Tumaker idea una técnica que facilita el acceso universal a la impresión 3D
A finales de año lanzará una impresora de uso empresarial y particular sin necesidad de conocimientos específicos
donostia - La empresa Tumaker de Oiartzun ha previsto lanzar a finales de este año la impresora 3D Voladd, cuya principal características es eliminar la necesidad de contar con conocimientos específicos de esta técnica para utilizarla, lo que fomenta la accesibilidad de este tipo de impresión a cualquier persona. Por este motivo, su público será en gran medida el doméstico, aunque también prevé que las empresas la puedan usar para fabricar algunos objetos que posteriormente emplearán en el proceso de producción.
“Nuestra visión es llevar el 3D a las empresas, pero ir más allá y llegar a donde nadie se lo espera”, asegura el director general y fundador de Tumaker, Jon Bengoetxea. Esta firma guipuzcoana se creó formalmente en 2014, y desde entonces ha ido incrementando su facturación y la contratación. Reconocidas compañías como CAF, El Pozo, Bosch, Mercedes-Benz o Volkswagen forman parte de su cartera de clientes.
Hasta el momento han sido dos los modelos de impresoras 3D que comercializan, cuya característica que las diferencia del resto es su conectividad. Al estar interconectadas, se puede dar el hecho de que un ingeniero diseñe desde Beasain una pieza que se imprimirá en una fábrica de Washington, con el consiguiente ahorro de costes y tiempo.
Los buenos resultados, sin embargo, no hacen bajar la guardia a Tumaker. “Siempre nos hacemos la pregunta de cómo será la tecnología relevante para el futuro de una empresa, y nos ponemos a trabajar con ello”, explica Bengoetxea, quien asegura que “avanzamos muy rápido y en un año sabíamos cómo crear una impresora 3D con un coste muy razonable”.
De esa reflexión nace Voladd, una impresora de uso doméstico con un precio que podría rondar los 600 euros y que se comercializará a finales de año, aunque “ya nos hemos puesto en contacto con cadenas y hoteles para mostrarles sus utilidades”, señala el director general de Tumaker.
“Hay impresoras 3D que lo único que tienen de domésticas es el precio” lamenta, y añade que su uso exige un conocimiento técnico previo. “Con Voladd, sin tener ni idea le proporcionas un diseño y te lo hace”, señala Bengoetxea. Actualmente, esos diseños de objetos se hallan en las distintas plataformas que se crean en la nube.
instantaneidad “Las impresoras 3D crean cosas que no existen físicamente al instante”, añade el fundador de Tumaker, quien equipara su funcionamiento a lo sucedido en el mundo de la música, donde hace no tantos años era necesario un CD y su correspondiente reproductor para escuchar canciones, cuando hoy en día el acceso es ilimitado gracias a las múltiples plataformas especializadas.
“Como proyecto es muy posibilista y sería poderoso si hubiera cientos de miles de personas que en su vida cotidiana hiciese cosas con esta tecnología”, afirma Jon Bengoetxea, que a renglón seguido asevera que “llegará”. “Nosotros damos la vuelta de tuerca para ofrecer una razón más que amplíe su uso, y es que no existe una excusa tecnológica, no tienes que aprender nada”.
Otra de las ventajas de estas impresoras que acercan al tejido empresarial a la industria 4.0 es su contribución a la sostenibilidad del planeta. Por un lado, los materiales que emplea pueden volver a la naturaleza en forma de compost. Pero también evita requisitos que afectan al medio ambiente, como el transporte de los productos o la utilización de envoltorios que posteriormente hay que reciclar.
Sectores como el industrial en general, y en concreto el de automoción o la aeronáutica son algunos de los clientes de Tumaker, aunque Bengoetxea recuerda que trabajan con las pymes con resultados satisfactorios y que su objetivo es llegar al conjunto del tejido productivo, dado que “a cualquier empresa que hace algo, un objeto, le resulta útil la impresión 3D”.
“Vamos hacia la fabricación sin fábricas”, asegura el director de Tumaker, quien vaticina que ocurrirá lo que ya funciona en otras áreas de actividad. Así, “la mayor compañía de transporte se llama Uber y no tiene flota de coches, al igual que el mayor hotel del mundo es Airbnb y no tiene habitaciones”.