.

Una de las iniciativas del programa Industria Erronka son las visitas a empresas industriales. El objetivo es llegar este curso a 2.000 estudiantes de más de 30 centros de enseñanza, con edades comprendidas entre los quince y los 18 años, de todo el territorio de Bizkaia.

Por su parte, los coordinadores del Aula de Energía y Electrónica de Potencia de Mondragon Unibertsitatea e Ingeteam miden el éxito de la iniciativa con parámetros que van más allá de la estricta formación de los alumnos, que tienen una empleabilidad del 100%, la mitad de ellos en la propia ingeniería vizcaína.

En sus catorce años de vida, el curso se ha ganado el reconocimiento académico con doce tesis doctorales -hay otras dos en curso-, 24 artículos en revistas de impacto, 21 publicaciones en congresos, cuatro libros, cinco capítulos en libros y cinco patentes. Cerca de 40 alumnos han pasado por el aula y se ha diseñado un sistema de desarrollo de proyectos que es una cadena de transmisión de conocimientos. “Concebimos que el objetivo último del ingeniero es elaborar desarrollos tecnológicos eminentemente prácticos, por eso tiene mucho sentido alinearse con las empresas, que son las que al final producen y venden las tecnologías que desarrollan los ingenieros”, asegura Gonzalo Abad, la mitad del equipo coordinador adscrita a la Universidad.

Todo ello partiendo de un interés compartido por los dos ejes del proyecto: “formar alumnos altamente cualificados en temáticas concretas”, lo que “obliga” al centro universitario a “ir de la mano de las empresas que están en primera línea del desarrollo de los productos”.

La otra mitad de la coordinación, es Alain Sánchez, de Ingeteam, y uno de los primeros alumnos del aula, que explica que el punto de vista de las compañías es “el mismo, pero a la inversa”. “A la empresa le interesa estar cerca de las nuevas tecnologías y es muy importante tener confianza en una Universidad para que te apoye y enriquezca”. Además, se trata de “una manera de hacer cantera y formar jóvenes específicamente en las temáticas que te interesan para poder contratarlos”, añade.

El acuerdo entre Mondragon Unibertsitatea e Ingeteam se formalizó en 2008, pero las sinergias se habían forjado con anterioridad a través de iniciativas conjuntas puntuales. En ese roce percibieron que tenía “mucho sentido” la alianza y se cerraron las temáticas del curso así como un “compromiso de colaboración activa”, afirma Gonzalo Abad, de la Universidad del grupo cooperativo vasco en conversación telefónica desde Arrasate.

A pesar del interés que ha generado la iniciativa y el efecto llamada del nombre de los promotores, los grupos son siempre reducidos. “Dependiendo del año y de los recursos tenemos seis, ocho o diez alumnos. El motivo es que queremos que fluya el conocimiento que se genera en los proyectos en los que participan alumnos, profesores de la universidad e investigadores de la empresa. Así que no hay investigaciones cerradas. Si uno desarrolla una herramienta o tiene dudas en algún aspecto lo transmite o se apoya en algún compañero dentro del aula”, explica Abad. Si la cifra de alumnos fuera más alta no sería posible esa interacción y además podría darse el caso de que unos proyectos interfirieran en otros.

“Intentamos aprovechar al máximo todas las sinergias, el nivel tecnológico es muy alto y aprender entre todos es lo mejor para obtener resultados”, añade Alain Sánchez (Ingeteam).

De modo que en los catorce años de vida del Aula de Energía y Electrónica de Potencia han pasado por Arrasate 32 alumnos y el grupo actual es de seis estudiantes.

El curso tiene tres líneas de trabajo, enmarcadas en tres fases distintas de estudios. Hay alumnos que ya están trabajando y refuerzan su formación con el Máster de Energía y Potencia. Otra modalidad es la del trabajo de fin de máster, que dura un año. Y, por último, existe la posibilidad de realizar la tesis doctoral, una vía que prolonga durante tres años.

“Las líneas de trabajo son a medio y largo plazo, no acaban en un año o en seis meses. Son líneas iniciadas por medio de proyectos, a los que vamos incorporando alumnos en diferentes estadios de sus estudios y vamos avanzando en esas líneas”, destaca Gonzalo Abad.

La iniciativa ha salido del Campus de Arrasate y hay alumnos adscritos en Galarreta (Donostia). La idea, explica Sánchez, es abrir nuevas líneas en función del perfil de los profesores y el interés de cada Campus. “Estamos desbordando fronteras y quizás lleguemos en breve a Bilbao, donde debido a la puesta por el hidrógeno hay una temática muy puntera y tractora”, subraya Abad.

En cuanto al perfil del estudiante, el aula ofrece oportunidades de desarrollo a diferentes formaciones. Hay alumnos que vienen de telecomunicaciones, masters y grados de mecánica o de informática, las temáticas de estudio e investigación “no son estancas”, resaltan.

¿Cuál es la clave para que todos esos perfiles reciban unos conocimientos alineados con las necesidades de las empresas?

“Los cimientos son comunes. El 50 o 60% de las bases académicas y tecnológicas están establecidas y se estudia en los grados o masters. Pero vamos más allá de esos conocimientos básicos y, en esa parte de hilar más fino, avanzamos en función del desarrollo tecnológico. Es un proceso continuo y los resultados que hemos logrado al ir más allá en la investigación los incorporamos de manera circular a los contenidos académicos del máster”, detalla Gonzalo Abad.

“La tecnología avanza tan rápido que en muchos casos hay que actualizarla en diez años. Por ello, las alianzas entre empresas y universidades son una vía muy fácil de acercar profesores a alumnos con necesidades reales y ese último salto, el de la formación básica a la especialización darlo bien acompañado”, apostilla Sánchez. “No es lo mismo que un alumno acabe la carrera y empiece desde cero a que se haya formado específicamente en cosas en las que va a trabajar, su aportación es mayor y más inmediata”, detalla.

Por ello, Ingeteam se siente cómodo moldeando trabajadores con Mondragon, cuya universidad está “muy orientada a despejar dudas y aportar conocimiento a las empresas”. “Es una manera muy ágil de acercar profesores a alumnos con necesidades reales y ese último salto de la formación básica a la especialización darlo bien acompañado”, concluye Alain Sánchez.

“Quizás lleguemos en breve a Bilbao para aprovechar la apuesta por el hidrógeno”

Mondragon Unibertsitatea

“El alumno formado en lo que va a trabajar no empieza de cero, aporta más a la empresa”

Ingeteam