Desde este jueves la mascarilla será obligatoria tanto en espacios cerrados de uso público como en la vía pública cuando no sea posible mantener la distancia de seguridad de dos metros para evitar posibles contagios de coronavirus. Esto supone un desembolso extra que deberán afrontar las familias. Cabe recordar que los menores de seis años y las personas con problemas respiratorios estarán exentas de usar mascarilla.

El gasto en mascarillas no es baladí ya que las recomendadas por las autoridades sanitarias, principalmente las quirúrgicas, aunque tienen un precio máximo fijado por el Ministerio de Sanidad en principio asequible -96 céntimos-, no son reutilizables.

Así las cosas, para una familia tipo de cuatro personas, a mascarilla por día supondría un gasto de 28,80 euros al mes (30 días) por individuo. En total, 115,20 euros mensuales. Si hablamos de familias numerosas, la cantidad evidentemente se dispararía.

Pero si por problemas de salud debemos usar mascarillas tipo FPP2 (filtrante), entonces el gasto ascendería a 266 euros al mes, "ya que tampoco se encuentran modelos reutilizables y su precio medio a día de hoy es de 6 euros la unidad", señala la organización de consumidores OCU, que exige fijar precios máximos para todas las categorías de mascarillas.

Mascarillas innecesarias

Los expertos recuerdan que tanto las mascarillas FPP2 como las N95 y FFP3 son innecesarias, ineficientes e incluso contraproducentes para la población general.

Un informe de la Comisión Asesora COVID-19 del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, compuesta por más de 30 expertos de distintas áreas, revela que la población general debe usar mascarillas quirúrgicas en transporte público, establecimientos comerciales, empresas centros y servicios sanitarios, residencias socio-sanitarias y locales donde no se pueda mantener la distancia de seguridad.

"No se recomiendan para su uso por la población general, debido a que son innecesarias, ineficientes, y pueden ser contraproducentes", indica, y enumera inconvenientes como que su uso continuado dificulta en algunas personas la respiración y puede causar fatiga y mareos en personas mayores.

Además, son más incómodas y "provocan mas manipulación de la cara para recolocarla, pudiendo dar "una falsa sensación de seguridad", detalla.

La excepción son los pacientes inmunodeprimidos y aquellos a los que se les indique por consejo clínico que usen mascarillas autofiltrantes "para extremar su protección ante la vulnerabilidad individual que presentan".