El espectáculo de analfabetismo foral que han dado el PP y el PSOE, con el apoyo al más estilo hooligan por parte de Ciudadanos, a cuenta del Concierto Económico y de la modificación al alza del Cupo para acabar con los “privilegios” que tenemos los vascos ha puesto de relieve el pensamiento simplista y tabernero en el que se desenvuelve la política española y la imposibilidad no ya de cerrar un acuerdo, sino siquiera de establecer un diálogo con quienes desconocen la historia y se documentan a base de titulares de periódicos y comentarios de tertulias radiofónicas.
La defensa que han hecho del Concierto Económico y del Convenio de Navarra y del Cupo los máximos dirigentes del PP y PSOE para cerrar el debate alimentado sobre todo desde las filas socialistas sobre la necesidad de que haya café para todos en la financiación de las autonomías es tan absolutamente falsa como poco creíble porque tiene su origen, precisamente, en la causa que ha provocado esta artificial polémica: El miedo a que el proceso independentista catalán pudiera repetirse en Euskadi si continuaban estirando de la cuerda.
En Madrid circula la tesis de que, ante la inoperancia e incompetencia demostrada por el Gobierno del PP, la única forma de frenar las demandas de los independentistas catalanes es acabar con “el trato de favor” que tenemos los ciudadanos de la CAV y Navarra por mantener nuestro régimen foral, al tiempo que se nos acusa de “insolidarios” con el resto de las autonomías al no contribuir a su financiación, teniendo en cuenta nuestra renta per cápita.
El diario Expansión ha sido el primero en verbalizar de manera precisa la razón de este ataque del PP y del PSOE al Concierto Económico y al Cupo. Para acabar con este “anacronismo” es necesario un cambio integral en la financiación de las autonomías incluidas la CAV y Navarra. “Sería una forma, además, de cercenar las aspiraciones de los independentistas catalanes para lograr un mecanismo de financiación propio que reduzca su aportación a la solidaridad entre las regiones”, afirma el editorialista. La preocupación parece que llega un poco tarde a tenor de la actual situación de Catalunya.
Otros, como el diario El País, han puesto números al “privilegio” al señalar que los vascos debemos aportar a través del Cupo un 165% más per cápita en relación a la media del resto de las autonomías partiendo de que el PIB vasco en relación al del Estado es del 8%, cuando en realidad es del 6,07% y en términos de población representamos el 4,7%.
Y cuando, a partir de estos argumentos, el marketiniano Pedro Sánchez, la trilera Susana Díaz, el valenciano Puig y el bailarín Iceta en alegre kalejira socialista se dedicaban a destacar a ver quien decía el exabrupto mayor sobre los “privilegios” forales y la necesidad de “modular”, -evidentemente al alza-, la aportación del Cupo con la estrecha colaboración en la sombra del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, filtrando un informe crítico del joseantonianio Albert Rivera, desde Euskadi se lanzó un serio aviso a navegantes y a posibles temporales.
La contundencia del Gobierno Vasco y del PNV cuando han puesto pie en pared y se han mostrado absolutamente decididos a impedir que se traspase la línea roja del cuestionamiento del Concierto Económico, que es el verdadero eje del autogobierno vasco, provocó que en el PP y en el PSOE se dieran cuenta de que igual se habían sobrepasado un poco en sus sainetes preelectorales y que era mejor tener la fiesta en paz hasta después de las elecciones del 20D, no vaya a ser que también tengan necesidad de echar mano de los vascos para su objetivo de ocupar La Moncloa.
Hay que recordar que el Concierto Económico es el único eslabón que une a Euskadi con el Estado en virtud de unos derechos históricos reconocidos por la Constitución española y que cualquier modificación del Cupo debe hacerse de manera bilateral, a través de la correspondiente comisión mixta. Si alguien pretende romper ese status quo, no solo va a tener enfrente a todos los vascos, -ya que el Concierto Económico es, probablemente, la única figura que cuenta con el respaldo de todo el espectro político vasco-, sino que hará aumentar de manera considerable el número de ciudadanos favorables a la secesión, al igual que ha ocurrido en Catalunya en los últimos años gracias a las torpezas del PP y del PSOE.
Y este parece que es el mensaje que han entendido Rajoy y Sánchez para salir públicamente en defensa del Concierto Económico y del Cupo y mandar parar a sus huestes, sobre todo en el campo socialista, donde la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en permanente confrontación por el liderazgo del PSOE, ha tratado de marcar la pauta sobre los derroteros por donde debe discurrir el discurso territorial y de financiación autonómica de su partido pidiendo de manera reiterada una revisión al alza del Cupo.
Tratar de convencer a la presidenta de la Junta de Andalucía que la CAV ha aportado al Estado en los últimos diez años 15.026 millones de euros sin recibir ningún ingreso por parte del Fondo de Compensación Interterritorial y que la inversión estatal en Euskadi es bastante inferior al 6,24% que establece el Cupo puede ser un ejercicio inútil cuando el comportamiento político de los socialistas del sur del Estado se basa históricamente en el subsidio y en mantener la mano abierta en vez de ejercitarla para la acción y el desarrollo.
El problema de Susana Díaz no es la modificación al alza del Cupo, porque cualquier aumento de la aportación de Euskadi va a tener muy poco efecto en sus presupuestos, ya que el PIB de la CAV supone el 6,07% del Estado, sino administrar un esquema corrupto de la gestión pública, basado en la constante petición de recursos, sin preocuparse del coste de los servicios que, cuando se producen tensiones financieras como los que están existiendo como consecuencia de la crisis y las limitaciones que obliga el cumplimiento del déficit, se hacen insostenibles.
Si el Concierto Económico es un privilegio y un sistema tan provechoso para los vascos, la presidenta de la Junta de Andalucía debería demandar un sistema parecido para la financiación de su región con lo que la igualación que reclama se establezca por arriba y no por abajo.
En vez de hacer presente la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (Loapa) de 1982, Díaz debería copiar ese instrumento y también los riesgos que conlleva la administración fiscal al margen del Estado que hace que, en la parte negativa, cuando la recaudación desciende, como se puede producir este presente ejercicio, se pueda dar un endeudamiento sostenible y asumible con cargo al Concierto o, simplemente, reducir o abaratar los servicios públicos.
Claro que para ello hace falta responsabilidad por parte de las instituciones, disciplina en la tributación de los ciudadanos y compromiso fiscal por parte de todos los agentes sociales y económicos.
Y todo ello, desde la optimización pública de la utilización del dinero recaudado a través de los impuestos. Una situación que parece no coincidir con la realidad histórica de Andalucía y de algunas de las nueve comunidades gobernadas por el PSOE y el PP que denunciaron el “privilegio” del Concierto Económico en un informe del Ministerio de Hacienda. Curiosamente, en esa lista no están Madrid y Catalunya, porque con una figura como la del Concierto duplicarían sus ingresos per cápita en el caso de la primera y aumentarían en torno a un 60% en el caso de la segunda.
En Euskadi nadie está en contra de negociar la ley del Cupo, que está prorrogada desde enero de 2011, fecha en la que expiró su vigencia, por la negativa del Gobierno del PP a su actualización, debido a las importantes diferencias que hay a favor de la CAV por la financiación de algunas competencias, entre ellas las derivadas de las ayudas a la dependencia que no existían en el momento de su promulgación.
De la misma forma, igual es el momento de prescindir del pago de algunos servicios como el de las Fuerzas de Seguridad y limitarlos exclusivamente al control de aduanas, una vez que el terrorismo ha desaparecido, o las infraestructuras ferroviarias, cuya mala gestión están provocando un gran retraso en la puesta en marcha de la Y griega vasca, por no hablar de puertos y aeropuertos y otras instituciones de dudosa credibilidad. Puestos a “modular” en jerga socialista modifiquemos todo: lo bueno y lo malo.