donostia - “¿Cómo será el coche de Apple? Para mí, este vehículo no echará humo, porque no se puede concebir que una manzana lo haga. De esta forma, quien eche humo será viejo y morirá. Apple comercializará 100 millones de coches anuales, con un nuevo modelo de producción muy personal; probablemente, creará una industria en los barrios para concluir la fabricación de esos coches a los que se les podrá instalar piezas en casa con impresoras 3D, y los venderá por Internet. ¿A alguien se le ocurre que se distribuirán a través de concesionarios?”.

“En definitiva será un coche, una bici, un autobús, algo que necesite el cliente. Incluso, se podrá llegar a disponer de un coche sin conductor, y si el usuario no necesita manejarlo, ¿qué relevancia tendrá la marca del vehículo para el usuario?”. Estas reflexiones pertenecen a Carlos Barrabés, padre del comercio electrónico en España y visionario de los cambios que la tecnología está provocando.

Con su ejemplo pretende responder a las preguntas de cómo, dónde y quién va a fabricar en el nuevo modelo industrial al que se dirige el planeta. Se detiene en el sector del automóvil, pero advierte de que todos son revisables.

El presidente del Grupo Barrabés insiste en la importancia del ejercicio de “desaprender” para poder afrontar esta nueva era, en la que “ya no se va a trabajar en lo que ha pasado sino en lo que va a suceder” y en la que por primera vez “las personas están en el centro de la revolución”.

Barrabés defiende que actualmente “existe demasiado conocimiento para que la gente se quede quieta; y su forma de opinar es comprar el coche de la manzanita”, continúa con el ejemplo.

Para este asesor de empresas y entidades financieras en materia de innovación y emprendimiento, “el problema de Volkswagen no es que haya mentido, ya que muchas empresas lo han hecho, sino que sus coches trucados contaminan, y esta sociedad está muy sensibilizada con el medio ambiente”. Carlos Barrabés avanza unas ideas sobre un futuro que no está tan lejano.

¿Hacia dónde se dirige nuestra sociedad?

-Hacia un mundo global, más complejo y en un entorno de cambio acelerado. La nube es la primera parte de la globalización que vamos a ver en los próximos años. Va a ser una transformación sociológica que se puede comparar con el momento en el que las personas pasaron de vivir en el campo a la ciudad. Los cambios que antes costaban doce años, han pasado a nueve, a siete e incluso a tres. Esto lo ha provocado el propio ser humano, que hace que esto vaya cada vez más rápido, porque hay una especie de ambición por lo nuevo y por dejar lo viejo. Hay que hacer las cosas en el momento.

Usted habla de la tercera revolución industrial. ¿En qué se sustenta este concepto?

-La tercera revolución industrial es la mezcla de la nanotecnología, la genética y la robótica, con un Internet total que va hacia la inteligencia artificial a gran velocidad y que se usa para tener un foco humano. La nanotecnología, la genética y la robótica se presentan como las tres disciplinas de este siglo que se van a mezclar a saco de una manera u otra. Esto significa, por ejemplo, que mi casa de 2070 estará hecha de una manera controlada por mil software, que costará un 80% menos que ahora; durará un 80% más; se imprimirá en 3D y se podrán cambiar piezas automáticamente.

¿Cuál va a ser el valor de esta revolución industrial?

-El cambio en esta revolución industrial es el software, que introduce modificaciones bestiales, pero la fundamental es el dato. En Silicon Valley te preguntan cuántos datos tienes para poder saber qué va a pasar, que es lo que te vale, no cuánto facturas. Hasta ahora, en el mundo hemos trabajado en qué ha pasado, pero vamos hacia el qué va a pasar por medio de los datos, porque se van a tener muy pocas certezas. Los neumáticos con sensores de Michelin registran informaciones sobre cuánto pueden durar las ruedas según la carretera por la que circulen, cuándo es necesario cambiarlas o regular el consumo de combustible, etc. La moneda son los datos, quien los tenga, tendrá el nuevo dinero. Actualmente se producen muchos datos, algunos los sabemos manejar y otros muchos no.

¿Qué hay que hacer para poder trabajar con estos datos?

-En 2005, Youtube tenía un problema con los servidores, que le suponían un coste de 500 millones de dólares. A los cuatro años, sumaba millones de descargas a la hora, y mantenía los 500 millones de coste; y ahora sigue pagando la misma cantidad, con muchas más descargas. Quieren llegar al coste cero. Trabajar con todo cada vez es más barato, pero estamos educados ahora mismo para trabajar en partes y no en un todo. Por eso, es un problema de mentalidad. A los profesionales que les va bien ahora, trabajan con todo, y es hacia donde vamos. Existirá el software y la tecnología para tratar los millones de datos.

¿Qué deben hacer las personas para no quedarse atrás?

-Va todo tan rápido que desaprender es un trabajo. Cada mañana hay que descomprimirse para no quedarse viejo. Antes, un plan de negocio se desarrollaba de acuerdo a lo que te había pasado el año anterior; pero en un mundo en el que hay irrupciones cada dos años, esto no vale. Ahora hay que plantearse qué va a pasar a través de los datos. La industria no es más que un creador de datos, que se tienen que transformar de una manera total, con una mentalidad en el mundo de Internet, para ser productor de datos y hacer mejor el mundo para las personas.

¿Qué impacto va a tener la digitalización en la industria?

-Hoy vende energía quien la hace, porque no es digital, cuando haya un Booking de la energía, este será quien la venda. Por eso, cuando una empresa digitaliza algo que hace, debe mantener la relación con el usuario a través del interface. Facebook, el dueño de la comunicación, sin crear contenidos; o Uber, la principal compañía de taxi sin flota, han sabido conectar con los clientes. Si una empresa no actúa como ellos, y no llega a los usuarios, está muerta.

¿Esto no fomenta los monopolios?

-Sí y habrá que regular. Ahora, estamos en un mundo transitorio, porque la tecnología tiende a una democratización; pero en el plazo de entre dos y tres años esto será así. El Google de la industria es General Electric.

¿Hacia dónde se dirige el modelo de fabricación en la industria?

-Ya no se puede producir igual, y nos dirigimos hacia la instalación de fábricas pequeñas en las ciudades para que respondan a la demanda elástica de los clientes. La empresa ya no va a ser quien venda sino los consumidores quienes compren, ellos serán quienes tengan el control. Incluso, las impresoras 3D llegarán hasta casa. Ya se han impreso motores por medio de esta tecnología, coches y máquinas de acero. La impresión 3D es un proceso que estará ya instaurado a medio y largo plazo, no más de 40 años.

¿Se diseñará para fabricar?

-El mundo distribuido refleja muy bien lo que viene. Seguro que estaremos en miles de procesos intermedios, pero vamos hacia la fabricación distributiva. Muchos de nosotros hemos trabajado en diseñar durante años y años para fabricar; pero cuando el motor se imprime, ya no se diseña para fabricar sino para usar. Este cambio de concepto es muy gordo.

¿Y qué pasa con la productividad?

-En los últimos quince años, según la OCDE, prácticamente toda la productividad se la han llevado entre dos y tres empresas por sector, lo que explica que el 1% de la población se haya hecho con todo el dinero. Han sabido comprender y usar la tecnología. El siglo pasado se dedicó a la productividad de la mano de obra y eso continúa hacia los robots, pero no es lo más relevante. Hay una nueva productividad, que está en los recursos y que debe ser para las personas.