Una de las tres secuoyas gigantes que se trasplantaron en diciembre de 2011 a la donostiarra plaza de Pío XII, se ha secado, según ha informado el colectivo naturalista Parkea Bizirik. 

El ejemplar afectado es una secuoya gigante que “conforma un conjunto piramidal” con otros dos ejemplares de su misma especie, que se encuentran todavía vivos y que fueron plantadas por alumnos y alumnas del Instituto Peñaflorida en los jardines del centro, donde posteriormente se plantaron hasta 45 árboles que alcanzaron un “porte espectacular”.

Un poco de historia

Cuando en 2011 el Gobierno Vasco decretó el derribo del edificio para construir un nuevo instituto, y pese a que naturalistas y antiguos alumnos del Peñaflorida reclamaron su conservación, los árboles de los dos jardines fueron talados.

Según recuerdan desde Parkea Bizirik, el Ejecutivo Vasco no atendió las solicitudes para que el nuevo proyecto respetara las dos arboledas y notificó al Gobierno de Donostia que, si así lo quería, no se opondría a que los ejemplares fueran trasplantados. 

El área municipal de Parques y jardines optó por trasplantar las tres secuoyas gigantes “en detrimento de robles y otras especies autóctonas de gran porte con vínculos directos con la fauna nativa”.

Fueron solo estos tres los ejemplares que se salvaron y se trasladaron a la cercana plaza de Pío XII, ya que los 42 restante fueron talados.

La secuoya gigante, han informado de Parkea Bizirik, procede de California y aunque es una especie exótica carece de rango invasor.

Un recuerdo

Después de que la secuoyas se haya secado, Parkea Bizirik ha propuesto que con su madera se construya un banco público, que sugieren que se llame El banco de Peñaflorida y en el que se incluya algún elemento donde se pueda leer su historia.

De no ser así, el colectivo naturalista considera que resultaría oportuno que fueran las vecinas y vecinos de Amara “quienes decidan cómo gestionar este patrimonio público”.

Parkea Bizirik pide que la madera de esta secuoya “no corra la misma suerte” que la de la secuoya roja de la calle Andrestegi, en Igara, que fue talada por orden del Ayuntamiento en junio de 2023. Dicho ejemplar, de gran altura, causaba afecciones en el inmueble colindante, de ahí que se adoptara esta decisión. 

“Entendemos que las quejas del vecindario eran razonables, pero no compartimos la falta de transparencia y comunicación de los responsables municipales”, lamenta el colectivo naturalista, que ha informado que la madera de la secuoya roja es considerada de “alta calidad por su durabilidad y resistencia al clima” y su precio final en el mercado oscila entre los 1.500 y los 4.000 euros por metro cúbico.