as Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV) de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) aumentaron su patrimonio un 2% en el año 2020, es decir, en el peor ejercicio de la historia económica como consecuencia de la pandemia del covid-19, al alcanzar los 26.459 millones de euros, lo que pone en evidencia la gran capacidad de ahorro de los vascos y su interés por este tipo de instrumentos pensados en el largo plazo y en garantizar un futuro mejor después de concluir la vida laboral.

Este patrimonio acumulado que registran las EPSV de Euskadi supone el 36,8% del PIB vasco y significa un crecimiento importante, dada la coyuntura económica actual, si tenemos en cuenta el 32,7% registrado el año pasado. Se estima que cuatro de cada diez vascos ahorran en una EPSV para mejorar su pensión, lo que revela hasta qué punto existe una preocupación generalizada en la sociedad vasca sobre la necesidad de garantizarse a futuro un complemento a la pensión pública.

En el conjunto de las EPSV cabe destacar las de empleo, donde Geroa Pentsioak se ha convertido en un referente para el Gobierno español que quiere implementar un modelo similar en el Estado con el fin de llegar a cubrir a alrededor de 10 millones de trabajadores, aproximadamente la mitad de la población ocupada, con el objetivo de que dispongan de un plan colectivo que complemente a las pensiones públicas.

El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, al hacer caso a una de las recomendaciones del Pacto de Toledo, ha tomado como ejemplo el modelo de éxito de Geroa Pentsioak, que cumple 25 años desde su constitución, y que da cobertura al 32,5% del total de los trabajadores guipuzcoanos. Durante el año pasado los trabajadores jubilados socios de Geroa Pentsioak recibieron una renta media mensual de 197,30 euros, que sirvió para complementar la pensión pública que perciben.

Y en este punto y en aras a la defensa de la filosofía que subyace en las EPSV de empleo, que tratan de amortiguar la merma de recursos que registra un trabajador cuando se jubila y que supone aproximadamente una reducción del 20% del último salario, así como las posibles contingencias de cambio a futuro que se pueden producir en el sistema de pensiones público, las Haciendas vascas deberían de cambiar el marco normativo fiscal actual antes de que Gobierno español ponga en marcha su propia EPSV de empleo, lo que generaría una situación de agravio. Se trata de aplicar de manera diferente la política fiscal sin que ello signifique una afección a las arcas públicas

No tiene ningún sentido que las Haciendas forales vascas penalicen el 100% de la base imponible general del IRPF, ya que se considera rendimiento de trabajo, si el capital se percibe en forma de renta, mientras que si se aflora o se rescata en su totalidad el títular de la EPSV deberá integrar el 60%. Parece que cuesta desprenderse de la vieja idea de las EPSV individuales muy vinculadas a las entidades financieras y con una filosofía más de producto financiero que de previsión futura vinculada a la jubilación.

Puede suponer toda una incongruencia no solo porque va en contra de los principios y valores que existen detrás de una EPSV de empleo, sino porque es necesario adelantarse a la nueva realidad social que con ciertos niveles de desigualdad social nos está dejando la crisis económica derivada de la pandemia.

La implantación de las EPSV de empleo favorece a aquellos trabajadores de rentas bajas y medias con grandes dificultades para el ahorro o carreras profesionales vulnerables. El sistema complementario, al margen de que hace posible la existencia de unas pensiones dignas para los jubilados, con todo lo que significa de bienestar social, supone una buena contribución al mantenimiento de la actividad económica a través del consumo y con él al desarrollo y a la sostenibilidad de las empresas.

En este sentido la potenciación de las EPSV de empleo nos permite ir hacía un modelo de pensiones mixto, basado en un caso, en un sistema de reparto, como es el público, y, en el otro, de capitalización. La gestión de las aportaciones que han hecho los trabajadores guipuzcoanos al fondo de Geroa Pentsioak ha generado una rentabilidad media del 6,12% en sus 25 años, teniendo en cuenta que durante este periodo de tiempo se han producido varias e importantes crisis económicas, y ha hecho que el 6,31% de su patrimonio esté invertido en este momento en empresas vascas, lo que significa un compromiso con el país a la hora de desarrollar e impulsar nuevas empresas y consolidar otras con perspectiva de futuro.

En este contexto, cabe destacar el trabajo sin prisa pero sin pausa que está llevando a cabo el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que tiene previsto presentar a final de año en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley para la creación de la EPSV de empleo del Estado con la novedad de que quiere incorporar también a ese fondo a los autónomos.

Una cuestión que a nivel institucional debe servir para que en Euskadi se pise el acelerador y que el modelo de EPSV de empleo no se circunscriba solo a los trabajadores de Gipuzkoa, sino también a los del resto de los territorios vascos, pero para ello debe de haber iniciativa y acuerdo entre los trabajadores y los empresarios, ya que su creación y desarrollo debe establecerse en convenios colectivos sectoriales, a través de la negociación colectiva. Gracias a ese acuerdo el trabajador aporta al plan de pensiones el 1% de su nómina y el empresario otro 1%. De momento, no parece que las patronales vascas y los sindicatos estén por la labor.

Por ello, no parece tener mucho sentido que a día de hoy, este país pueda quedarse rezagado en un asunto del que desde hace 25 años ha sido un adelantado en el conjunto del Estado, en línea con lo que ocurría en el resto de Europa, porque otros que han venido después han tomado la delantera y están actuando con decisión. Es una cuestión de voluntad y determinación.

Se estima que cuatro de cada diez vascos ahorran en una EPSV para mejorar su pensión, lo que revela hasta qué punto existe una preocupación generalizada en la sociedad vasca