El hotel Arrate de Eibar cierra y deja en la calle a una veintena de trabajadores
El casco urbano de la ciudad se queda sin establecimientos hotelerosLos propietarios han puesto el inmueble a la venta por cinco millones de euros
Donostia. El hotel Arrate de Eibar ha cerrado el negocio este pasado domingo ante las dificultades económicas que atravesaba, con lo que veinte trabajadores del establecimiento, la gran mayoría mujeres, se han quedado sin empleo, puesto que los propietarios han presentado un expediente de regulación de extinción para la totalidad de la plantilla.
El cese de la actividad de este hotel de tres estrellas y 88 habitaciones deja además a la ciudad armera sin ningún establecimiento hotelero abierto en el casco urbano, puesto que el otro operador eibarrés, el Krabelin, está situado en las afueras, concretamente en el alto de Arrate. Existe otro hotel a la entrada de la localidad, el Azitain, que fue construido hace tres años pero que nunca llegó a abrirse y desde entonces permanece en venta.
Lo mismo ocurre ahora con el Arrate, cuyos propietarios colocaron hace una semana un anuncio en una página de Internet especializada en compraventa de empresas, en el que ofrecían el inmueble por cinco millones de euros y detallaban que el negocio se traspasa "sin trabajadores". Esto ha generado malestar en la plantilla del hotel, que conoció las intenciones de los dueños -la empresa Hostelería Europea, en la que participan socios locales y madrileños- cuando se publicó el mencionado anuncio en Internet. Luego la gerencia trasladó a los empleados que se había presentado el ERE de extinción el pasado día 23 porque la situación económica del negocio no era sostenible.
El hotel Arrate se ha visto obligado a dejar de aceptar solicitudes de alojamiento porque los problemas económicos han llegado a provocar carencias de suministro, incluido el eléctrico, según fuentes del sindicato ELA, que indicaron que la directora del establecimiento, Deborah de Dios, y el gerente, Jorge Zamorano, han puesto fin a sus contratos. La central sospecha que en ambos casos ha podido haber compensaciones económicas para esas dos personas, la segunda de las cuales permanece como administrador de la compañía. Zamorano, con quien este periódico ha tratado en vano de ponerse en contacto, viajó ayer de Madrid a Eibar para reunirse hoy con la plantilla en el mismo hotel con el fin de exponer el estado de la sociedad gestora, que podría solicitar acogerse a proceso concursal.
Expediente de suspensión La representación de los trabajadores solicitó a la empresa que el expediente de regulación fuera de suspensión y se mantuviera la actividad del hotel pero la administración aseguró que no podía hacer frente ya a los pagos a la Seguridad Social, entidad con la que tiene contraída la deuda de mayor importe.
Asimismo, la empresa adeuda a la plantilla cuatro meses de salario lo cual, unido al hecho de que la administración ha impedido a algunos trabajadores disfrutar de días de vacaciones pendientes, ha exacerbado el enfado de los empleados, que están acudiendo al hotel a pesar de que ahora está cerrado al público. Los trabajadores están realizando principalmente labores de limpieza, según señalaron las mismas fuentes sindicales.
El sindicato ELA aseguró que no se opone a la venta y traspaso del hotel pero exigió la subrogación de los trabajadores por parte de la empresa que se haga cargo del Arrate porque, añadió, "trabajo no falta" en el establecimiento hotelero y estaba habiendo reservas para el próximo año.
El hotel, emblemático en la ciudad armera, llevaba activo más de 40 años y en él se alojaban habitualmente los equipos de fútbol que jugaban contra el Eibar y los de balonmano que se enfrentaban al Arrate. Este último equipo ha desaparecido este año y el conjunto armero milita ahora en Segunda B, liga en la que sus rivales suelen realizar los desplazamientos en el mismo día, aunque algunos de ellos continuaban hospedándose en el céntrico establecimiento, situado en la calle Ego Gain, junto a la plaza Unzaga. La localidad de Debabarrena, con cerca de 30.000 habitantes, se queda así sin hoteles en su casco urbano, una situación que preocupa a su Ayuntamiento.
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