Donostia. En Euskadi se percibe que la economía familia de los rusos todavía es precaria. ¿Es cierto?

No. Hay que distinguir la civilización más occidentalizada, que está en la franja comprendida entre San Petersburgo, Moscú, y las fronteras con Bielorrusia, Ucrania y Moldavia, donde vive el 30% de los 140 millones de habitantes del país y donde se gana más dinero. En esa zona hay once ciudades por encima del millón de almas, entre las cuales está Moscú, con 14 millones, y San Petersburgo con 4,5 millones. De esos 19 millones de personas que viven en las dos grandes ciudades, el 10% tiene capacidad para comprar cualquier producto, incluidos los considerados delicatessen. Y compran.

¿Gastan mucho?

Sí. Es una población que no es ahorradora; gastan porque temen que vuelva el comunismo. No tenían dinero y ahora les ha favorecido mucho el precio del petróleo y el gas. Cuanto más dinero tienen, más compran. Primero se hacen con una vivienda, luego una casa de verano y, si pueden, salen mucho tiempo de vacaciones para escapar del clima y el horario con poca luz diurna.

¿Y cómo es el consumo de alimentos?

Los rusos comen tres platos y pueden estar cuatro horas sentados a la mesa, bebiendo mucho. Se bebe mucha agua mineral, cerveza, refrescos, vino y vodka, bebida de la que los hombres toman medio litro a la semana.

Entonces, en el sector agroalimentario habrá muchas oportunidades en Rusia, ¿no?

Así es. Tienen grandes posibilidades de negocio los productores de lácteos como quesos, mantequilla, yogures y kéfir. También los alimentos elaborados procedentes de animales como el foie, algunas carnes precocinadas y congeladas, así como conservas de pescado. En cuanto a bebidas, los licores y vinos, como el Rioja. Una gran oportunidad tienen los productos gourmet, como el lomo, jamón, anchoas, aceite, pastas, chocolates… A la aceituna negra la llaman en Rusia el caviar español. Toman ensalada en todas las comidas, con todos los productos de la huerta, aunque estos los traen del mercado interior.

Las empresas vascas del sector agroalimentario podrán entonces entrar en Rusia...

Sí, claro. En Inverest hemos trabajado con empresas vascas de maquinaria para panificadoras, además de silos de azúcar para bollería industrial. Los rusos hacen mucha melaza y necesitan que el azúcar no se apelmace; por ello requieren de máquinas especiales que en Euskadi se fabrican.

Un pequeño productor vasco de queso, por ejemplo, ¿cómo puede entrar en el mercado ruso?

No puede acceder a ese mercado por su cuenta. Tiene que aliarse con otros productores para poder ofrecer un servicio de continuidad. Debe agruparse con otros poniendo una marca común, lógicamente en ruso. Empresas de lácteos de Castilla y León y Castilla-La Mancha están introduciéndose con fuerza en Rusia de esa manera y hay sitio para que entren más. Por ejemplo, en el caso de los quesos, Francia, Italia y Holanda están teniendo una importante penetración en el mercado ruso. Los quesos de aquí tienen también una gran oportunidad porque son diferentes.

¿Se puede entrar en Rusia directamente o hacen falta intermediarios?

Con una cadena de alimentación rusa es muy complejo trabajar directamente porque el transporte tarda tres semanas en llegar a ese país, adonde solo se puede ir por camión o barcos porque el avión es muy caro y no son factibles las conexiones de tren. Es necesario trabajar con un importador ruso especializado en productos agroalimentarios, que viene a recoger el producto hasta aquí. En Inverest, que cuenta con una oficina en Moscú desde el año 2006 y conocemos ese mercado perfectamente, les hacemos a las empresas un plan de exportación o bien les concertamos citas allí con los importadores rusos. Estos son muy receptivos, buscan cosas nuevas, pero es fundamental establecer lazos de amistad. Una vez que eres amigo de un ruso, lo eres para toda la vida.