“La plantilla media es corta para algunos proyectos”
Ahora que las empresas vascas empiezan a ver la luz tras la crisis, el director general de Sayma, Juan Mari Aduriz, destaca la necesidad de invertir y arriesgar
DONOSTIA - La clave de la competitividad empresarial se basa en “contar con producto y visión, pero sobre todo en tener la capacidad de asumir riesgos”, señala el director general de la consultora vasca Sayma, Juan Mari Aduriz (Astigarraga 1956), un profesional que ha desarrollado toda su carrera profesional en una compañía con 45 años de vida al servicio de las empresas vascas. Aduriz destaca la importancia de prestigiar la labor del empresario, avisa de la tremenda transformación, “no nos podemos ni imaginar”, que se va a producir en el sector servicios con la digitalización, y clama por una fiscalidad al servicio de la generación de riqueza.
¿Qué es Sayma hoy tras 45 años de trayectoria empresarial?
-Somos una empresa integral de consultoría con oficinas en las tres capitales de la CAV, y Madrid que cuenta con 114 profesionales. Durante estos años de crisis, que han sido muy duros, hemos aguantado la plantilla aunque hemos aprovechado para gestionar un relevo generacional. La compañía, por decirlo de alguna manera, tiene tres grandes áreas: legal (fiscal, laboral, etc.), auditoría y consultoría. Esta es la estructura clásica de una firma que ha estado muy organizada por áreas pero ahora, dentro de nuestra adaptación continua a las necesidades de los clientes, está orientada a prestar servicios integrales a las empresas.
La crisis de 2008 y la globalización están incidiendo en el negocio de las compañías. ¿Qué elemento se precisa para ser competitivo?
-El precio se ha convertido en un factor decisivo con los clientes. Por supuesto, la calidad y el servicio siempre están ahí pero el tema precio se ha convertido en un factor determinante. Y la flexibilidad, que cada día es más necesaria en las empresas porque hoy en día las incertidumbres son muy altas y los pedidos no están garantizados. Mire, por ejemplo, lo que ha pasado con Volkswagen. Y hay que adaptarse a estas situaciones.
Su compañía asesora en temas laborales a, entre otras, muchas sociedades industriales. ¿Hay un cambio de cultura en las relaciones laborales en la empresa?
-Las empresas necesitan flexibilidad para poder adaptarse a todos estos cambios. Y también se evoluciona hacia un mayor diálogo dentro de la compañía y hacia una mayor participación de los trabajadores. En los últimos tiempos ha habido malas experiencias en buena parte de las negociaciones con las cúpulas sindicales vascas. Todo ello hace que se avance hacia un modelo de negociación empresa a empresa.
¿La reforma laboral está ayudando a cambiar hábitos en las relaciones laborales vascas?
-Las empresas que tienen necesidad de competir a toda costa porque se mueven en mercados y con clientes especialmente exigentes, van a aprovechar la oportunidad para poder mantener unas relaciones con los trabajadores más estables y, tal vez, un poco al margen de las estructuras más tradicionales. A otras empresas moverse en esta línea les costará más y se sentirán más cómodas con la situación anterior basada en una negociación colectiva basada en el convenio sectorial territorial. Y la elección de una vía u otra no solo depende del tamaño de las empresas pero se necesitan unos márgenes de flexibilidad porque creemos que hay que superar el marco de enfrentamiento empresa-empresario.
¿Se empieza notar la recuperación de la economía en el sector?
-El cambio del ciclo económico ha propiciado que haya trabajo pero el margen se ha reducido sustancialmente y las empresas tienen que adaptar su estructura. Todo el mundo es consciente de que la situación económica ha sido mala durante muchos años. La crisis ha sido estructural, no coyuntural. Empresas a las que prestamos servicio entraron en crisis porque sus clientes lo hicieron. La dependencia que tenían algunas compañías de determinados clientes, por ejemplo, en el sector de electrodomésticos, ha generado una doble pérdida: el cliente y la deuda que le pudo dejar el mismo. Y salir de estas situaciones no es fácil. Nosotros invertimos en nuestros clientes dándoles más servicios a costa, muchas veces, de márgenes.
La economía vasca está creciendo a tasas del 3% pero al empleo parece que le cuesta más despegar.
-Hay que tener en cuenta que se viene de años muy duros y ahora aunque una empresa vea que tiene la cartera de pedidos llena no tiene la confianza en la economía que tenía antes de la crisis. Es verdad que hay factores objetivamente positivos como los menores precios del petróleo, un tipo de interés bajo, un cambio euro-dólar favorable, hay financiación pero aún así hay muchas incertidumbres en los mercados. Hay un repunte para 2015 y 2016 pero también hay empresarios a los que les gustaría cerrar este ejercicio como en 2014. El bajo precio del petróleo, por ejemplo, ha parado todo el tema de inversiones en prospección y esto también afecta a las empresas.
Ahora las empresas sí tienen acceso a financiación para poder realizar nuevas inversiones.
-Efectivamente. Si tienes proyectos y tienes gestión hay dinero pero no se han despejado todas las incertidumbres. Los datos macroeconómicos mejoran pero a la micro, a las empresas pegadas al terreno les va a costar recuperarse. En todo caso hay empresas que han estado siete años sin renovar equipos por lo que ahora hay que invertir pero teniendo en cuenta que el referente no es 2007 pues ese año cerró un periodo extraordinario, el mejor de la historia, que tampoco era normal. Se nota un repunte pero sin comparar con los años previos a la crisis.
¿Aprecian en sus clientes la necesidad de avanzar para redimensionar las compañías?
-No solo lo estamos notando, estamos propiciando que las empresas se preparen para ganar dimensión, para entrar en alianzas estratégicas pero hay que ser cautos. El tamaño no lo es todo. Hay empresas que han crecido muy rápido pero luego hay que digerirlo, y más de una ha terminado en concurso. A nivel vasco, en especial en Gipuzkoa donde el tamaño de la empresa industrial es más pequeño, sí parece que la plantilla media para determinados proyectos se queda un poco corta.
Una las áreas en las que presta servicios integrales Sayma es en el de la fiscalidad. ¿Qué demandan sus clientes en este ámbito?
-Las empresas abogan por una armonización fiscal en los tres territorios de la CAV, así como por una mayor estabilidad normativa y seguridad jurídica. En este tema, en Gipuzkoa en concreto, las empresas han vivido un escenario fiscal particular, igual no tanto cuantitativo como cualitativo. A partir de ahora esperemos que se avance en la armonización y en la cercanía a las empresas que son las que generan riqueza. Echamos de menos que las competencias fiscales vascas no se utilicen ahora con el espíritu innovador de otras épocas, parece que se va a remolque del Estado. Por supuesto que la recaudación es importante para mantener el gasto social pero la fiscalidad también es un instrumento de política económica para ayudar a generar más riqueza y empleo.
La sucesión en las empresas familiares vascas da bastante trabajo
-La sucesión de la empresa familiar o más bien el establecimiento de modelos de continuidad del negocio es una apuesta clara dentro de nuestros servicios. Y aquí hay mucho trabajo por hacer para preparar una sucesión ordenada. Y no es un tema sencillo porque las empresas tienen que abrirse a unos asesores externos como podemos ser nosotros y hay que tener mucha sensibilidad porque existe una cierta reticencia a desnudarse. Para nosotros tan importante como cliente es la empresa como el empresario. Lo que tenemos claro es que hay que hacer trajes a medida porque cada familia y cada situación es distinta. Además, cuando hablamos de empresa familiar no podemos olvidar a una empresa muy típica en Euskadi no estrictamente familiar pero que tiene tres o cuatro socios que tienen la misma problemática de sucesión o de continuidad de negocio.
¿La digitalización va a cambiar el negocio de los servicios?
-Sí. Los servicios a las empresas estamos al albur de una revolución tecnológica tremenda. Vamos a conocer cosas que ahora ni nos imaginamos.
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