a llegada de Joe Biden a la Casa Blanca va a suponer todo un revulsivo en las relaciones políticas y económicas en el mundo debido a la vuelta al multilateralismo que promete el presidente electo demócrata y en el que Euskadi debe de estar presente no ya con la implantación de plantas industriales, como tienen varias empresas vascas, caso de CAF, Ingeteam o Cie Automotive, o adquiriendo compañías como lo ha hecho recientemente Iberdrola, ni fomentando la exportación de nuestras manufacturas que en los últimos años han tenido un comportamiento ascendente positivo, sino mediante las capacidades que ofrece la diplomacia empresarial que genera relaciones más estables, con mayor capacidad de influencia y duraderas en el tiempo.

Y es en este punto donde el cambio político que se iniciará en Estados Unidos a partir del próximo día 20 de enero, cuando Joe Biden acceda a la presidencia, debe ser aprovechado para priorizar los intereses económicos vascos en ese país mediante una estrategia conjunta en la que confluyan la actividad empresarial y la diplomática. Todo ello teniendo en cuenta que es el tercer socio comercial de Euskadi, por detrás de Francia y Alemania, el primero en términos de inversión extranjera y cuenta con una importante e influyente diáspora vasca.

Por si fuera poco, al margen de que las empresas vascas cuentan con una importante cartera de clientes en Estados Unidos que en 2019 compraron por valor de 1.789 millones de euros, una cifra que ha bajado hasta septiembre a 912 millones como consecuencia del COVID-19, en Estados Unidos se toman grandes decisiones en think tanks y redes constituidas por diversos actores relevantes en sus áreas de actividad que nos afectan de una manera muy directa.

En este contexto, en donde la Administración Biden va a tener que normalizar las relaciones internacionales deterioradas al máximo en la etapa de Donald Trump, es donde se debería de contar ya desde Euskadi con una estrategia para tratar de abordar ese país de una manera diferente y con el mismo planteamiento de análisis que se realiza con los países europeos, entre los que destaca Alemania, por el gran peso que tiene en el conjunto de la Unión Europea (UE).

Y aquí la diplomacia empresarial, que es una herramienta que debe estar incardinada en el seno de las propias compañías para gestionar los riesgos geopolíticos dentro de un contexto estratégico de medio y largo plazo, se presenta como el mejor aliado para incrementar de manera importante la presencia empresarial en esta nueva etapa que va a iniciar Estados Unidos. Se trata de incorporar la mentalidad diplomática en la propia estructura empresarial como palanca de competitividad de la actividad de las compañías en aquellos países donde tienen intereses.

En ese empeño de potenciar la presencia de Euskadi en el mundo deben confluir no solo las empresas sino también las instituciones mediante la disposición de todas sus estructuras organizativas en aras a favorecer ese objetivo, como lo hace Francia que es un auténtico modelo de diplomacia empresarial en el mundo. Por eso, no se entiende que la delegación del Gobierno Vasco en Estados Unidos esté en Nueva York, cuando el centro de las decisiones que se toman a nivel federal está en la capital del país, que es Washington.

Como dice el que fuera delegado del Gobierno Vasco en Estados Unidos y un gran conocedor de ese país, Ander Caballero, en un reciente artículo de prensa, "O estás en la mesa o eres el menú. Euskadi debe sentarse a la mesa de Estados Unidos teniendo claros nuestros objetivos, fortalezas y palancas". Para ello es necesario que se establezcan nodos de acción conjunta formados por gobierno, empresas, universidades, centros tecnológicos y la diáspora para establecer relaciones permanentes de interés mutuo de carácter político, económico, de desarrollo e impulso del talento y de la investigación y cultural.

Euskadi aporta a esta iniciativa su gran experiencia, reconocida mundialmente, como son los clústeres empresariales sectoriales, así como las 46 empresas líderes en nichos de mercado internacionales, de las que el 75% ocupan la primera posición de manera consolidada en la actividad que desarrollan. Dos tarjetas de visita que pueden abrir muchas puertas a nada que realice una acción coordinada entre los actores políticos, empresariales, universitarios e investigadores.

La estrategia para afrontar Estados Unidos no solo debe pasar por centrar la actuación en Washington, que es donde se toman las grandes decisiones federales que afectan al conjunto del país y se aprueban los macroproyectos en los que las empresas vascas pueden dar valor, sino también en los estados, que cada vez tienen más autonomía en sus políticas económicas, hasta el punto de que alguno de ellos disponen de agencias de desarrollo económico propio y de oficinas de representación en el extranjero.

En este terreno, hay unos cuantos estados donde habría que focalizar la actuación por las grandes oportunidades que pueden ofrecer para nuestras empresas, donde pueden ser competitivas y aportar valor añadido. En lo que se refiere a energías renovables, el estado de Connecticut, debe ser prioritario, de la misma forma que Texas lo es en oil & gas. En biomedicina, habría que centrar el interés en Maryland, mientras que en automoción destaca Michigan y en aeronáutica, Washington.

Como quiera que en las relaciones de carácter político y económico un factor importante es generar un clima de confianza que, posteriormente, se traduce en influencia, lo que significa marcar, previamente, estrategias de largo plazo, bueno será que cuanto antes se comience con la tarea. El tiempo siempre corre a la contra.

La diplomacia empresarial es una herramienta que debe estar incardinada en el seno de las propias compañías para gestionar los riesgos geopolíticos