La nueva Tecnalia, una gran apuesta por la innovación
Aunque hasta dentro de un año la fusión de los seis centros de Tecnalia más los alaveses de Euve y Leia no tendrá el carácter formal a la hora de convertirse en el mayor grupo privado de investigación y desarrollo del Estado y el quinto de la Unión Europea, lo cierto es que la nueva Corporación Tecnalía ha comenzado a operar como una sola entidad con una única estructura y un nuevo organigrama desde el pasado 1 de enero en lo que constituye una toda una gran noticia para la economía vasca en lo que significa de apuesta decidida por la innovación y, con ello, una mayor competitividad de nuestras empresas.
La nueva Tecnalia, que ha comenzado a operar de facto hace tan sólo diez días, es tan importante para el desarrollo económico y el progreso del país que requiere el apoyo de todos los agentes concernidos en la materia y debe estar libre de injerencias externas que la coloquen en el escenario del debate público y, consiguientemente, de las influencias políticas en ese afán partidario desmedido de tratar de controlar lo que la iniciativa privada hace y, en este caso, de manera importante y estratégica para los intereses colectivos.
Por eso, la decisión del departamento de Industria de prescindir del viceconsejero de Innovación y Tecnología, Pedro Hernández, un hombre que en su tiempo aspiraba a ser el titular de la cartera por su ascendencia en el PSE y que no pudo ser por la apuesta de López por candidatos independientes, para ponerle un puente de plata para liderar el mayor grupo privado de I+D del Estado no han sentado nada bien a los miembros del consejo de Tecnalia por lo que significa de intromisión del Gobierno Vasco en una corporación que es privada.
La reacción ha sido igual que la que en su día se produjo con la designación como director general de Tecnalia de Joseba Jauregizar, a la sazón director general de Tecnología en el anterior Gobierno Vasco, cuando la cartera de Industria la ocupaba Ana Aguirre. Por lo que uno conoce, la misma sensación de intromisión se ha producido en uno y otro caso, en los que, paradójicamente, se producen algunas circunstancias parecidas.
Todavía el malestar es mayor cuando se trata de justificar la decisión al afirmarse que la Corporación Tecnalia tiene una alta dependencia de los fondos públicos hasta el punto de detallar que casi el 40% de su facturación procede de la Administración, además de que una buena parte de los contratos con empresas privadas cuentan con una subvención pública. El dato no parece que se sustenta con la realidad cuando la subvención directa a fondo perdido de la Administración Pública a la Corporación Tecnalia alcanza tan sólo el 8%. Otra cosa es que el sector público financie proyectos de los centros tecnológicos previa presentación y posterior aprobación de los trabajos elaborados en función de las iniciativas llevadas a cabo por la Administración.
Curiosamente, dentro de los centros que se han integrado en la nueva Corporación Tecnalia hay ejemplos en los que su trabajo está focalizado al 100% con las empresas, porque es precisamente del entorno privado donde se siente más la necesidad por la innovación y la puesta en marcha de nuevas ideas capaces de competir en un mercado cada vez mucho más competitivo.
Precisamente, al margen de establecer las reglas de funcionamiento del modelo público privado que deben contar los centros tecnológicos en Euskadi para que puedan operar con un nivel de autonomía acorde con los tiempos, lo que está claro es que la nueva Tecnalia debe servir para aumentar el maridaje entre la tecnología y el mundo empresarial como base para el desarrollo de la innovación en Euskadi.
De cómo sea esa relación entre la nueva Tecnalia -que tiene una facturación de 132 millones de euros y una plantilla de 1.400 trabajadores- con el tejido empresarial vasco dependerá el nivel de innovación que pueda mostrar Euskadi en el escenario internacional. Por eso, la nueva Tecnalia puede ser una pieza clave en esa apuesta por la innovación en la que están empeñados todos los agentes de este país desde hace años. Sólo falta incorporar a esta iniciativa otros centros tecnológicos que, a pesar de responder a otros intereses, pueden aportar un gran valor a un proyecto donde Euskadi se puede convertir en una referencia internacional.
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