donostia - Miguel Ángel Montes se apoyó en su familia, en concreto en su mujer y su suegro, para hacer realidad en 1987 un proyecto empresarial que hoy día emplea a 43 personas con dos plantas en Elgoibar y México y presencia en Europa y América. Hace diez años crearon Cometel Recycling para el sector del reciclaje.
¿Qué se siente al recibir un galardón que reconoce una trayectoria profesional?
-Mucha alegría y un impulso para seguir emprendiendo nuevos proyectos. El hecho de que sea un reconocimiento a una trayectoria profesional no significa un final ni un retiro, por lo menos para mí, que cada vez estoy más ilusionado con el trabajo.
¿Qué ha visto el jurado para otorgarle el Premio Joxe Mari Korta en esta edición?
-No lo sé, porque en este territorio hay muchas personas que hacemos lo mismo día a día, trabajando mucho y bien. Por señalar algo, yo me defino como una persona muy constante.
Comenzó desde abajo hasta llegar a crear su propia empresa.
-Mi trayectoria en el mundo industrial comienza como delineante proyectista, pero siempre he sido muy inquieto y he tocado otras actividades relacionadas como el control de la producción. Es en 1987 cuando, con la ayuda de mi difunto suegro y mi mujer, creamos Cometel.
¿Cómo surge la idea de crear una empresa?
-Tienes una idea y quieres materializarla. Además, y creo que lo he conseguido, te guía el deseo de poder trabajar en los que te gusta. No solo creas una empresa, sino que también cada día la direccionas hacia lo que te gusta.
¿Qué evolución ha tenido?
-El objetivo en su nacimiento fue fabricar y suministrar equipos para el sector de la máquina herramienta, dada nuestra ubicación en Elgoibar. Hacíamos los carenados, protecciones telescópicas, extractores de virutas y los filtros para aceites para los refrigerantes y las taladrinas. Pero llegó la crisis en los años 1992 y 1993.
¿Cuál fue la reacción de Cometel?
-Dimos el paso de la máquina herramienta concreta a suministrar a los usuarios finales instalaciones completas llave en mano. Fue una apuesta fuerte y arriesgada en aquellos momentos que nos exigió organizar una potente oficina técnica de ingeniería y la red comercial.
¿Miraron a mercados exteriores?
-La internacionalización llegó algo después, en 1997. Al principio acompañábamos a fabricantes de diferentes máquinas y equipamientos en proyectos de cooperación que nos llevaban a países donde nosotros por nuestra propia cuenta no podíamos estar dado que carecíamos del tamaño adecuado. Pero una vez realizada la instalación en las plantas exteriores y con referencias, ya comenzamos a abordar el país.
Ahora estamos en otra transición, en esta ocasión relacionada con la digitalización. ¿Cómo la afrontan?
-Nosotros consideramos que todos estos cambios son oportunidades que tenemos que saber aprovecharlas. Todas estas tecnologías nos pueden ayudar en el proceso de internacionalización, de comunicarnos desde aquí a mucha distancia con nuestros equipos e instalaciones, y que nuestros clientes se vean atendidos en todo momento.
Entre los principales desafíos de una empresa familiar se encuentra el relevo generacional, que en el caso de Cometel se ha resuelto.
-Era una cuestión que desde hacía tiempo me preocupaba. Mi idea siempre ha sido tener una empresa atractiva para captar el interés, en este caso de mi hija Sandra. Ella es ingeniera industrial y luego cursó administración de empresas. Trabajó en dos multinacionales, y le propusimos la idea de seguir con el negocio. Asumió el reto, lleva cuatro años, los dos últimos en la dirección, de lo que me siento muy orgulloso.
¿Falta talento?
-Sí, y la forma que tenemos de intentar solucionarlo es, como he comentado antes, hacer atractiva la empresa para que los perfiles cualificados quieran trabajar en ella.