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l sábado 1 de mayo, además de celebrar la fiesta del Trabajo, es el día señalado para la apertura de pastos en la sierra de Aralar y en estos últimos años se viene aprovechando la ocasión para darle un toque festivo al día. Al mismo tiempo se celebra un pequeño acto donde los ganaderos y responsables políticos de los montes públicos renuevan su compromiso, por la parte ganadera, de cuidar y preservar el monte a través de una correcta gestión ganadera y, por parte de la Mancomunidad Enirio-Aralar y la Diputación Foral de Gipuzkoa, de ceder la gestión de un bien público como es el monte a los ganaderos.

Este año, además de por el maldito virus, no hay motivo alguno para celebraciones de ninguna forma. No está el horno para bollos y así, podemos señalar cómo los ganaderos de la sierra han decidido y manifestado públicamente la ruptura de relaciones con los órganos de la Mancomunidad hasta no constatar un verdadero cambio tanto en las formas como en el fondo de la cuestión.

Los ganaderos usuarios de los montes de la Mancomunidad exigen una interlocución directa, eficaz y leal porque, si bien son conscientes de que en el monte público existen otros muchos usuarios (montañeros, deportistas, cazadores, conservacionistas, etc.), no es menos cierto que resulta claramente injusto que los ganaderos, verdaderos gestores del territorio a través de su actividad ganadera, sean tratados, no en pie de igualdad al resto de usuarios, sino como verdaderos delincuentes y maltratadores del medio natural. En consecuencia, constituyen unos verdaderos obstáculos a eliminar, o cuando menos, a reducir progresivamente.

Los ganaderos y su cabaña ganadera molestan para el logro del objetivo último que no es otro que incrementar la superficie arbolada de la sierra y recuperar los míticos bosques de Aralar.

Y para ello no hay otro remedio, tal y como nos lo hacen ver reiteradamente los conservacionistas más radicales, que comenzar por reducir la superficie destinada a pastos montanos propiciando, a través de una menor actividad ganadera, su progresiva conversión en zonas con matorral y maleza, donde se prevé que crecerá el bosque natural, espontáneo y maravilloso que sería la génesis del ansiado bosque.

Menos ganadería supone, según la regla de tres que quieren aplicar algunos, menos ganaderos, menos txabolas y consiguientemente, menos caminos a las txabolas por lo que, sin decirlo expresamente, éste y no otro es el verdadero fin de algunos.

Eso sí, oficial y públicamente, aunque sepan que el acceso es el condicionante básico para todo lo demás, abogan por la ganadería extensiva de montaña, defienden a los ganaderos y airean a los cuatro vientos su cariño a los pastores de la montaña y les animan a que hagan queso de montaña.

Los que proponen tales teorías y/o propuestas son los radicales de la conservación, estén en una asociación o en un ayuntamiento, pero lo realmente preocupante es que dichos posicionamientos obtengan el respaldo, amparo y aliento de los responsables políticos que controlan, legítimamente por otra parte, los resortes de la Mancomunidad donde los ayuntamientos regidos por EH Bildu cuentan con una clara mayoría.

A lo largo de estos dos últimos años les hemos escuchado que ellos no eran favorables a facilitar accesos a las txabolas de pastores por que eran contrarios a la legalidad y normativa vigentes.

Incluso alguno de ellos llegó a reconocer que no darán un paso adelante en ese sentido, caminos a las txabolas, en tanto en cuanto no se modifique la legalidad vigente.

Pues bien, en estos momentos, puedo informarles (si no lo saben todavía) de que los tribunales han decidido archivar las denuncias presentadas por los ecotalibanes a dos caminos diferentes. En el primero de los casos el archivo es definitivo y en el segundo, por ahora, provisional, por lo que es de prever que los responsables políticos de EH Bildu que hasta ahora se escondían bajo las togas de los jueces, se sentirán legitimados para sentarse en la mesa con los ganaderos y consensuar un plan de accesos que dé un horizonte de esperanza a los ganaderos y a la actividad ganadera en la Sierra de Aralar.

Incluso me atrevo a sugerirles que, al igual que han hecho en multitud de temas problemáticos, promuevan una nueva legislación medioambiental más realista y ajustada a la actividad ganadera extensiva de montaña.

Soy consciente de que estoy pidiendo peras al olmo y que no harán ni una cosa ni la otra. En unos casos porque están de acuerdo con los planteamientos ecotalibanes. En otros casos, porque aun estando en sintonía con los ganaderos, son incapaces de romper la disciplina partidista que les amordaza.

O lo que es peor, porque actúan en función de sus cálculos electorales que apuntan a un mayor y nuevo caladero de votos en las filas ambientalistas, atrayendo a votantes y simpatizantes de Podemos, frente un caladero rural, escaso en número y donde ya cuentan con unos históricos, tradicionales y extraordinarios resultados electorales. O sea, resumiendo, poco por perder y mucho por ganar.

Según escribo, teniendo en cuenta otros temas como el lobo, el tema forestal, la carne artificial, etc., me asalta la duda de si la calculadora electoral la manejan sólo en EH Bildu o si por el contrario, también hay otros partidos que la empiezan a usar.