Con la llegada de las bajas temperaturas comienzan las cábalas en muchos hogares sobre la temperatura ideal para no pasar frío, estar cómodamente en nuestro hogar y, sobre todo, que no recibamos un sablazo en la factura de la electricidad o del gas.

No hay una regla clara y contundente para determinar esa temperatura ideal para no pasar problemas al llegar a fin de mes y que tampoco afecte a nuestra salud.

De hecho, dependerá de variados factores y de las sensaciones que tengan los convivientes en una casa, ya que hay gente más friolera o menos que se verá afectada de diferente manera a una determinada temperatura ambiente.

El IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) indica que la temperatura ideal de confort para estar en un ambiente como la vivienda habitual en actividades pasivas (por ejemplo sentados en el sofá viendo la tele) y siempre para personas sin problemas de salud o de avanzada edad estaría entre los 21 y los 23 grados centígrados durante el día y entre 15 y 17 grados durante la noche.

TEMPERATURA IDEAL

La temperatura ideal de una casa en invierno debe oscilar entre los 21 y los 23 grados centígrados de día y los 17 grados de noche. No obstante, en zonas con climas extremos o donde haga mucho frío en el exterior (especialmente en lugares de montaña), la calefacción se puede subir hasta los 22 o 24 grados de día y los 18 o 20 grados de noche. En verano estaríamos hablando de 25 o 26 grados.

Esta temperatura invernal debe estar acompañada de una humedad relativa que se sitúe en torno al 40%-50%. Los especialistas recomiendan que la humedad no esté nunca en una casa por debajo del 20% ni por encima del 60%-70%. En ambos casos, tu salud puede verse perjudicada, sobre todo si padeces problemas de piel o en las vías respiratorias.

Cada grado de más que subas la temperatura en tu vivienda con respecto al óptimo puede suponer entre un 5% y un 10% de incremento en el consumo de energía.

A MÁS FRÍO, PEOR SALUD

La Organización Mundial de la Salud (OMS) no se fija tanto en las temperaturas de confort o el ahorro energético como en la salud, destacando que las evidencias científicas de que las temperaturas demasiado frías en tu hogar pueden tener consecuencias negativas para la salud.

Según los estudios que maneja la OMS, para tener un ambiente seguro y equilibrado la temperatura perfecta es entre 18 y 24 grados.

Ello es debido a que el aire frío puede aumentar el riesgo de tener problemas respiratorios como el asma, y que empeoren enfermedades como pulmonar obstructiva crónica (EPOC), y otras infecciones pulmonares. El frío también provoca vasoconstricción, que es malo para el sistema circulatorio.

Por lo tanto, a la hora de configurar tu sistema de calefacción en casa no debería bajar nunca de los 18 grados. Si en el hogar hay personas mayores o niños deberían tener un par de grados más, por lo que la mínima ideal oscila entre 18 y 20 grados dependiendo del estado de salud.

Al margen de la temperatura media de la vivienda hay que considerar también la de las diferentes estancias. Lo más normal es que el cuarto de estar requiera algo más de temperatura ya que pasamos más rato en él con la familia. El cuarto de baño puede requerir un calor más intenso por las mañanas cuando nos levantamos y duchamos y más atenuado a lo largo del día. El dormitorio requiere menos temperaturas durante el día y que se caldee hacia el final de la jornada. La cocina tampoco necesita de una temperatura demasiado alta, ya que los propios sistemas de cocinado y la acumulación de electrodomésticos ayudan a calentar el ambiente.  

Y recuerda que calentar las casas hasta altas temperaturas, también puede ser perjudicial para tu confort, tu salud y sobre todo para tu bolsillo.