El banquero de la ‘doctrina Botín’
Convertir a la entidad en un líder mundial le ha acarreado varios pasos por los tribunales de justicia
Emilio Botín (Santander 1-X-1934-Madrid, 10-IX-2014) ha convertido al banco regional heredado de su familia en la primera entidad financiera del Estado y en una de las principales del mundo, en un recorrido no exento de decisiones controvertidas. Hasta tal punto que ha tenido que pasar más de una vez por los tribunales de justicia, de los que ha salido airoso gracias a los abogados y a la protección de los gobiernos de turno. Tanto, que el último banquero de España -porque además de gestor era un verdadero propietario-, pasará a la historia, entre otros aspectos, por dar nombre a la llamada doctrina Botín.
Esta doctrina del Tribunal Supremo se estableció en una sentencia de 2007 cuando la Sala de lo Penal avaló una decisión previa de la Audiencia Nacional que limitaba la acción de las acusaciones populares. Según se decía en su sentencia: “no puede abrirse juicio oral solo a instancias de la acusación popular, sino que es necesario que lo inste bien el Ministerio Fiscal, bien el acusador particular”. Lo que había detrás es que, presuntamente, se dieron órdenes desde el Gobierno, de la oficina de Rodrigo Rato, para que la fiscalía y la abogacía del Estado actuaran de forma que el Tribunal pudiese evitar juzgar al banquero cántabro.
Con todo, fue procesado por delito fiscal por el asunto de las cesiones de crédito del Santander, productos financieros de finales de los años 80 que evitaban el pago de las retenciones a Hacienda. A tal efecto, el banco no dudó en declarar como titulares de las cesiones a personas fallecidas, ancianos, trabajadores en paro, familiares de empleados del banco, antiguos clientes, etc. La Audiencia Nacional archivó el caso en 2006.
Licenciado en Derecho y Economía por la Universidad de Deusto, Emilio Botín conoció en Euskadi a su esposa, la getxotarra Paloma O’Shea Artiñano, que estudiaba en el Conservatorio de Música de Bilbao y que es la madre de sus seis hijos entre ellos, m su sucesora, Ana Patricia. Hijo, nieto y bisnieto de banqueros, de los que heredó una extraordinaria capacidad de trabajo y la ambición necesaria para colocar el negocio familiar a la cabeza del sistema bancario, deja a una Botín al frente de la entidad.
Botín tras llegar a la presidencia del Santander en 1986, profesionalmente ha hecho gala de ser audaz y emprendedor. No dudó en romper el status quo bancario español en 1989 con el lanzamiento de la supercuenta Santander, que pagaba tipos de interés más altos por los ahorros, así como en tomar decisiones arriesgadas con las que logró convertir al Santander en el primer banco del Estado. Dejando desde semejante atalaya frases célebres como la que minimizaba la recesión en sus inicios: “La crisis es como la fiebre de los niños, que empieza muy fuerte y luego se baja” o, la que adelantaba la salida en 2013: “España vive un momento fantástico, llega dinero de todas partes”.
El control de SCH En su ascenso al olimpo bancario, un escalón clave -tras la compra de Banesto en 1994 en una controvertida subasta ganada al BBV y que le permitió fichar al que ha sido su mano derecha durante años, el vizcaino Alfredo Sáenz, apartado del banco tras una sentencia judicial que le condenó a 3 meses de cárcel por su gestión en Banesto-, fue la fusión con el Central Hispano para crear el SCH. El único problema es que para quedarse al mando de la entidad fusionada Botín no dudó en pagar con el dinero de los accionistas una generosa indemnización, 108 millones de euros, a José María Amusategui y Ángel Corcostegui, copresidente y consejero delegado, respectivamente, de la entidad para que saliesen del banco antes de lo pactado. Por ello también fue investigado judicialmente pero fue absuelto. En 2007 la Audiencia de Cantabria archivó otro procedimiento abierto contra él por la presunta comisión de delitos derivados de la entrega del 1% de las acciones de Banesto a trece directivos.
La Audiencia Nacional también archivó en 2012 la causa abierta contra él y varios familiares por un presunto fraude fiscal, a la luz de la regularización que practicaron ante la Agencia Tributaria tras conocerse que la familia Botín tenía 2.000 millones de euros en cuentas secretas suizas. Del carácter implacable de Emilio Botín puede dar fe José Miguel Serrano Goyría. Este empresario cántabro, dueño de Intra y que quiso tomar Cementos Lemona, tuvo la osadía, siendo consejero del Santander, de seguir comprando acciones sin pedir permiso a la familia Botín, hasta llegar a controlar el 2% del capital. Al conocerse, desde el banco se le hizo la vida imposible retirándole el crédito a sus empresas hasta que tuvo que vender todo tras suspender pagos.
El hombre frugal que se levantaba a las 6 de la mañana, jugaba al golf y nadaba, únicos hobbies reconocidos, mientras volaba de un sitio a otro en su avión privado, incluido a su finca de caza El Castaño (Ciudad Real) en la que iba a inaugurar una pista de aterrizaje de 1.500 metros, se ha ido dejando un banco líder en Europa.